Zon y Nery tenían más preguntas que respuestas. El viejo solo les había dicho a que se enfrentaban y que arma usarían, pero no como ni dónde encontrarla.
-¿Done hallamos a Excalibur? -preguntó Nery.
-Las Tierras Salvajes no siempre fueron como las conocemos hoy. Hace siglos hubo 5 reinos, en uno de ellos había un hombre que cedió a la oscuridad y forjo una poderosa espada; su nombre es Ardal, pero es más conocido como el Rey Oscuro. Trajo a los Orcos desde las Grandes Montañas de Oriente y desato la devastación. En Camelot, el cuarto reino, un hechicero llamado Merlín reunió varios objetos mágicos, entre ellos el Grial que le dio sus poderes, y con ayuda de un enano forjaron Excalibur, la espada capaz de derrotar a Ardal. Pero él sabía de la espada, así que se sacó el corazón y le ordenó a sus seguidores que lo ocultaran. Ardal envió al Jaberwok a destruir Camelot. La bestia envolvió la ciudad en llamas y acabo con la mitad del ejército de Arturo. Merlín derroto al Jaberwok llevándolo a una montaña cercana y lanzándole un hechizo que lo haría dormir por siglos.
Arturo atravesó a Ardal con Excalibur y su cuerpo fue enterrado en una cripta sellada con magia para evitar que lo devolvieran a la vida.
Pero ya han pasado 500 años y la magia que mantiene a Ardal en su cripta está debilitada.
-¿Pero por qué Yarlok quiere al Rey Oscuro?
-Planea quitarle su poder para convertirse en el rey más poderoso.
-Entonces ¿Cómo llegamos a Camelot? -cuestionó Nery.
-Yo los guiare.
-¿Vendrá con nosotros?
-Tenía 15 años cuando Ardal atacó, pero aún recuerdo como llegar, y más importante, se dónde hallar a Excalibur.
Nery y Zon esperaron a Karus fuera de la casa.
-¿Pasa algo? -le pregunto Nery a Zon al ver su expresión callada y pensativa.
-Es que… no me esperaba esto. Quería enfrentar a los Garra Negra, pero no imagine que un viejo elfo fuera a guiarnos a una guerra contra un ser que se suponía era una leyenda.
-Entiendo, yo tampoco esperaba algo así, pero, si todo es cierto, los Garra Negra son nuestra menor preocupación.
Se miraron un momento y luego escucharon la puerta de la casa abrirse.
-¿Están listos para irnos?
Karus llevaba un bastón de metal con un cristal a modo de punta.
Los tres salieron de la aldea hacia el bosque.
-Iremos al Norte, hacia las ruinas de Camelot.
-¿Crees que podamos hallar esa espada?
-Si nuestro guía nos lleva por el camino correcto, sí.
Mientras tanto, en Akaria las cosas no iban del todo bien…
-¡Arrodíllate druida!
Un hombre con el rostro lleno de sangre estaba encadenado de manos; dos guardias lo llevaban a golpes ante el rey.
-Tú y tu orden me han traído muchos problemas. Se atreven a desafiarme delante de mi pueblo, protegen a otros traidores y me ocultan donde está la Espada Oscura.
-Ese poder… no es tuyo, pertenece al Rey Oscuro.
-Si asesino al Rey Oscuro, tendré todo el poder que quiera. -dijo el rey tomando al druida del mentón.
-La Orden Druida jamás te ayudara a conseguir el poder de la oscuridad.
-Entonces serán perseguidos hasta que acabe con el último de ustedes.
Dicho esto, Yarlok desenfundo su espada y le atravesó el pecho a su prisionero.
-Sáquenlo, que todos vean lo que ocurrirá con quienes se atrevan a desafiarme.
Los guardias se llevaron el cuerpo hasta salir del castillo.
-Atenlo a un caballo, su alteza quiere mostrar cual será el castigo de los traidores.
Los otros guardias obedecieron y ataron el cadáver a un caballo. El jinete salió hacia la plaza. La gente vio como arrastraba el cuerpo dejando un rastro de sangre por las calles. Cuando llego al centro de la plaza dijo en voz alta.
-Este es el destino que le espera a todo aquel que no le sea leal al rey Yarlok.
Todos miraron horrorizados como el guardia soltó el cadáver y lo dejo en el suelo.
Un druida oculto entre la gente lo vio todo y se dirigió a La Torre Druida a paso apresurado mirando a su alrededor, cuidando que no lo siguieran. Cuando llegó, el Archidruida estaba esperando en el jardín que rodeaba la gran torre.
-Señor, han ejecutado a uno de los nuestros y dejaron su cadáver a la vista de toda la ciudad.
-Debemos avisar a toda la orden, Yarlok no debe obtener el poder que busca. -dijo y luego silbó para llamar a un fénix que se posó en su brazo derecho.
-Vuela hacia Atar.
El ave obedeció. Levanto el vuelo y cuando alcanzó una gran altura se encendió en llamas.
-El resto de miembros vera mi señal, debemos prepararnos para enfrentar a Yarlok.
-Señor Tidus, el ejercito del rey no dejara otros druidas entren en Akaria.
-No les pediré que vengan, les envié una advertencia.
En el calabozo del castillo había 6 druidas más que habían sido capturados por órdenes del rey. Todos llevaban un collar de metal que bloqueaba su magia. 4 guardias se acercaron a la celda de uno de ellos.
-Hey tú, su majestad quiere hablar contigo.
El joven druida lo miro con temor, se puso de pie y salió de la celda. Un guardia lo golpeo en el costado haciéndolo caer; dos más le encadenaron las manos.