Me levanto porque escucho el crack. Zulic y otros cuatro hombres estaban cortando troncos, mientras Haral y sus jarls buscan provisiones, pues después de la batalla sangrienta las provisiones se gastaron en curaciones .
Zulic entra a mi tienda con la misma alegría de siempre.
—Alístate, vamos a la tienda de Haral y luego hay que movilizarnos según lo trazado.
—Sal de aquí, viejo. Más te vale que estés allá en 5 minutos, si no, te levanto a baldados de agua.
Aunque Zulic lo dijo con una alegría notoria, se notaba la seriedad y la verdad de sus palabras. Ya listo, me dirijo a la tienda del rey Haral. Zulic me estaba esperando en la puerta de la tienda.
—¿Qué haces vestido con esos trapos?
—Se te olvida que lo único que me quedó de la anterior pelea fue un pantalón roto y Løvinne.
—Will, sígueme.
—¿A dónde vamos?
—No puedes pisar la tienda de un konungr con esos trapos. Te voy a dar algo.
Nos dirigimos a la tienda de Zulic, y me pregunto por qué nos dirigimos allí. Zulic es más robusto, entonces no me quedaría buena su ropa. De repente saca una bolsa de tela que estaba marcada con un fénix, el logo de su familia.
—¿Qué es esto, Zulic?
—Lo tenía guardado desde el día que te conocí.
Abro la bolsa y es una armadura con la piel de aquel león del que me salvó apenas llegué a este mundo de fantasía. Aquella armadura no era común, pues tenía un refuerzo de cota de malla para proteger de cortes.
—Estaba esperando el momento para dártela, pero no encontraba el momento. Bienvenido al clan Blodtorstig.
Espero que defiendas con tu vida al clan, pues ya eres de la familia. Bueno, te doy 5 minutos, y ya gastaste dos —me dice Zulic con una alegría y un orgullo que no eran normales en él.
Ya en la tienda de Haral, me doy cuenta de que a esta reunión solo asisten los hövding (líderes de clan) y los jarls. Todos eran grandes y respetados guerreros. En ese momento no entendí por qué Zulic y Haral me permitieron estar en aquella reunión en la que se decidiría la estrategia para debilitar al enemigo.
—Tenemos información de que el enemigo se movilizará por el noreste —Haral y Zulic estaban serios ante aquella información.
—Hay que movilizarnos en dos grupos —dijo Zulic—. El primer grupo hará un muro de escudos; el segundo grupo se movilizará por la retaguardia.
El hövding de la familia Erickson, Erick Erickson, intervino diciendo:
—Rey Haral, según los espías y su dirección, primero pasarán por Uppsala. Supongo que irán a rezarle al Padre de Todo.
—Uppsala es un lugar sagrado. No podemos tocarlo.
—Todo vikingo sabe que Uppsala es un lugar sagrado, pero, Rey Haral, a cuatro días por el río hay una planicie que no está habitada y queda cerca de Uppsala.
—¿Qué opinas, Zulic?
—Erickson, ¿exactamente dónde queda?
—Río arriba; de ahí a Uppsala son dos días.
—Haral, es la mejor opción. Después de todo, con el muro de escudos podremos salvar muchas vidas.
—Estoy de acuerdo, Zulic.
Yo estaba como un espantapájaros. Entendí lo que tenían planeado, pero...
—Zulic, ¿qué día es hoy según el calendario? —le pregunto sabiendo que solo él entiende a lo que me refiero.
—Según recuerdo, 30 de octubre.
—Rey Haral, para cuando vayamos, en el segundo día los ríos estarían congelados. Además, no tenemos provisiones suficientes.
—¿Y tú qué sabes? Es más, ¿qué haces aquí?
Ahí me di cuenta de lo imprudente que fui. Pero Haral golpeó la mesa —¡PUMM!—. Silencio.
Su voz retumbó en el aire, y todos se congelaron al ver su mirada.
—Ya veo. Es necesario aclarar quién es él. Él es Will... Will Blodtorstig, el León Rojo.
El silencio en la habitación fue confuso, hasta que...
—¿Tú eres el León Rojo? —me preguntó uno de los hövding con una voz temblorosa, una cara de miedo y temblando.
—Creo... la verdad no recuerdo mucho de lo que pasó en esa batalla, pero después de eso terminé con mi cabello lleno de sangre, y Haral me apodó como el León Rojo.
Ya acabada la reunión, Haral, Zulic y yo nos quedamos en la tienda.
—¿Por qué reaccionaron así, Zulic?
—Will, no te lo puedo revelar aún, pero en Uppsala están tus respuestas.
—¿Qué hay en Uppsala?
—No lo sé, pero Odín, mi padre, me ha dicho que tus respuestas están en Uppsala.
—El Padre de Todo trabaja de formas misteriosas, Will —dijo Haral con una voz tranquila y con una expresión de confianza—. Will, necesito que vayas por una hierba que crece cerca de las cuevas que pasamos al noreste, a dos horas del campamento. El sol está en su punto más alto, así que ve con cuidado.
—Zulic, ¿podrías darme la brújula que te di? Sin ella me puedo perder. Sabes que no soy bueno para ubicarme.
—¿Brújula?
—El cilindro con dos puntas en su interior, una roja y otra negra.
—¿Te refieres al que me diste al salir del pueblo?
—Sí.
—Toma. Jamás supe cómo usarlo. Creía que era un escudo contra magia o una maldición contenida.
—Por cierto, ¿sabes cómo pelear con tu hacha? —me preguntó Haral.
—No sabe. Él es herrero, no berserker —Zulic contestó mientras miraba hacia el bosque.
Aunque no quería, Haral me dio la orden de llevar a Løvinne. Ya en la entrada del bosque, me doy cuenta de que hacia donde Zulic miraba era el noreste. ¿Por qué miraba en esa dirección?
Sigo mi camino, pero siento un escalofrío en la espalda. Me siento observado, pero detrás mío no hay nada. Han de ser cosas mías. Después de todo, sigo alerta después de aquella masacre.
Me doy cuenta, por la sombra del árbol, de que ya me falta poco para llegar a las cuevas y recoger la hierba para el camino a Uppsala.
—Eso es... un formkifter...
Aunque no sé cómo funciona exactamente, Zulic me enseñó a hacer un contrato. Jamás lo intenté, pero creo que es el momento. Con la punta de Løvinne me saco sangre del dedo índice y en el mango dibujo un pentagrama con mi huella en el centro. Luego arrojo una piedra para que se acerque y aprovecho para dejarle mi huella de sangre.
Editado: 12.10.2025