Tierra de sangre

La sangre en mis manos

Will, ¿estás bien?

—¿Qué... por qué me duele la cabeza? —respondo medio dormido.

—Estás en la enfermería. Casi no despertabas, dormilón.

—Karolin, ¿qué pasó?

—Creo que nos equivocamos otra vez con la cantidad de agua oxigenada.

—¿Qué dijiste, Karolin?

—Tranquilo, solo que te dio un golpe de calor.

—Fuaaa, la próxima toca bajar la cantidad de agua oxigenada.

—Jaja, sí, porque si no, vuelves a volar por los cielos.

Tres días después...

(Zzz...)

—Joven Will, ¿en qué año las tropas de Fidel Castro llegaron a las costas de Cuba?

—Will, despierta... Will (me zarandea).

—¿Qué, qué pasó?

—Joven Will, ¿estaba durmiendo en mi clase?

—No, no, profe, cómo se le ocurre.

—Se me ocurre que hoy se ha ganado dos “1” para su planilla de notas.

—Will, ¿estás bien? ¿A qué hora te acostaste anoche?

—Ehhh, no, Karolin, no pude pegar ojo, estuve pensando y recalculando la cantidad de acetona para una explosión controlada.

—Nos toca cambiar de sitio. Después de lo de anoche, seguro sospechan.

—Creo que vi una zona despejada.

—¿Dónde?

—Detrás de los dormitorios de las chicas, hay un pequeño cerro después de la caseta del guardia. Pocos conocen ese lugar.

—Mmm, suena bien, pero si el guardia nos encuentra, tedremos problemas.

—¿Confías en mí, Will?

—Siempre. Por cierto, ¿cómo conoces ese sitio?

—Pues... digamos que un ex amigo me lo enseñó.

—Jaja, ¿y por qué es “ex amigo”, si se puede saber?

—Digamos que estaba pensando en otro buen amigo... Bueno, tengo que ir a comprar más acetona.

—Karolin... Karolin, no me dejes el chisme a medias... Karolin, no te vayas, mejor cuenta... ¡Karolin!

Definitivamente esta chica está más loca que yo. ¿Será que esa locura es contagiosa? Espero que no, sino... bueno, toca revisar las cantidades.

En la noche...

—Toc, toc.

—Karolin, ¿estás lista? Si sale bien, por fin podremos salir de este infierno y no soportaremos más castigos ni brutales golpizas.

—Espero que salga bien, Will, si no, celebraremos nuestros 18 en una jaula.

—¿Será que...? No, jamás se debe enterar de esto.

—¿Qué pasa, Karo? Has estado demasiado callada.

—Jaja, ¿por qué me dices Karo? Nunca me has dicho así. ¿Te intoxicaste con los gases del cloro o qué? ¡Winni! Jaja.

—Ish, sabes que no, me vuelvo a preocupar por ti.

—Ajá, bueno, ya llegamos. Es ahí.

—¡Wow! Desde aquí la luna se ve hermosa. Nunca me había tomado el tiempo de sentir la paz que da la noche.

—Will, en serio, ¿estás seguro que quieres ayudarme?

—Creo que ya es tarde para esa pregunta, pero sí. Tú eres de mi familia, aunque no compartamos sangre. Eres mi hermanita caprichosa, jajaja.

—En serio, te haces coger fastidio, pero gracias, porque arriesgas todo por mí.

—No es como si tuviera mucho que perder. Bueno, tenemos suficiente para dos explosiones con la magnitud para derribar las paredes que nos confinan.

—Bueno, demonos, prisa, que pronto cambian de guardia.

—Un poquito de acetona en el frasco...

—Y la mitad de agua oxigenada...

—¡Boom!

—67 intentos, 10 con estos dos químicos, y el número 68 fue el exitoso.

—Por fin podremos salir de este infierno en la tierra.

—Por fin dejaremos de sufrir esos abusos.

—¡Hey! ¿Qué están haciendo allá los dos?

—¡Karolin, corre! No te preocupes por mí, nos vemos al frente del salón de castigos.

—Está bien, pero...

—No hay tiempo, corre.

—Aaa, pero mira quién es, la escoria del dormitorio C. ¿Qué haces aquí, basura? ¿Sigues llorando por los bastardos de tus padres?

—¡Cállate! ¿Qué sabes tú? La verdadera escoria eres tú. ¿Con quién estabas, Wil? ¿Con la huérfana que llamas amiga? ¿O me equivoco?

—¡Cállate! Si le vuelves a tocar, terminarás lleno de moscas.

—¿Me estás amenazando, bastardo?

—No te preocupes, tu amiga y yo la pasaremos de maravilla. Después de todo, ella es linda, pero llora mucho. Supongo que con el tiempo se cansará de llorar.

—¡Bastardo, me las pagarás!

—Jajaja, claro, convéncete primero. Si no me equivoco, la que está allá es... pero mira, es la huérfana. Esta noche la voy a pasar bien. Dile a tu amiga que no grite, porque donde estarás no podrá hacer nada.

—Bastardo, esto se acaba aquí.

—(golpe a la mandíbula)

—Esta vez no lo harás, bastardo...

—Will, Will, Will, suéltalo.

—Haakkk, bast...

—(respiracion ajitada), Karolin, ¿qué pasó aquí?

—No lo sé, cuando me di cuenta, Delvalle estaba en el piso y tú encima lanzando golpes. Intenté detenerte, pero le pisaste el cuello. Will, tus manos están llenas de...

—No te preocupes, estoy bien.

—Craa, waooo, craa... ¿Qué fue eso?

—Salgamos de aquí rápido, Karolin.

—Sí, Will, ¿tienes el agua oxigenada?

—Ay, ¿dónde quedó? Huuuff, creí que la había botado, pero no.

—¿Cómo te sientes, Will? Me preocupa que...

—Tranquila, estoy bien.

—No sé, siento algo raro.

—Tranquila, Karolin, estoy bien. Mejor salgamos de aquí. Después de todo, quiero que salgas de este infierno.

—Sí, pero...

—No es tiempo para dudas, tenemos que salir antes de que nos encuentren. Ven rápido.

—{¿Será que...? No, no es el momento. ¿Será que Will...? No, mejor no.}

—Lista, Karolin.

—Lista. Por fin podremos salir juntos.

—Ya sabes, la mitad de agua oxigenada.

—Y un poquito de...

—¿Qué es todo este alboroto?

—Shh... Karoli...

—Booooom.

Me despierto con un pitido ensordecedor. No entiendo qué pasó. Recuerdo a aquella trigueña de ojos azul cristalino como el agua del río y cabello castaño, siempre desarreglado o recogido, que me hizo consciente de lo que soy capaz y que por ella evité conflictos y me volví pacifista.

A lo lejos escucho una voz conocida, pero no la reconozco. Mi cabeza sigue revuelta, no puedo dejar de pensar en Karolin, una de las pocas personas que siempre llevo conmigo. No entiendo, ¿por qué me pasa esto?



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En el texto hay: magia, insertidumbre, forkifter

Editado: 02.07.2025

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