—Sabía que vendrías a verme —saludó Matt.
—Entonces, sabes qué es lo que he venido a preguntarte
—contestó, Matt asintió y le instó a entrar a su clase, sin embargo, se negó. Prefería estar en el pasillo por si necesitaba huir.
—Claro —habló Matt; José lo observó atento esperando la respues- ta del chico, pero este no decía nada, simplemente lo miraba y esto lo estaba empezando a sacar de quicio.
—¿Me lo vas a decir o qué?
—¿De verdad no lo recuerdas? ¿No sabes de qué la conoces? —pre- guntó Matt, José lo miró hastiado; ya se estaba empezando a cansar que todo el mundo le preguntase lo mismo.
—No, no la conozco; de hecho, estoy prácticamente seguro que no la he visto en toda mi vida. Pero… —José suspiró y Matt lo observó con interés—. Ella parece tan segura de conocerme y me mira con tan- ta ira, que está consiguiendo que dude. Así que si tú pudieras decirme de qué se supone que nos conocemos, te estaría muy agradecido.
—La verdad es que… —Matt se rascó la nuca pensativo—, no me ha contado nada.
—¿¡Cómo!? —preguntó José fuera de sí golpeando la puerta con su puño—. ¿Me estás vacilando? ¿¡No se supone que tú eres su mejor amigo!?
Gritó furioso, ahora también ese chico se estaba burlando de él. Matt le dio un par de palmaditas en la espalda y echó los brazos hacia atrás despreocupado.
—Solo vine a hablar contigo porque Bel dijo que tú sabrías qué de- monios le pasa a Nora conmigo, pero ya veo que no es así. —Se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia su clase.
—Conozco a Nora casi mejor que ella misma; es extremadamente tímida, casi siempre está metida en su mundo y rara vez se enfada de verdad —habló Matt. José se dio la vuelta y vio al rubio apoyado en la pared con las manos en los bolsillos mirando hacia el suelo, luego levantó la mirada y lo miró directo a los ojos—. No sé qué le hiciste, pero debió de ser algo bastante grave para que ella reaccionase así nada más verte; pero lo que es de verdad importante es que no dice de qué te conoce.
—¿Y eso qué importa? —preguntó, Matt se apartó de la pared y caminó hacia él.
—Eso significa que te está protegiendo. —José lo miró con cara de interrogación, ¿protegerlo a él? ¿de qué?; Matt sonrió de medio lado con malicia—. Te voy a decir una cosa; no sé qué le hiciste, pero tuvo que ser algo horrible para no decírmelo y que pueda vengarme por ella.
—¿Eso es una amenaza? —inquirió; Matt borró la sonrisa de su cara e hizo una mueca de disgusto. José se dio la vuelta y se encontró a Nora con los brazos en la cadera mirándolos enfadada.
—Te dije que no te metieras —recriminó la morena, Matt chasqueó la lengua y se rascó la nuca.
—Lo sé, pero no he podido evitarlo —contestó Matt caminando hacia ella y colocándose a su lado—. Te compraré un helado para com- pensarte.
—Será mejor que volvamos a clase —aseguró Nora mirándolo con semblante serio, luego se giró hacia Matt y tras chocarle los cinco se dirigió a la clase.
—Te estaré vigilando —murmuró Matt cuando José pasó a su lado.
Cuando entró a clase vio como Evan se despedía de Bel y corría hacia su encuentro.
—¿Y bien? —le preguntó expectante, José se masajeó la sien.
—No sabía nada y encima me ha amenazado —contó; Evan abrió la boca sorprendido y parpadeó un par de veces confundido.
—Pero… —Trató de hablar Evan, pero José lo interrumpió levan- tando una mano.
No quería escuchar nada más, estaba pensando en poner a Evan en la lista de personas de las que no quería escuchar consejos, justo por debajo de su padre.
.
En la hora del recreo se sentó en el banco al lado de Cris y se puso a comer su bocadillo en completo silencio. A su lado, Evan hablaba animado con Bel y con Sonia, al parecer la pelirroja le estaba enseñan- do formas de noquear al contrario con un solo movimiento; mientras tanto, Cris intentaba meterlo de vez en cuando en la conversación que tenía con Helena, pero él contestaba únicamente con monosílabos con el fin de evitarlo, por lo que su amigo desistió.
Para su sorpresa, Nora no había desaparecido, como en los anterio- res recreos, sino que estaba sentada en el suelo con la espalda apoyada en el muro mientras leía un libro sin hablar con nadie.
—¡Buenas! —saludó Matt, el chico llevaba dos paquetes de patatas, uno de ellos se lo lanzó a Sonia.
—¡Has salido! ¡Eso es nuevo! —exclamó Sonia feliz; él se encogió de hombros y se sentó al lado de Nora, a la que le arrebató el libro y le ofreció patatas—. Aún sigo enfadada contigo, no creas que te vas a librar con tanta facilidad.
—Lo sé —dijo Matt despreocupado mientras se ponía a examinar el libro de Nora—. Al final no te delataron.
—Claro que no, saben lo que les conviene —comentó Sonia mien- tras se metía un puñado de patatas en la boca y sonreía.
José no pudo evitar mirarla con miedo, a pesar que Sonia era peque- ña y delgada era tremendamente masculina, agresiva y bruta; además, gozaba de una fuerza sobrenatural. Seguro, si se lo propusiera podría darle una paliza a Cris a pesar que su amigo fuese un experto karateka, bueno, a él y a todo un equipo de fútbol si se lo proponía.
—¿Y qué te trae hoy por aquí? —preguntó Bel interesada, Matt miró hacia José y él entrecerró los ojos. Matt sonrió y se puso a comer patatas.
—Vine a tratar de comprar el perdón de Sonia —contestó el rubio, por lo que Sonia soltó un ja antes de sentarse en el suelo frente a Matt y Nora.
—Mentiroso —murmuró Nora divertida.
José no pudo evitar fijarse en ella, se veía tan… diferente. Estaba bastante relajada e incluso sonreía, algo bastante inusual. Se fijó en
que los tres chicos se pusieron a hablar animados, pero no conseguía escuchar que era lo que decían. Sin embargo, el pitido procedente de los altavoces llamó la atención de todos.
«Probando, probando».
Dijo una voz perteneciente a una chica. ¿Y ahora qué? Notó como Sonia y Bel se emocionaban y la pelinegra se ponía a dar saltitos.
«Hola a todos. Sí, hemos conseguido piratear la megafonía del ins- tituto, de nuevo. Profesor Gutiérrez, va a tener que currárselo más».
—¿Quién es esa? —preguntó Cris.
—¡Triz! Va a primero de bachillerato, es como una especie de repor- tera. Se pasa todo el curso pirateando la megafonía para dar un infor- me de «noticias» —explicó Bel rápidamente ya que, al poco tiempo, la tal Triz comenzó a hablar.
«Antes que nada, dar la bienvenida a los nuevos estudiantes transfe- ridos y a los nuevos antidisturbios, todos tenemos en nuestra memoria a los del año pasado, ¡espero que ya les hayan dado el alta en el hospital!».
Un momento, ¿cómo que los antidisturbios del año pasado estaban en el hospital? Pero si son profesionales, deberían de estar entrenados y preparados para situaciones de peligro. Cada día estaba más seguro que iba a morir en ese instituto.
«Y ahora, ¡las noticias! ¡Tatata-chán! Cuatro alumnos fueron fuerte- mente agredidos, aunque por suerte ninguno corre peligro de muerte; uno de los alumnos nuevos ha desaparecido, fue visto por última vez en territorio de los de primero de la ESO2, ¡fue un placer conocerte!; y por último, ¡este viernes empieza la feria!».
«¡Triz, abre la puerta!». Se escucharon fuertes golpes.
«¡Oh, no! Las fuerzas de la ley me han descubierto. Me despido hasta la próxima emisión, porque Gutiérrez, ¡no podrás detenerme! Muhahahaha».
La emisión se cortó y el recreo volvió a la normalidad.
—Es verdad, este viernes empieza la feria —repitió Bel ilusionada mientras aplaudía con emoción.
¿En serio Bel? De todas las cosas que esa tal Triz dijo ella se tenía que quedar con que el viernes empieza la feria. Miró hacia Cris con