Hola,
No sé si alguna vez leas esto. Tal vez no. Tal vez ya ni piensas en mí.
No te escribo para culparte, ni para que regreses. Te escribo porque necesito soltar lo que me quedó atrapado en el pecho.
A veces me despierto y me cuesta recordar en qué momento nos perdimos. Hay días en que pienso que quizás no era amor, solo una necesidad disfrazada. Otras veces, creo que sí lo fue… pero que no supimos cuidarlo.
No te odio. Nunca lo hice. Solo me cansé. Me cansé de esperar una señal, una palabra, una mirada que me hiciera sentir que aún valía la pena seguir ahí. Me cansé de fingir que todo estaba bien cuando por dentro me estaba apagando.
Guardo lo bonito, sí. Porque aunque duela, prefiero recordarte con cariño antes que con rencor.
Pero también entendí que hay que irse cuando el alma empieza a suplicar por paz.
Y eso hice. Me fui. No de golpe, no con gritos… Me fui de a poco, mientras aún estaba.
Gracias por lo que fuimos.
Y adiós… por fin, adiós.