Capítulo seis

Llévame con él.

Un pedido simple, a la misma vez que arriesgado.

¿Qué sucede si es una trampa?

La Galdur comenzó a llevarme a donde supuestamente estaría Martinn Nícolas, empero mientras viajaba algo que nunca me había sucedido antes sucedió. Dentro del espiral töfrandi alguien me abraza y me hace dejarlo abruptamente.

Caigo desorientad en algún lugar abrazada a un extraño que estoy segura que no es tan extraño.

-Estúpida.

¿Y este quién se cree?

>Casi te teletransportas a una feria, ¿quieres tener problemas?

¡Tú fuiste el que entró a mi mente!

>¿Te mordió la lengua el gato? Si no me acordara más o menos de tu aroma pensaría que interrumpí el viaje de alguien más.

-Suéltame.

-No.

¡¿No?!

-Si bien estamos en una isla desierta, es mejor esperar un rato, así pasaremos como una tonta pareja acaramelada en la madrugada.

Abrí mi perímetro sensorial, pero encontré una negativa gigantesca apenas comencé que me hizo trastabillar y casi me caigo porque Martinn Nicolas me soltó de un sopetón y retrocedió varios pasos.

>Olvida lo que dije, no creo que este nadie, nunca la hay de todos modos.

Lo miré extraño; levanté mi mano y lo paralice. Hice un barrido rápido por la isla que me costó más de lo habitual y pensado por dos motivos. Un pejelagarto no dejaba de intentar soltarse de mi Stafa y la isla era más grande de lo que pensaba; y aunque efectivamente estaba desierta había una Kjarna a este tarado por todas partes; intenté memorizar mental y mágicamente este lugar para venir algún día. Debe de practicar aquí.

- ¡Deja de retorcerte! Terminé, que pesado eres. 

- ¿Insinúas que estoy gordo?

-Estoy diciendo que eres molesto, cargante, enfadoso, impertinente, insufrible, ¡saco de pelotas!

Se fue acercando de a poco, como si de un tigre se tratase

-Aja, pero no bien que te atraigo.

Lo miré como si tuviese una tercera cabeza.

-Ya, y yo leí el epílogo de Princesa mecánica sin llorar.- ¿Y este que se cree?, ¿cómo me va a gustar alguien tan psicópata?

- ¿Qué? 

- ¿No estábamos diciendo imposibles? - Intento parecer inocente, pero estoy segura que a leguas se ve mi cola y tridente. 

-  ¿Sabes que estuve en tú mente?, sé muuchas cosas de ti. 

- ¿Conoces a Freud y el inconsciente?

-Así que estoy en tus sueños.- Me miró coqueto; no sé lo que quiere lograr, pero estoy segurísima que no es de fiar, no caeré en tu trampa tan rápido.

-Quisieras.

Me di vuelta y comencé a caminar más cerca del mar; este lugar es refrescante. No me gusta del todo la playa, pero este día la Luna está a la mitad aproximadamente.

-Podría atacarte.- Su voz resonó demasiado cerca de mi oído.- ¿No soy un Að medda y un potencial enemigo?

-No te tengo miedo Martinn Nícolas.

-Eso suena como un nombre de un noble del siglo XVII.

- ¿Ves? No eres para nada atemorizante.

-Nunca he dicho que ellos eran la virtud personificada.

Me tomó del brazo y me tiró al piso lo suficientemente rápido como para con suerte poder parpadear; lo peor es que gracias a su bloqueo, que estoy comenzando a pensar, es intencional, no lo vi venir.

No puedo ver sus facciones del todo gracias a la paupérrima luz, aunque alcanzo a ver lo suficiente... Igual es algo apuesto... ¡Acosador!

Mi respiración junto con mi corazón me comienzan a traicionar, maldita sea enfócate Cathrina.

-Ahora... que has probado tu punto, ¿me sueltas?

- ¿Y, por qué piensas que ya acabe?

Me va a besar.

De puro pánico suelto toda la Orka acumulada y lo golpeo con ella en forma de electricidad. Cuando reacciono a lo que hice grito y corro lo más rápido que me permite la arena hasta él.

- ¡Martinn! - Llego y se ve inconsciente, ¿Lo habré matado? Intento llegar a él abriendo el perímetro y me encuentro con la misma fiera resistencia; está fingiendo.- ¡Oh no!, ¡que calamidad!, ¿qué haré ahora?, el príncipe de mis sueños ha caído en un profundo sueño, tan profundo que no sé cómo despertarlo, ¡moriré de soledad!, ¿debería tirarle agua?, así es como se les despierta a señoritos tan delicados como mi amado...