Tierra de Navíos

Capítulo 6: Sin salida

Semanas más tarde...

Bittergrog abrió los ojos lentamente. Un rayo de luz solar, que entraba desde la pequeña ventana, se posaba sobre su cara e iluminaba aquel sitio gris. Al fin, después de semanas sin moverse, ahora mostraba algunas señales de vida. El incidente en la isla lo había dejado muy dañado pero él no podía recordar de momento nada. Ni siquiera sabía en donde se encontraba este lugar tan frío y pequeño. La celda le rememoraba sus malos pasos por este tipos de lugares en el pasado.

—Sáquenme de aquí —gritó con la poca voz que le quedaba. —Sáquenme de aquí —volvió a repetir, pero sin éxito de que alguien lo oyera. 

A lo lejos se sentían pasos que provenían del largo pasillo fuera de la celda, a los que se le sumaban murmullos de dos hombres hablando entre ellos y cada vez eran más fuertes, en señal de que estaban acercándose. Bittergrog instantáneamente, retrocedió y apoyó su cuerpo sosteniéndose contra la húmeda pared hasta que sintió un fuerte dolor en la nuca. Comenzó a observar que sus brazos estaban llenos de heridas y sus pertenencias faltaban, incluso su espada.

—Mira ya despertó —le dijo un guardia al otro y agregó —Te aposté que despertaría en esta semana, así que me debes dos escudos.

—¡Vaya que tienes suerte! Toma son los últimas monedas que tengo. —dijo el otro guardia al momento de entregárselas.

Bittergrog estaba lleno de ira y con toda su fuerza arremetió contra los barrotes de la celda con sus puños. —Por qué me tienen aquí? ¡Respóndanme! 

—Si no te calmas, olvídate de eso.

—Estas acá porque eres un sucio pirata, vil y ladrón. Se te acusa de saquear entero un barco de la realeza de Francia y luego destruirlo.

—¡Eso no es cierto! ¡Ustedes mismos saben que no es cierto! —dijo tratando de defenderse inútilmente.

—Te atraparon, no te resistas más. Tus actos terminaron.

Los guardias se fueron de su vista. Él no podía entenderlo y su mente en vez de respuestas, se volvía a llenar de preguntas. ¿Que había pasado en todo este tiempo dormido? ¿Quién lo encontró? Entonces se recostó sobre el sucio piso tratando de tranquilizarse.

—Hermosa cárcel ¿no? —se escuchó decir entre la celda. 

—¿Quién eres tú? —respondió mientras levantaba su cabeza y miraba hacia el rincón.

El hombre se levantó de la oscuridad y fue acercándose lentamente a Bittergrog. La luz poco a poco fue mostrando su tétrica barba. Sólo podía ser una persona.

—Nunca le creas a un pirata, y menos a uno muerto.

 



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En el texto hay: accion, aventura, historica

Editado: 30.11.2019

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