Tierra de Dragones: Exilio y Rebelión

Capítulo 4: Inquisidor

Al mediodía; Karus, Zon y Nery llegaron a las colinas, las cuales rodeaban al bosque donde se encontraban las ruinas a forma de un gigantesco nido.

Tras la larga caminata que habían hecho desde las faldas de la colina, se detuvieron a descansar.

-¿Cuánto falta para llegar a Camelot? -preguntó Nery, quien ya estaba muy cansada por el viaje.

-Uno o dos días más. -respondió el viejo, que, parecía no estar afectado por los días de camino.

-¿Los elfos nunca se cansan?

-Sí, Zon, pero por ahora no me siento cansado. Iré a buscar algunas hierbas y bayas.

Karus desapareció entre la vegetación. Nery dirigió su vista hacia el cielo. Solo había unas cuantas aves en ese momento, pero, de pronto las aves se fueron a toda velocidad. Y dos gigantescos dragones aparecieron volando uno alrededor del otro.

-¡Mira! -le dijo a Zon sacudiéndole el hombro y señalando hacia arriba. Él levanto la vista. Ambos estaban asombrados, Nery nunca había estado tan cerca de un dragón, y Zon nunca había visto uno vivo.

Karus regresó y vio a los dragones.

-Es un apareamiento.

Zon y Nery voltearon en cuanto hablo, ya que no se habían dado cuenta de su presencia.

-El más grande es el dragón; las dragonas suelen ser más pequeñas, además, normalmente los machos tienen cuernos. -indicó el viejo, mientras los tres contemplaban a los majestuosos animales en cielo.

 

Mientras tanto, en Akaria, Yarlok mando que en el centro de la ciudad se pusieran horcas para colgar a los druidas.

El rey ya se encontraba en la plaza, acompañado de sus guardias y su consejero. Los prisioneros fueron llevados a golpes hasta el lugar; uno de ellos miró a Alan con desprecio y decepción.

-¡Traidor! -le gritó el prisionero al nuevo consejero del rey. Un soldado lo golpeo en la boca haciéndolo escupir sangre.

-¡Silencio! ¡¿Cómo te atreves a insultar al consejero real?!

-Yarlok no es nuestro rey. -respondió otro de los condenados. Miro fijamente a Yarlok, y le grito con odio y repudio.

-¡Jamás has sido nuestro rey!

-¡Cierra la boca!

El soldado le dio un fuerte golpe con la empuñadura de su espada en la frente, lo que le provocó una herida.

-¡Prepárenlos para la ejecución! -ordenó el rey. Luego se paró en el centro de la plaza, frente a las horcas.

Los 5 druidas llevaban esposas para bloquear su magia, debido a que los collares de adamantina estorbarían. Una vez que los 5 tuvieron la soga puesta, Yarlok se acercó y les dijo.

-Ustedes han cometido traición contra mí, contra Akaria…

-Nosotros hemos tratado de salvar a Akaria; de la oscuridad, de ti. -interrumpió uno de ellos; sabiendo que el rey se enfurecería por eso.

-¡No muevan los cuerpos! Quiero que todos sepan lo que pasara con la Orden Druida.

El mismo que lo había interrumpido le escupió a la cara.

Yarlok hizo un ademan para indicar que bajaran las palancas de las horcas.

-Vámonos.

La gente se había quedado en sus casas por el miedo que les causaba saber que el rey estaría en la plaza. Cuando los pobladores comenzaron a salir se encontraron con una macabra escena: los 5 druidas ahorcados y un pergamino clavado a una de las horcas. Decía:

“Todo aquel que desafíe al rey, o se atreva a mover el cuerpo de uno de estos traidores, sufrirá el mismo destino”

Un druida, que había observado la matanza desde el techo de una casa, llego al castillo de la orden usando un hechizo de transportación.

-¡Señor Tidus! Señor Tidus

-Aquí estoy. -dijo el Archidruida saliendo de un rincón.

-Han ahorcado los 5 de los nuestros que estaban prisioneros.

La tristeza y el dolor se reflejaron en sus ojos. Para él, eso era demasiado; ya había sido suficiente.

-Debemos avisar a todos los druidas del reino. Que preparen a nuestros fénix.

 

En el bosque; Zon, Karus y Nery estaban llegando a la sima de la colina. Las aves volaban de árbol en árbol cantando, los otros animales del bosque iban de un lado a otro. En un segundo toda la actividad que había se detuvo; se escucharon una especie de gruñidos acercándose desde la sima de otra colina cercana.

-¿Qué es eso? ¿Un dragón? -pregunto Nery, algo nerviosa.

-Parece más pequeño…

Entonces, pudieron divisar a las criaturas causantes de aquel ruido.

-¡Wivernas! ¡Corran! -gritó Karus, al tiempo que encendía una bola de fuego en su mano derecha. Cuando una de las bestias intento atacarlo le arrojó la bola de fuego matándola casi de inmediato. Otras 5 wivernas corrieron hacia él. Tomó el bastón con ambas manos y, cuando estaban cerca golpeo el suelo liberando una onda de energía que arrojo a las wivernas por los aires.

Hecho esto, camino hasta encontrase con Zon y Nery.

 

Al anochecer, en el patio palacio de Akaria; Yarlok estaba reunido con Alan y unos cincuenta soldados. El rey camino frente a ellos, observándolos.

-Hice llamar a los mejores de la capital, como usted me ordenó; alteza.



#18566 en Fantasía
#26404 en Otros
#3642 en Aventura

En el texto hay: guerra, magia y dragones, aventura y leyendas

Editado: 25.08.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.