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Eres mi secreto. Mi más íntimo y preciado secreto. Nunca me pude explicar por qué no nos podíamos amar libremente. Ni por qué el amor no existe en este sitio. Los únicos matrimonios que pueden existir son aquellos pactados para los capataces o los amos con alguna bella chica. Mi padre y mi abuelo fueron capataces, por eso es que estoy yo aquí. Ser capataz no se hereda, se lucha férreamente por serlo y así, la única posibilidad de encontrar pareja y que te lo permitan es pisotear al resto.
Yo nací en un hogar. La mayoría de las personas que están aquí fueron traídas de algún otro sitio, aunque para mí salieron de la nada. Sólo aparecían en los camiones y yo no podía preguntar. Pero eso ya te lo he dicho. Las personas deben ser traídas porque aquí no nos multiplicamos. Sin embargo, debe haber un lugar donde sí lo hagan, y de allí los traen. De ese lugar vienes tú. Por eso amar no te atemorizaba. Por esa razón me invitaste al amor sin mi consentimiento, pero sabiendo que tenía ganas de amar. Yo temía al amor porque he visto a tantas personas morir por amarse, cómo los amantes se acompañan a la horca, extendiendo las manos el uno al otro mientras les separan. Hay una mezcla en sus rostros de anhelo y arrepentimiento. Desde que tengo memoria, nos hacen ver los ahorcamientos de alguno o alguna participante del acto prohibido, sólo a uno o una, pues como última crueldad les asesinan en árboles ubicados en dos lugares muy alejados entre sí. Yo no tenía problema con eso, pensaba que no había ninguna necesidad de arriesgar la vida y recibir tal humillación por unos cuantos besos.
En ese entonces, nadie llamaba mi atención y nunca supe si yo le interesé a alguien… Bueno, quizá al capataz de la primera puerta, pero no es nada especial, él no distingue y no respeta a nadie. Hay quienes dicen en broma que tendría intimidad con una planta, si ésta se moviera provocativamente con el viento. Tiene una mirada incómoda y cobra favores con cercanía. Pero como no es amor, a nadie parece importarle. Yo he tenido la fortuna de no tener que recurrir a ningún favor ya que, debido a la posición de mis ancestros, pude tener ciertas ventajas que el resto no tiene, pero ahora que todos y todas murieron, y no habiendo hecho nada por obtener poder, soy igual a cualquier persona que suda por comida. Lo único que me dejaron conservar fue la pequeña choza de mi abuelo, que después fue mi padre; donde la soledad se siente más y a la que aborrecía, hasta que ésta fue testigo muda de nuestro amor y se convirtió en algo bueno. Cada fibra de las palmas y cada poro de los carrizos guardan un suspiro, un gemido, un “te amo”, una sonrisa y muchas promesas.
Después de que nuestras bocas se rozaran por vez primera, comprendí por completo por qué esas personas arriesgaron su vida por sentir. Como si esa fuerza enorme, que llamaban sufrimiento por la muerte (pues la muerte en sí no me da miedo), cuyo tamaño era igual a cinco arbolotes encaramados, luego de ese primer contacto comenzaba a hacerse tan, pero tan pequeño como un arbusto, que además tenía frutos dulces. Comprendí todo como si después del beso fuera más inteligente, mi vista hubiese mejorado o alguien me hubiese enseñado una lección con mucha paciencia. Claro, tú. Cada vez que casi nos descubrían, yo temía por el dolor que te acarrearía todo ello, sabía que tú te preocupabas por mí, pero las ganas de seguir disfrutando todo aquello, vencía al miedo que sentíamos por nuestras propias personas. Eso nos hacía tan valientes, como la bestia mejor dotada de la selva.
¿Sabes, amor mío, que rompiste mi mundo tal y como lo conocía? Cuando te vi, supe que alguien o algo puso un corazón en mi cuerpo y que servía. Aquí hay quienes dicen que no debería ser así, pero creo que sería una crueldad si sólo estuviera ahí como un adorno, o como una broma, porque se supone que no debiera servir para amar. Porque te comunico que mi cuerpo tiene ese defecto que piensan que no debería tener. Amo, y amo mucho. No sé a quién reclamarle por esto. Porque quejarme sería igual a aceptar mi crimen, aunque callarlo ya es pagar condena. No sé cómo superar este ser lo que se supone que no debo, lo que dicen que está mal y es un defecto. ¿Cómo es posible que esto que siento en el pecho sea algo malo? Si no daña a nadie, si sólo produce amor. Pero no importando qué, nadie lo aceptará. Creo que toda persona debería poder amar, no porque esté bien o esté mal, sino porque es posible hacerlo. Lo que nos es natural y positivo, debería ser permitido sin discusión alguna.
Mi mundo estalló en pedazos cuando te conocí. Tú te convertiste en un camino de hojas que cubría mis plantas para no cortarme con las partes filosas de mi mundo destruido. Cuando te marchaste, mis pies desnudos comenzaron a herirse y mis manos también cuando intentaba pegarlos. Siento que desangro, que el tiempo pasa y eso afecta mi cuerpo. Que cada día se encuentran peor mi cuerpo y mi mente. Qué sólo puedo sentarme a esperar mientras veo la sangre fluir, mientras mi vida se agota, en secreto. En un íntimo y preciado secreto.