—El inspector Dundan supone un grave riesgo para nuestros planes —dijo con contundencia la Máxima Autoridad.
—No se preocupe, señor, lo tenemos controlado. Sabemos cada paso que da, en todo momento.
—Quiero que dificulten todo lo posible sus investigaciones. Y… ya sabe, si fuera necesario… habrá que eliminarlo. Por otra parte, es absolutamente vital que recuperemos el Anillo Supremo. Debemos descubrir la identidad del viajero del tiempo que me lo arrebató.
—Nuestros agentes especiales trabajan en ello, señor —repuso su interlocutor.
—Nadie de mi Gobierno puede sospechar nada de todo esto.
—Descuide, señor, nadie lo sabrá.
Finalmente, la Máxima autoridad de Base interestelar 500 se había quedado a solas en su despacho. Únicamente el interlocutor de la conversación anterior y unos pocos agentes especiales anti-Dogma eran conocedores de su condición de viajero del tiempo. Una sola idea circulaba con fuerza por su mente. Reflexionando en voz alta repuso con gran determinación: “seas quien seas, viajero ladrón, acabaré por atraparte”.