Tiempo de Gorgonas

Capítulo 39. Sé lo que eres.

Uno a uno Dylon podó las ramas de los rosales. Las primeras veces que cerró las tijeras, Agnosia estuvo muy pendiente de que no fuese a cortar las ramas buenas, si bien fue fácil evitarlo, la antigua mujer lo instruyó y él aprendió.

Se podan primero las ramas secas, negras o quebradizas, después se va por las ramas que están débiles o que cruzadas, se rozan con otras. Finalmente se ataca a los brotes delgados, porque nacen desde la base del rosal y consumen nutrientes innecesarios, robando más a la planta de lo que dan.

En el proceso laboral, la respiración de Dylon se fue relajando y su mente se concentró solo en la tarea que tenía delante, consiguiendo fuese capaz de liberar la presión en su cabeza.

Recogió las ramas caídas con los guantes que le dio la anciana. Eran suaves por dentro, parecían tener relleno de algodón, si bien eran de un cuero amarillo bastante grueso. Impedían se chuzase con las agudas espinas, además de que se fuese a cortar la piel con las tijeras de poda.

—¿Has hecho esto antes? —preguntó la anciana, jugueteando con un cinto naranja entre sus dedos.

—Es mi primera vez.

—Lo que todo hombre se muere por escuchar —mencionó con un tonito burlón. Dylon la observó con las cejas arrugadas en confusión—. Sea como sea, lo haces mejor que mis nietas y esas han vivido toda la vida aquí.

—¿Lo cree? —Una pequeña fracción de Dylon, una egoísta y fea, se alegró de escuchar que era mejor que Candace en algo.

Era una inmadurez completa, casi como medir quien la tiene más larga entre los compañeros de escuela solo para llenarse el tarro del ego. No había forma de que pudiese competir con Candace. Ella era preciosísima y caliente, de seguro a Derán le gustarían así.

Calientes, curvilíneas y húmedas.

Soltó aire con desgano, metiendo las ramitas en un cesto para la basura.

De nada servía ser mejor que alguien en podar rosales, eso no hace que otro te quiera, tampoco que te desee, como mucho te dará una felicitación por hacer bien un trabajo. Era insufrible sentirse así, sentir que necesitaba del aprecio de otro para sentirse mejor consigo mismo.

—¿Qué es lo que tanto te atormenta? —le preguntó Agnosia, trenzando el cordel—. Le pasarás las malas energías a mis plantas, si lo haces, me aseguraré de castrarte con esas tijeras.

—Oiga —jadeó ofuscado—. Eso es muy duro, he estado trabajando desde hace un rato sin quejarme, señora.

Agnosia se rio, elevó un dedo e hizo un chorro de agua de la regadera metálica saliese rápidamente, cayendo de una sola vez encima del pantalón del muchacho, justo a la altura de su muslo.

—Debo de estar perdiendo facultades —dijo apenada—. Apunté a la entrepierna, la broma del meado siempre fue mi favorita.

—Es usted bastante grosera, señora, no sé si se lo han dicho —rezongó, inclinándose para limpiarse el agua.

No iba a matarlo, pero le daría mala imagen y con su rostro de agotamiento tenía bastante.

—Eso han dicho de mí muchas veces —le comentó—. Sin embargo, es más importante lo que creo de mí misma. Siempre he pensado en mí como una persona amable y dulce, caritativa y respetuosa.

—Sí, como no.

—Eso es lo que más importa al final, lo que creemos de nosotros, muchacho Ekans.

Dylon soltó aire con desgano y se pasó la mano más fuerte por el área húmeda.

—Lo hace sonar como si fuese lo más sencillo del mundo —dijo—. Pero la verdad no es esa, por mucho que pensemos bien de nosotros, no podemos cambiar ciertas cosas, por ejemplo, no podemos cambiar a las personas, no nos van a querer simplemente porque creamos que somos dignos de ser queridos.

Sobó con mayor intensidad, frustrado porque el agua no se secaba rápido y porque, porque su corazón dolía.

El sonidito de negación de Agnosia solo lo hizo frotar más fuerte.

—Es porque cometes un error muy básico —obvió, sin dejar de trenzar—. No tienes que esperar que otros te quieran, tienes que ser una persona que pueda ser querida.

—¿Qué? —Los ojos grisáceos se encontraron con los más sabios, rodeados de arrugas.

—Te angustia no ser querido, pero te has preguntado si eres una persona que pueda ser querida. Es esa la verdad cuestión. —Dylon detuvo sus acciones y se irguió, para después acercarse a la anciana y sentarse frente de ella.

—¿Qué quiere decir? —Sus cejas más bajas y mirada seria hicieron sonreír a la mayor.

—¿Por qué es tan importante ser querido? —Se sostuvo la barbilla con detenimiento.

—¿Cómo sabe que eso es lo que me preocupa?

La uña esmaltada de negro y rojo se señaló un ojo.

—Soy yo la que puede ver tus emociones, cambian de color con facilidad —dijo—. Estoy perdiendo mi toque, pero todavía puedo verlo con mucha claridad. El color frío que te invade el pecho y te tensa las extremidades, al tiempo que te aprieta las entrañas.

Los labios de Dylon se volvieron una línea arrugada.

—Así que soy fácil de leer.

—Como un libro bien abierto y con letra tamaño cincuenta —concordó de inmediato, causando una risa apenada en Dylon—. Lo verdaderamente importante, muchacho Ekans, no es te quieran, eso es lo más irrelevante de todo. Lo verdaderamente importante, es si eres alguien que puede ser querido.



#841 en Fantasía
#146 en Magia

En el texto hay: bl, gay, magia

Editado: 10.03.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.