Tienes Que Soltarlo

Soltarte aunque te amé

Soltar no es dejar de amar.
Es aceptar que a veces el amor no basta.
Es entender que hay historias que, por más profundas que sean, no están destinadas a durar para siempre.

Me costó. Más de lo que imaginé.
Porque tú fuiste mi refugio, mi risa, mi piel conocida.
Fuiste el "aquí estoy" cuando el mundo se me caía encima.
Y por eso, soltarte me rompía un poco más de lo que mostraba.

Pero quedarme ya no era amor, era resistencia.
Era mantener viva una versión de nosotros que ya no existía.
Y cuando el amor se convierte en peso, en rutina, en vacío… lo más valiente es dejarlo ir.

No te voy a negar que aún pienso en ti.
Hay canciones que siguen sabiendo a tus abrazos.
Hay lugares que todavía susurran tu nombre.
Pero aprendí que recordar no significa quedarme atrapada.

Te solté con el respeto que merecías, con la ternura que aún me queda, y con la paz que yo también necesito.
No porque no fuiste importante, sino porque lo fuiste tanto, que no quiero seguir desgastando lo que alguna vez fue tan puro.

Soltarte fue un acto de amor.
De amor propio.
Y de amor hacia ti también, porque tú tampoco mereces que te amen a medias, desde el cansancio, desde la resignación.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.