Esteban está tramitando la venta de su apartamento en Madrid; ha tenido suerte y lo ha vendido muy pronto, por un buen dinero.
Es un apartamento muy amplio, con una gran cocina de muebles modernos de diseño, un gran salón, con un chaise longue, una pantalla de televisión plana enorme, con equipo de sonido, con una gran mesa de madera maciza y grabada, con grandes patas y una gran lámpara de araña gigantesca en el centro, de cristal. Tres amplias habitaciones, una de ellas con baño completo, con bañera de hidromasaje, un cuarto de baño completo con ducha y bañera. Los ventanales de toda la casa son grandes y todos son balcones que dan a la plaza de la Puerta del Sol, una buena y conocidísima zona de Madrid, muy cercana a todos los servicios: autobuses, metro, comercios...
Lo vende completamente amueblado y con la plaza de garaje; el precio de venta es elevado por la zona donde se encuentra ubicado y porque los muebles son nuevos y modernos.
Esteban lo ha vendido mucho antes de lo que se imaginaba, así que por fin podrá trasladarse a Torremolinos.
Esteban tiene planes, tales como montarse un taller propio de mecánica, con toda la maquinaria moderna; él tiene mucha experiencia y lo ve una buena opción.
Suena mi móvil y rápida lo cojo; sé que es Esteban...
—¡Hola, mi reina! ¿Cómo estás? ¿El día fue bien?
—¡Sí, muy bien! Terminé de entrenar un caballo para una competición, ¡estoy muy ilusionada!
—¡Ya tengo todo solucionado aquí! El miércoles llego a Torremolinos.
—¡Me parece increíble, mi amor! Qué ganas tengo... ¡De tenerte junto a mí, para siempre!
—¡Yo, también, mi vida! Pero... Eva, ¡ya falta poco!
—¡Oye, Eva! ¿Quieres que compremos una casa? ¿O nos quedamos en la tuya? Lo comento porque tienes caballería para tu caballo y porque imagino que no querrás irte de tu casa, donde has vivido siempre, y lo comprendo, ¡mi amor!
—¡Prefiero, en la mía! Como bien dices, por mi caballo Sultán, porque está en las afueras, en un lugar tranquilo y porque hace poco más de un año que hice la reforma, ¡cariño!
—¡Pues, no se hable más, decidido! Donde tú seas feliz, yo soy feliz, ¡mi reina!
—¡Seremos felices los dos! Será nuestro hogar, nuestro nido de amor, donde haremos nuestro futuro juntos.
—¡Bueno, tengo que dejarte! Llega el notario para firmar los papeles... ¡Mañana te llamo, te quiero, Eva!
—¡Yo, también a ti! ¡Un beso!
Mi casa es un buen lugar para vivir; está cerca de Torremolinos.
A tan solo nueve minutos en coche, Benalmádena es un municipio de la Costa del Sol, muy conocido por sus playas y el parque temático Tivoli World. El moderno Puerto Marina se caracteriza por el acuario Sea Life Benalmádena y los yates que en él amarran, entre sus edificios. En el casco antiguo de estilo andaluz se encuentra un castillo-monumento consagrado a Cristóbal Colón.
Cuenta con teleférico sobre la cima del monte Calahorro, donde hay muchos senderos, para practicar footing y senderismo.
Mi casa tiene una gran cocina, con isla en el centro y un gran salón con un gran ventanal, donde se ve mi jardín trasero, lleno de plantas y árboles frutales, un gran salón con un chaise longue, una mesa en el centro y una televisión de pantalla plana al fondo, con una gran mesa de comedor para ocho comensales, tres habitaciones, una con baño en suite; una biblioteca para una gran lectora como soy yo no podía faltar en mi casa.
Una plaza de garaje para dos coches y mi jardín delantero con una gran fuente, césped y flores de colores, todo vallado y al lado la caballeriza de mi caballo, en un entorno lejos del mundanal ruido.
Y cerca de la playa, donde me gusta galopar con mi caballo, un lugar donde de pequeña iba a hacer castillos en la arena, un lugar donde he conocido al amor de mi vida.
Quien sabe hacer el amor todos los días, sabe compartir esos momentos, sabe que no solo es encuentro físico. Hacer el amor también es hablarse bonito, es susurrarse al oído, es compartir proyectos, es apoyarte en cada momento. Estar en cada instante.
Es darse un beso en la mañana y decir gracias por existir, es tener un detalle cada día, un te quiero, es ducharse juntos, bromear. divertirse bajo el agua de la ducha. Es morderse los labios dulce y delicadamente. Es en medio de las risas darse un beso profundo, al ir cogidos de la mano, de repente un abrazo sin buscarlo. Es mirarse a los ojos y suspirar, y no decir palabra, porque la mirada lo dice todo. Es arroparse y entrelazarse en noches de frío, es compartir la vida al vuelo, es estar el uno para el otro a partes iguales.
Todo esto y mucho más es lo que tengo desde que Esteban entró a formar parte de mi corazón, parte de mi vida y parte de mí.
Me enamoré de quien no imaginaba, de quien no esperaba, de quien no estaba buscando.
Desde ese momento comprendí que el amor no se elige.
Es él quien nos elige a nosotros...