Tierra de Navíos

Capítulo 10: Lo último

Semanas atrás, en la isla...

La selva llena de vida ahora desarticulaba a toda la tripulación. Bittegrog, sólo, estaba tirado en el suelo moribundo y a punto de perder la conciencia porque la trampa que le tenían preparado se activó sin darle ninguna posibilidad de preparase para lo que luego ocurrió. Se sentía confundido y a la vez desesperado por conseguir ese tesoro lleno de riquezas que le servirían para retirarse del mundo de la piratería. Por fin pasaría a que lo reconocieran como un ciudadano más y cumplidor de la ley, pero todo se desvaneció de un segundo para otro.

—Tan cerca estoy — dijo mientras estiró su brazo, lleno de sangre, intentando agarrar una manija del robusto cofre— Casi... llego.

—Nunca llegarás porque esa cosa me pertenece —dijo Defrault mientras pisaba la mano de Bittegrog con su bota.

—¿Quién diablos eres? —preguntó confundido con sus ojos entrecerrados, mirando hacia arriba.

—Parece que no puedes hacer nada, eso es bueno. Por mi parte, si puedo recordar todo lo que me hiciste y por fortuna no te saldrás con la tuya.

Defrault sacó su pie de encima y tomó el pesado cofre entre su brazos, llevándolo con mucha dificultad, hasta el barco de Barbanegra. Para salir de ese lugar, debió cruzar de nuevo la intransitable selva y recorrer el largo camino de regreso. Pero no lo hizo solo, sino que contó con la ayuda de los pocos hombres que quedaron de ambas tripulaciones. Ellos habían escapado por un pelín de su trampa puesta por el mismo pero que nadie sabía. Y ahora le eran leales por su poder y riqueza que llevaba encima.

Se subieron al barco y comenzó a rogarle a Neptuno que bendijera su hallazgo y a los navegantes del barco. También les prometió que al arribar al puerto de la colonia, abriría el misterio de que contenía dentro y repartiría su contenido entre toda la tripulación. Sin embargo todo esto eran simples mentiras y esos no eran sus verdaderos planes. De inmediato, tomó el timón y dio vuelta hacia el este desviándose de la ruta planeada original que los llevaba hacia la colonia y se dirigió a un pequeño banco de arena. Una vez que llego allí descendió sólo y nadie intentó detenerlo.

—Serás el que me convierta en un verdadero corsario —dijo mojado y arrodillado sobre la arena, hablándole en voz baja al cofre— Eres es mi última carta.

 

Fin

Muchas gracias por leer la historia. La secuela se llamará Mar de Navíos. Muy pronto estará disponible para todo el que quiera leerla.



#26401 en Otros
#1845 en Novela histórica
#3550 en Aventura

En el texto hay: accion, aventura, historica

Editado: 30.11.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.