La tripulación acomoda rápidamente los cañones a lo largo del barco. Les suministra pólvora, los cargan y esperan la orden para encender las mechas. El enemigo se interpone abriendo las compuertas, listos para disparar.
El aire se corta con cuchillos. Los piratas están listos para enfrentar lo que venga. Nadie mueve ni un músculo y sólo tienen sus manos sujetas a sus espadas. Le ruegan, entre dientes, al Dios Neptuno ganar la batalla.
-Izáis la bandera -ordena Bitergrog. Ambas banderas de los embarcaciones flamean en lo alto con el cálido viento. -Imposible, que hace aquí él -murmura al darse cuenta que el barco enemigo era pirata y que pertenecía a Edward Thatch.
-Bajen las armas marineros -se oye desde el otro lado. -Y afirmen el tablón. Desde el navío de Thatch se coloca una larga tabla que conecta ambos barcos para que este capitán camine por ese pasillo y llegue hasta su objetivo.
-Buenos días Bitergrog - saluda Thatch al llegar, con su ojos desafiantes, negros como la noche mas oscura y su pelo que desprende el olor a humo del tabaco.
-Tanto tiempo Edward -responde Bitergrog afrontándolo, y añade -He oído que ahora te haces llamar Barbanegra.
Editado: 30.11.2019