Tierra congelada

La calma antes de la tormenta

A la mañana siguiente Ángela se levantó más temprano de lo usual, para poder hacerle un mapa a Marco con los lugares a los cuales tenía que ir. El resto de la mañana paso como de costumbre, y después del desayuno se encontró con Marco para ir a la clase.

Al llegar al salón, Marco se sentó al frente, junto a Martha, y Ángela se sentó a lado de Marco, algo que sorprendió a todos, ya que normalmente ella se sentaba en el fondo del salón, pero no confiaba en dejar a Marco solo con Martha. Almorzaron juntos debajo de un árbol, compartieron la comida que llevaban, y platicaron hasta que tuvieron que volver al salón.

Después de las clases fueron al campo de entrenamiento, allí pasaron la tarde compitiendo, desde el calentamiento hasta el ejercicio de supervivencia, el cual era individual, y consistía en recolectar comida. Al ser los primeros en terminar, Ángela y Marco platicaron con el entrenador sobre trucos para cazar, trampas, y otros consejos para sobrevivir.

-Entrenador, ¿Cómo va su libro de supervivencia? – Ángela era la única de sus alumnos que sabía sobre el libro que estaba escribiendo

- Muy bien, gracias por preguntar, aunque la verdad es que me he tardado más de lo que pensaba, ya que siempre que empiezo a escribir me pongo a recordar el pasado – el profesor estaba comiendo las frutas que recolectaron Angela y Marco mientras hablaba

- ¿Está escribiendo un libro de supervivencia? – Marco se sorprendió al saber esto

- Así es, el entrenador ha estado en un sinfín de conflictos, así que tiene todo tipo de conocimientos, por eso estoy segura de que ese libro es muy valioso – Ángela contesto muy emocionada

- Jajajajaja, me alagas jovencita, pero no creo que sea tan bueno, al fin y al cabo, no soy escritor, sin embargo, lo hago con la esperanza de que algún día le sea de utilidad a alguien – dijo antes de meterse una baya a la boca

- ¿Nos lo podría mostrar?, por favor – Marco se lo pidió con una mirada de auténtico asombro y curiosidad, así que no se pudo negar, saco de su bolsa militar una carpeta grande con cientos de hojas en su interior. Al verlo, Marco se asombró por la cantidad de información que debía estar acumulada en ese libro.

- Toma, aún no está completo, pero en este libro se acumulan años de experiencia en combate y supervivencia – Marco lo tomo y lo abrió.

Solo con ver las primeras páginas notó la gran caligrafía con la que estaba escrito, además de tener ilustraciones muy bien dibujadas y explicadas, era un manual muy descriptivo y bien explicado, un asombroso trabajo, y la carpeta en la que estaba guardado, tenía un forro que parecía ser piel sintética a prueba de agua.

Estuvieron varios minutos hojeando el libro, mientras el entrenador comía las bayas, y les explicaba las dudas que tenían.

Cuando termino el entrenamiento, se cambiaron de ropa, y se despidieron en la entrada del campo.

- Hoy tengo que ir ayudar al comedor, así que creo que nos veremos hasta mañana – Marco se despidió.

- Casi lo olvido, - Ángela metió la mano a una de las bolsas de su pantalón, y saco un pedazo de papel doblado en varias partes – toma, hice un pequeño mapa para que no te pierdas – estiro la mano con el papel.

- Gracias, esto me ayudara bastante – tomo la hoja, él le sonrió, y ella le devolvió la sonrisa.

- Por nada, nos vemos mañana –

- Sí, hasta mañana –

Cada uno se dirigió hacia sus deberes del día, Ángela tenía que ayudar en la planta eléctrica llevando la leña del almacén, y Marco tenía que ayudar llevando leña a la cocina, y cocinando. En algunos viajes al almacén se encontraban y compartían sonrisas, y unas ocasionales palabras de motivación.

Cuando termino su trabajo, Ángela se dirigió a un lugar algo alejado, y poco transitado, para ver las estrellas, pero no podía concentrarse, constantemente volteaba hacia los lados, como esperando que Marco llegara en cualquier momento. Así paso el tiempo, entre contemplando las estrellas y recordando el día anterior, hasta que sonó el toque de queda.

Al llegar al comedor fue por una charola, se sirvió su comida y busco a su familia. Mientras platicaban se enteró que su hermano y la hermana de Marco tenían el mismo horario << Así que también se involucró en la vida de mi hermano…, pero él parece disfrutarlo. Creo que no fue tan malo que se entrometiera>>, también supo que el nombre de esa niña es Fernanda.

Después de cenar fueron a dormir.

Los siguientes 3 días pasaron bastante tranquilos y monótonos, en la mañana era la primera en despertar, después de ducharse desayunaba para ir a la escuela, donde se encontraba con Marco, almorzaba con él en algún lugar fuera del salón, entrenaban, y posteriormente iban a hacer sus deberes, si les tocaba ir juntos, terminaban más temprano de lo usual y pasaban el resto del tiempo platicando sentados en el césped, pero si les tocaba ayudar en diferentes lugares Ángela pasaba el tiempo libre, que siempre tenía, mirando las estrellas, cuando sonaba el toque de queda iban a cenar y después a dormir.

De las veces que podían platicar él le hablo como es que habían terminado allí; según le contó, ellos vivían en España, pero cuando estalló la guerra estaban visitando a unos familiares que tenían en México. Por su parte, ella le platico como había tenido que sobrevivir entre los bosques junto con su familia. Se compartieron sus experiencias, sus sueños, y sus miedos, se volvieron buenos amigos en poco tiempo.

Normalmente los domingos eran un día libre, en el que todos, menos los que tuvieran que vigilar las torres, podían descansar, esos días sus padres llevaban a su hermano a dar un paseo a unos juegos improvisados que habían construido, por su parte ella utilizaba ese tiempo para salir a explorar un poco, y casar algunos animales, pero al ser algo peligroso tenía que ir acompañada de un adulto. Sin embargo, ese domingo seguían con seguridad extra, y no permitían a nadie salir, por lo que paso el día con su familia en el parque de juegos.



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En el texto hay: ciencia ficcion, supervivencia, amor adolecente

Editado: 31.05.2021

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