Tienes Que Soltarlo

Cuando me fui aunque aún me quedaba amor

No me fui porque ya no te amara. Me fui a pesar de seguir amándote. Y eso fue lo más difícil.

Nadie entiende lo que es empacar el corazón sabiendo que aún late por alguien. Nadie habla de lo mucho que duele rendirse sin haber dejado de sentir. Pero hay momentos en los que quedarse es un acto de traición hacia una misma. Y yo me traicioné muchas veces antes de irme.

Callé cuando quería gritar. Acaricié cuando quería pedirte que no fueras tan frío. Me reí cuando por dentro me rompía un poco más. Me fui entrenando para no esperar nada, hasta que ya no supe cómo pedir algo sin sentirme culpable por hacerlo. Así aprendí a irme. Poco a poco. Con cada noche en la que no me preguntaste cómo estaba. Con cada gesto tuyo que me decía: "estás, pero ya no importas".

Y aún así, me costó. No sabes cuánto.

Te miré dormir una última vez antes de cerrar la puerta. Me quedé en silencio, como siempre, con todo lo que jamás dije. No por cobarde, sino porque entendí que si tenía que pedir amor, ya no era amor.

A veces me pregunto si notaste mi ausencia… o si te diste cuenta de que me había ido mucho antes de hacerlo físicamente. Porque me fui llorando en la ducha, hablando sola en la cocina, mirando el teléfono sin recibir nada. Me fui mientras aún te amaba. Pero también mientras empezaba a amarme un poco más a mí.

No volví.
No porque no te extrañe.
Sino porque aprendí que quedarse también puede doler.
Y esta vez, el amor no era suficiente para quedarme… pero sí para dejarte ir con dignidad.

---




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.