El muchacho de cabellera pintada se acercó a Derán, sin permiso le agarró de una mano y bailó dio varias vueltas como si estuviese bailando. El ojidorado manoteó, soltándose de la mano de Alaster, pero este no detuvo sus pasos flexibles. Se acomodó la mano encima de uno de sus audífonos y cantó a todo pulmón como si estuviese en un concierto.
—¡Oh, yeah, baby!
—Suficiente, Croow. —Derán le retiró los audífonos, el joven saltó tan rápido que Dylon apenas fue capaz de percibirlo. Los recuperó al segundo, para luego soplarlos.
—No toques mis cosas, bárbaro insensible carente de buen gusto.
—¿Qué haces aquí, Croow?
—¿Qué haces aquí, Croow? —imitó con una voz más chillona.
Dylon se rio, no pudo evitarlo. Sin embargo, la vena hinchada en la frente de Derán le dijo no estaba satisfecho.
—No estoy para tus bromas ridículas. —Derán avanzó hacia él, mandó un brazo veloz para atraparlo, pero los dedos alcanzaron solo a rozar la camisa—. Alaster.
—Derán —dijo sonriendo—. No eres tan rápido, ni lo intentes.
—Sabes que, si te pongo las manos encima, te dejaré un ojo morado.
—Uy, qué susto —fingió un escalofrío—, ¿qué haces tú aquí, Derán? —la pregunta fue ladina y socarrona—, espera, espera —se sostuvo las sienes como si la mejor idea de todas la estuviese llegando—, estás aquí para ligar, eso es muy tú, Deri.
—No me llames así y no estoy aquí para ligar.
—Ah, ¿no? —preguntó Dylon a su lado—. Pensé que lo estábamos haciendo.
—¡Lo sabía! Porque tú también debes estar patrullando, Deri, si estuviese haciendo tu trabajo no sabrías que yo estoy aquí, todo se mantendría en armonía, oh, dulce y perfecta armonía —dijo abriendo sus brazos, igual que un ser iluminado.
—De todos los que podría haberme encontrado hoy, tendrías que ser tú, Croow.
—Te he dicho que me llames por mi nombre, Croow no me gusta. —El muchacho pasó su mirada vivaz a Dylon—. Eres el hijo de la vieja bruja y arruga de Ekans, un gusto —saludó con su mano—, Alaster, si me llamas Croow, eres hombre muerto.
Dylon se rio, Alaster era divertido.
—Dylon, pero supongo que ya sabes mi nombre.
—La gente aquí es el chisme, baby, todos saben de todo, pero no se dan cuenta de lo que tiene en sus narices. —Guiñó un ojo con picardía—. Eso último es un consejo, ya me lo pagarás.
—Gracias, supongo. —Derán le dedicó una mirada afilada a Dylon, sonreía demasiado a Alaster.
—Vete de aquí, Croow, te dejamos la zona más tranquila para el patrullaje.
—Boo. No quiero, me toca alrededor de los ancianatos. ¡Deri! ¡Los ancianatos! Lo más emocionante que puede pasar es que a un viejo se le caiga la caja de dientes mientras tose.
Su rostro fue exagerado, manoteó y gesticuló. Dylon se rio, se notaba a la legua que Alaster tenía mucha personalidad. A él le hubiese gustado ser así, tan libre y descuidado para decir todo lo que quisiera, entonces de seguro su estado de ánimo estaría bien todos los días, porque… no tendría que guardar secretos, esconderse o fingir ser alguien que no era.
A veces, incluso, no sabía bien ni quién era él. Dudaba Alaster tuviese ese problema, se notaba era libre y fuerte como un vendaval.
—Croow. —Derán se sobó su tabique—. No patrullamos porque pasen cosas interesantes, es nuestro maldito trabajo, si tuviésemos acción todos los días, no tendríamos tiempo ni para entrenar, por cierto, te saltaste el entrenamiento de esta madrugada.
—Era de fuerza, no lo necesito —replicó a la defensiva—. Solo me interesan los entrenamientos de velocidad.
—Ah. —La frustración se elevaba en Derán y su entrecejo se juntaba más.
—¿Sabes disparar? —preguntó Dylon, podría ser que Derán de verdad sufriese un ataque de cólera y no sería lindo de ver.
—¡Claro que sé!
—Vete de aquí, Croow.
—¿Tienes miedo de perder contra mí, Deri? —preguntó burlón. Dylon creyó que Derán no caería en una provocación tan obvia, pero lo halló quitándose el chaleco y haciendo movimientos de relación muscular para la nuca al segundo siguiente.
—Toma una, te ahoyaré como las terminas a la madera, Croow.
—Ya quisieras ahoyarme, Deri, pero no eres mi tipo, me gustan más las rubias con buen pecho y delgada cintura —le guiñó un ojo con descaro.
—Quien derribe diez de diez, hace la limpieza del equipo del otro por una semana.
—¡Acepto! ¡Prepárate para ser mi sirvienta persona, Deri! —Dylon se rascó la nuca.
Había imaginado Derán era un hombre competitivo, pero no esperó que tanto. Se tomó tan en serio ese mínimo desafío. Él optó por sentarse no muy lejos, solo lo suficiente como para que la sombra le cubriese del sol. Estiró las piernas y apoyó la espalda en un tronco, solo mirando.
Los disparos fueron uno tras otro, Derán no fallaba ningún, Alaster, a pesar de su apariencia vistosa y comportamiento salido, no tenía mala puntería. Lo siguió de cerca. Por primera vez, Dylon observó a Derán en un ambiente más profesional. Desde luego, no se parecía al pervertido descarado de siempre.