Eran las siete de la mañana, oí tocar el timbre y me levanté sobresaltada y me fui directamente hacia la puerta.
—¿Quién es? —pregunté un poco asustada.
—¡Soy Esteban, ábreme!
—¡Qué susto! No sabía quién era, tenía el palo de béisbol aquí en la mano, por si acaso. ¿Pasa algo, amor?
—¡No, cariño, no pasa nada! Quise venir antes, eso es todo. ¿Estabas acostada? Qué pregunta tan tonta, dónde ibas a estar a estas horas...
—¡Sí, estaba acostada! Todavía es muy temprano. ¿Quieres café?
—No, tome uno en una cafetería. ¿Nos acostamos un rato?
—¡Claro, amor! Así descansarás. ¡Menuda sorpresa!
Nos fuimos a la cama; Esteban estaba cansado del viaje, porque se quedó dormido nada más meter el pie en la cama.
Yo lo miro con cara embobada; él tiene la cara de un ángel. Me recosté despacio sobre su hombro, apoyándome lentamente para no despertarle. Oigo los latidos de su corazón; estoy tan a gusto a su lado, me siento inmensamente feliz...
Los primeros rayos de sol entran ya por la ventana. Me levanté a preparar café y unas tostadas de jamón ibérico con queso de aquí de la tierra para llevarle el desayuno a la cama. Hoy me toca a mí tener ese detalle para él.
—¡Buenos días, amor! El desayuno está aquí.
—¿Qué hora es, Eva? He dormido como un lirón.
—Van a ser las diez de la mañana ya, ¡dormilón!
—Bueno... ¿Y esto? ¡Qué buena pinta!
—El desayuno, Esteban, no siempre vas a ser tú. Hoy te lo he querido preparar yo; el zumo de naranja está recién exprimido.
—¡Gracias, cariño! ¡Siéntate junto a mí y vamos a desayunar juntos!
Almorzamos en la cama, y nos quedamos un rato más; la verdad es que se está tan bien, que no me apetece levantarme y creo que a él tampoco.
A veces el ruido de los pájaros al apoyarse sobre el zócalo de la ventana era el único sonido que escuchábamos. Permanecimos un buen rato abrazados, pero sin hablar.
—Eva, creo que voy a buscar trabajo por aquí, en Torremolinos, de mecánico. ¿Qué te parece?
—¡Me parece estupendo! Nada me haría más feliz que tenerte junto a mí.
—Entonces, empezaré con la búsqueda, ¡sin falta de tiempo! Me pondré a ello; se me hace eterna la semana sin ti.
—¡A mí, también! Estoy deseando que los días vuelen para que vengas y poder estar juntos.
—Bueno, ahora, planes para hoy y mañana: footing, comer en algún restaurante, pasear por la playa, senderismo, ¿qué más te apetece hacer?
—A mí hoy eso que dices ¡me parece genial! Mañana domingo, me gustaría estar en casa, sin salir. Podemos pedir pizza y luego te acompaño a la estación. ¿Te parece?
—¡Pues, me parece bien! Me parece un plan para el domingo ¡perfecto!
Pasamos, como cada fin de semana, momentos inolvidables, momentos que serán nuestros para siempre.
Esteban está decidido a encontrar trabajo como mecánico en Torremolinos; yo eso hace mucho tiempo que lo estaba deseando.
Para mí, cada día es más difícil separarme de él; lo es todo para mí, ha llegado a mí como un vendaval, dándole un giro de trescientos sesenta grados a mi vida.
Sonó mi móvil y rápidamente contesté.
—¡Hola, amor! ¿Cómo estás?
—¡Hola, Eva! Este fin de semana no iré a verte; he vendido el piso en Madrid y he quedado para firmar los papeles. Tengo que dejar alguna cosa solucionada, pero el miércoles me traslado ahí definitivamente.
—¿Ya vendiste el piso? ¡Qué bien! ¿Entonces estarás aquí ya para el miércoles, de verdad?
—¡Sí! Estaré ahí contigo, ¡mi amor! Para siempre... El piso lo tenía muy coqueto, y está muy céntrico; lo ha visto una pareja joven y le ha encantado, está en una buena zona de Madrid.
—¡Me alegro mucho, mi amor! Por fin, podremos estar juntos; eres lo mejor que me ha pasado en la vida. ¡Te quiero!
—¡Yo también te quiero! Eres lo más importante de mi vida, jamás pensé encontrar una mujer como tú. ¡Te amo! Eres maravillosa, eres la musa que me inspira cada día, eres dulce, eres pasional, eres vida, eres la mujer que me ha cambiado y has hecho que saque lo mejor de mí, eres la pieza que le faltaba a mi vida para estar completa. ¡Nos vemos en unos días! ¡Te quiero!
—¡Nos vemos, mi amor! ¡Te adoro!
Las palabras de Esteban se me han quedado clavadas en el corazón; aquel sentimiento tan sincero me ha calado fuerte, han entrado hasta lo más profundo de mi ser.
¿Podía aquello ser tan maravilloso y perfecto? ¿Cómo podíamos ser tan parecidos?
Ambos hemos encontrado a nuestra media mitad, esa persona que te complementa en todos los aspectos, que te llena la vida, que te cambia, y sin la cual no puedes vivir.
Se me va a hacer largo este fin de semana; van a ser diez días sin él, pero el sacrificio vale la pena. Se me van a hacer los diez días más eternos de mi vida, pero no hay recogida si no hay siembra, y nosotros hemos sembrado el más puro amor en nuestros corazones y hemos regado nuestras vidas con amor.
¿Qué más le puedo pedir a la vida?
No hay nada más lindo que irse a dormir sintiéndose importante para alguien, sintiéndose amada...