Año 25 Después de la Colonización (D.C). El hombre del maletín cree estar preparado para el transporte. Sobre el dedo derecho anular se encuentra el Anillo del Tiempo, compañero inseparable de viaje, de incontables ocasiones parecidas a la que va a tener lugar ahora mismo. Como viajero del tiempo, debería estar más que acostumbrado a estos viajes. Y, sin embargo, la sombra de la duda es también otro de sus compañeros de travesía. El hombre del maletín siempre, siempre teme que suceda algún tipo de error en el proceso, como ser descubierto por alguien al materializarse, perder El Anillo del Tiempo, llegar a una época equivocada o, incluso, quedar atrapado para siempre en otra época o dimensión.
Pero no puede detenerse demasiado, dispone de poco tiempo para realizar el transporte. Por su seguridad. Pero no solo por su seguridad. De él dependen otros, inmersos como él en sus papeles de protagonistas. Entonces con su mano izquierda toca el anillo y se inicia todo. El hombre del maletín nota cómo su cuerpo es cada vez menos pesado, llegando a perder la noción del tiempo y del espacio, dirigiéndose hacia un vacío en el que no parece existir nada. Luego, el proceso anterior se invierte, y se materializa finalmente en el lugar de destino. Todo esto ocurre en milésimas de segundo en las que apenas llega a ser consciente de lo que pasa.
Acaba de llegar a Base interestelar 500 en el pasado. El hombre del maletín advierte que se encuentra cerca de una humilde casa en las montañas, lejos de la ciudad, lejos de la amenaza que suponen todos aquellos que en el futuro pretenden atentar contra la humanidad. Pero el gato con el que quiere hablar todavía lo desconoce. El poder del Anillo Supremo le ha indicado cuándo y dónde podría entrevistarse con él. Sin más dilaciones, se dirige hacia la puerta y llama. Un gato menudo, de no más de metro y medio, tal y como suele ser el tamaño de los gatos en esa época, le abre y, sin el menor atisbo de temor, hace pasar a su huésped hacia el interior de la cabaña.
—No sabe quién soy, ni cuáles son mis intenciones. ¿De verdad no tiene miedo de que le pueda hacer daño? —le preguntó extrañado el hombre del maletín.
—Lo que sé es que usted es un hombre de la Tierra —respondió con tranquilidad el gato de las montañas. Y prosiguió: —En este planeta los gatos no nos tememos. Las Leyes de Dogma nos impiden hacernos daño. Yo mismo he participado en su proceso de creación
En ese momento, el hombre del maletín se fijó en el Anillo de Vida que su interlocutor llevaba en su dedo. Dijo entonces:
—Y su Anillo de Vida también le protege.
—¿Cómo sabe eso? —le inquirió el gato.
—Vengo del futuro. Del año 3720. Soy uno de los pocos viajeros del tiempo que existen en la galaxia y el único viajero del tiempo terrestre. Tengo como misión impedir que la raza humana sea esclavizada en una época futura. Y añadió: —por parte de los mismos gatos que usted cree que no desean el mal.
El hombre del maletín se dio cuenta de que el gato le observaba con mucha atención, consciente de la importancia que para él tenían sus palabras. Entonces continuó hablando. Y dijo lo siguiente:
—Me llamo Sebastián Gormín. Y le voy a contar ahora la historia de un libro escrito en el futuro, en el año 3700 Después de la Colonización, que trata sobre el origen y evolución de la especie a la que usted pertenece. En un principio contábamos con numerosos ejemplares de aquel libro, diseminados a lo largo de la galaxia por diferentes lugares y épocas, cuando todavía los viajes en el tiempo no estaban regulados legalmente de manera adecuada. El hecho de que casi cualquier gato pudiera adquirir algún ejemplar del que no se podía hacer un completo seguimiento acerca de su paradero, facilitó que fuerzas contrarias a la Ley de Dogma se apropiasen de un gran número de ejemplares, buscando mensajes y llamadas de socorro escondidos entre sus páginas en un idioma desconocido para ellos, para vosotros, los gatos, que alertaban sobre el peligro que esas fuerzas del mal suponían para el devenir de la humanidad. Los felinos contrarios a la Ley de Dogma querían evitar a toda costa que alguno de esos libros fuera a parar a la Tierra y llegase a manos de la persona Elegida, la muchacha de la Tierra, que, según antiguas creencias ancestrales, viajará al planeta Base interestelar 500 y hará efectiva la unión entre los humanos y los gatos, revirtiendo el peligro que acecha a su planeta. Se supo que en ninguno de los ejemplares que circulaban del libro se encontraron los mensajes de advertencia. Y se sospechaba que había un solo ejemplar que sí los contenía, escrito en un idioma de la Tierra. pero nadie sabía dónde ni en qué época se hallaba. Salvo… yo. Yo soy la persona de la Tierra, viajero del tiempo, que tradujo el libro de vuestro idioma al mío. Y, según la información proporcionada por el Anillo Supremo que yo poseo ahora, ese libro tan codiciado se encuentra en poder de una adolescente en la Tierra, la misma que está destinada a viajar a Base interestelar 500. Debemos hacer todo lo posible para que la profecía ancestral se cumpla. Cuando lea todos esos mensajes, la muchacha de la Tierra estará preparada para contactar conmigo. Y yo la encontraré con la ayuda del Anillo Supremo.
El gato de las montañas estaba profundamente conmovido por el relato que estaba escuchando. Pareció que quisiese tomar la palabra, pero Sebastián Gormín le interrumpió y continuó su exposición:
—Lo siento, pero no tengo mucho tiempo. Es necesario que termine mi relato. Se estará preguntando cuál es el motivo real de mi visita. No es solamente para contarle una bonita historia. Necesito imperiosamente su ayuda. Si he venido al pasado es porque sé que usted fue uno de los gatos que elaboraron las tres leyes de Dogma y además es profundamente conocedor de las proféticas creencias ancestrales que deben unir en la paz a humanos y gatos. Le pido que realice una transformación en el contenido de las leyes e incluya en ellas la referencia a la profecía ancestral, de modo que esta quede reflejada como una ley más que debe ser obedecida. Esto hará que les sea mucho más difícil a las fuerzas anti-Dogma actuar con tanta libertad. Si actuamos desde el poder del Anillo Supremo, esta modificación en las tres Leyes de Dogma producirá un cambio desde el pasado hacia el futuro. Me explico, desde el año 25 D.C en el que nos encontramos nosotros, usted y yo ahora mismo, una cuarta ley de Dogma quedará integrada dentro de las otras tres leyes como la continuación de la profecía ancestral.