Tiempo de espera

¡LIBERTAD!

28

«Acortar la espera, acortar la espera… »

     Es lo único que pienso mientras corro hacia ti. Mis piernas ya me duelen y la distancia no se hace menos. ¿Qué haces? ¿Por qué no me esperas? ¿Qué buscas? ¿Adónde vas?

 

     ¿Dónde estoy?... ¿Te das cuenta adónde me has traído? ¡Esto es el “sendero prohibido”! Nadie me sigue. Ya no te veo. ¿Hacia aquí querías que te siguiera? ¿Eras tú quien me hablaba anoche? ¡Por favor, espera, regresa! Tengo muchas preguntas.

     Este camino cada vez es más difícil y peligroso. No te encuentro.

     —Por aquí. Sígueme.

     Escucho tu voz, pero no te veo. Sigo andando y no sé si seguir a tu imagen y a tu voz me sirva de algo. ¿Y si vuelvo? Quizá no sepan que me fui. Pero mis pies no se detienen. ¿Has tenido tanto frío alguna vez que no quieres alejarte del calor? Te sigo, como si sólo eso mantuviera en marcha a mi corazón. Creo que es así.

     Ya casi no veo nada y creo que el tiempo de volver ya pasó hace mucho. Además, hace un buen rato que sé que no eres real, pero sigo andando. No sé si es valentía, locura o miedo lo que impulsa mis piernas. Es estúpido, lo sé. Pero esto que hago hace que te sienta más cerca, aunque la verdad no sé si me alejo o me acerco. Lo único que sé es que hago algo al respecto, tal como dijiste.

     «Acortar la espera, acortar la espera… »

     Este pensamiento aparece seguido en mi mente y hace que el siguiente paso pueda ser dado. ¿Qué haré cuando la luz del sol me deje y el frío de la noche me devore? Debo seguir, pero ya ni siquiera veo dónde piso.

     «Acortar la espera o perder la vida… »

     Sólo tengo esas dos opciones. Me detendré un momento… No puedo con mi respiración. Estoy cerca de la línea que se ve en la distancia. Esto es nuevo, por completo. Toda mi vida he visto los mismos paisajes y las mismas escenas, con diferentes personas. Lo único constante en mi vida era el trabajo y la seguridad de que las mismas cosas seguirían ahí al día siguiente. La gente iba y venía, pero los árboles y las rocas eran de fiar. Esto es nuevo.

     Desde aquí se ve un poco de ese lugar del que me alejo. Las luces de las antorchas y los candiles dibujan un poco de lo que hay. Ya no parece haber alboroto. Ya no se oyen disparos. Eso no puede ser muy bueno. Si lo que sé es confiable, ya debieron calmar las cosas, después de eso contarán a las personas muertas y a las vivas. Entonces se darán cuenta de que no estoy y la caza dará inicio. Así que debo ganar ventaja en lo que eso sucede. Seguiré caminando, en silencio. No quiero lastimarme con estas rocas que amenazan mis piernas, ni pensar en ideas que amenacen mi mente.

 

29

Estoy aquí. ¿No se supone que esto es lo que deseaba? Esto es por lo que luché tanto. ¿Es ésta la forma de la línea que veía a la distancia? ¿Maderas blancas no más altas que yo? He llegado al supuesto fin del mundo. No parece tan impresionante como pensé. Yo creí que al asomarme para ver cómo se veía el otro lado, algo caería y me volaría la cabeza o que del otro lado había un gran precipicio que absorbería todo, o que descubriría que esta tierra no es más que una gran roca flotante en medio de la nada. Pero no. Hay tierra y si doy otro paso, se descubre otro tramo y otro tramo más.

     ¿Es normal que aunque tengo esto frente a mí, siga pareciendo una ilusión? Temo que cuando ponga un pie ahí, todo se desmorone y yo caiga a no sé qué lugar. Ya llevo como quince intentos de pasar y emprender la carrera hasta ti, pero no he tenido las fuerzas. Me da pena contarte que estuve contemplando a la distancia, en la noche, las maderas, como si de un gran monstruo se tratara. Sostenía mis piernas, con el miedo de que algo en lo desconocido saliera y me lastimara. Para esto te necesito. En tu ausencia tomaré el anillo tejido que me diste para darme valor. ¿Quién lo diría? ¡Es madera! Sólo madera cortada y pintada. No lastima, ni grita que me quede al tocarla. Casi puedo sentirte del otro lado. Como cuando, estando en la cama, mientras dormíamos, sin tocarnos y con suficiente oscuridad para no vernos, sabía que estabas, pues sentía tu calor cerca de mi piel. Así es. Saber que estuviste ahí, me hace sentir que las cosas son posibles.

     Pero tuve que esperar a que amaneciera para que supiera qué veía. Fue una estupidez. Lo sé. Quizá aún no hayan comenzado la búsqueda por el caos de ayer. Quizá algunos capataces y guardias cayeron pero, con seguridad, los recién llegados no eran suficientes para acabar con la defensa de las minas. Así que cada vez tengo menos tiempo.

     Tengo tanto miedo de poner un pie del otro lado, como de que alguien aparezca detrás de mí. Sé que lo haré, porque sólo quien ama sabe lo terrible que es esperar, sólo esperar, sin saber nada. Esperar desgasta, enloquece, quiebra el alma hasta no dejar nada, ni ganas de vivir, si no es con el ser que amas. Aunque aún no tenga señas de ti.




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