¿tienes mi corazón?

4

Desperté a mitad de la noche con una sensación desagradable causada por una pesadilla instantes después, empecé a recordarla, en ella me veía caminando por las calles sin salida, al mismo tiempo veía como muchas personas me miraban con los brazos cruzados con decepción, otros pasaban de mí, veía sombras.

En medio de la oscuridad me senté en la cama normalizando mi respiración y pulso cardíaco, estando más tranquila, regresé a mi cama, me acosté en posición fetal, pero mágicamente el sueño había desaparecido.

Después de al menos dar unas cuantas vueltas, me pare de nuevo frustrada, mire el móvil 2:04 am, me sentía agitada pero no podía dormir.

Me quite el pijama, me puse un vestido de los que había comprado, me mire al espejo, me puse algo de polvos, rice mis pestañas junto con un poco de humectante labial de color rojo claro.

Agarre el bolso, abrí la puerta, todo estaba apagado, presione el elevador, este llegó a mis tan solo instantes después.

Bajé del todo, cuando salí de este, me quedé parada como estúpida mirando sin saber qué hacer y preguntándome por qué no estaba intentando dormir. En este piso ya estaban las luces encendidas, los recepcionistas e incluso unas cuantas personas, me dirigí hacia la piscina del hotel allí me recosté en una silla de al lado.

Estando recostada me quedé mirando el reflejo de la luna en el agua, el clima era perfecto no era un calor insoportable, todo estaba perfecto.

Abrí mi bolso, de el saque mi móvil, al prender la pantalla era notable la cantidad de notificaciones, deslicé mi dedo desbloqueando el móvil, este comenzó a sonar como loco, entre a la aplicación con más notificaciones WhatsApp. El primer mensaje era de Alessandro, precisamente él es el una de las causas que me tenía a estas horas de la noche sin sueño.

Alessandro era mi jefe, como un trabajo provisional había aceptado el de secretaria y esa era precisamente mi labor, secretaria de Alessandro. Bueno, específicamente él no era mi jefe en un principio, de hecho, lo era un viejo amargado de unos 50 o más años, por motivos que desconozco el puesto cambio de portador.

FLASHBACK

Yo y mi impuntualidad, seguro que algún día enserio me iban a botar del trabajo por  llegar tarde, con la joya de jefe que tenía eso era seguro, a veces sentía que el reloj se volvía en mi contra por las mañanas.

Iba lo más rápido posible, la gente se me quedaba mirando y con razón, pareciera que me acabaran de atracar o algo así, solo me preocupaba llegar puntual, justo hoy iba más tarde que todos los días.

Miraba mi reloj cada segundo esperando que se quedara quieto y dejara de avanzar a pasos tan agigantados, ya estaba a pocas cuadras de llegar, incluso estaba pensando en que excusa sonaría creíble, porque por supuesto no lo es que no puse la alarma. Ya lo tengo, le diré que fue por causas familiares y personales, así no me podrá hacer preguntas, ya veía la entrada del lugar, iba corriendo con tacones por lo que mis pies me mataban, al llegar a la puerta me quite los tacones porque me estaban pelando y me dolían mucho los pies.

— ¿Te duele mucho? —escuche que me dijo una persona la cual no conocía.

—Solo un poco no es nada— me estaba saliendo un poco de sangre justo donde terminaban lo tacones en la parte de atrás.

—Creo que te podrían servir— alce mi mirada, vi a un chico bastante joven, vestido formal, moreno, en sus manos tenía unas curitas, las cuales acepte y las puse donde salía la sangre.

— ¿Eres nuevo? —le pregunte.

—Sí, algo así—hizo una breve pausa— por lo visto tu no.

—No, de hecho, voy muy tarde, y la verdad no quiero ir. Mi jefe es algo molesto, además todavía no me acostumbro a eso de ser secretaria.

— ¿Vienes tarde apropósito?

—No, olvidé poner mi alarma. ¿Por qué lo dices?

—Se te nota que estabas algo ajetreada.

—Sí, lo se estoy horrible, mi suerte es tal que pasé en medio de una gotera en el camino—mi comentario le causo gracias, por tanto, a mí también.

—Yo diría que estas hermosa.

—Déjame decirte que yo pienso lo mismo de ti.

—¿Estoy hermosa?

—No seas tonto—le di un pequeño golpe el hombro.

Entramos al elevador, dejé que el marcara su piso primero del cual ni siquiera me fije.




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