Tierra de villanos

Socios

Después de una larga búsqueda, Burako y yo decidimos darnos un descanso, puesto que ya habíamos inspeccionado media ciudad.

-Menuda mierda ¿no?-
Se quejo Burako en un tono de fatiga.
Estamos parados en un pequeño monte rocoso, observando las ruinas de la antigua base militar.
El Atlas había partido hacia el aeropuerto de Cybertron por ordenes de Burako, ya que esta misión o lo que quedaba de ella, nos pertenecía.

-Si, que el oponente mas fuerte no se aparezca... ufff es una mierda.-
Respondo, rascándome la nuca, sin tener ni la menor idea de donde mas buscar.

-Quizá encontremos algo en las afueras de la ciudad.-
Dijo el lunático, sonando optimista.

Asenti como respuesta y comenzamos a voltear para revisar en las afueras, haber si encontramos algo. Pero, ni bien caminamos unos metros y las nuves negras que cubrían los cielos; empezo a abrirse en forma de un circulo que crecía mientras una voz reverberante se escuchaba en toda la ciudad.
-¡Que los relámpagos quiebren los cielos!, ¡que la tierra sea sacudida por mi ira!, ¡y los mortales se arrodillén o mueran por su insolencia!, ¡eh aquí la imagen de la excelencia!, ¡regocijence ante mi presencia!, ¡Yo el Dios Emperador!-
Lluvia dorada comenzó a descender desde los cielos mientras mil círculos mágicos en un tono verde agua; conectaban el cielo y la tierra.

-¡Bravo! ¡bravo! ¡eso fue real mente increíble!-
Comento Burako, quien no dejaba de aplaudir de forma exagerada.
-¡Yujuuuu!
¡hazme un hijo!-
Exclamó y no pude evitar sonreír ante sus absurdos comentarios, parecía una de esas fans girls que enloquecen al ver a su ídolo.

-¿En serio?-
Pregunte, haciendo una ridícula mueca.

-Es que Zeta, debes de admitir que esa fue una entrada muy épica y la probabilidad de presenciar algo así es de una en un millón...-
Escuche como el Dios Emperador tosió un poco como diciendo "eh niñatos, estos aquí."
-Si papucho enseguida te la chupo.-
Le dijo este cabronaso volteando el rostro hacia el rápidamente.
-Como te decía...-
Siguió.
-Escenarios así son arte puro y hay que admirarlos
como tal por que crearlos no es cosa sencilla...-

-Burako.-

-¿Oh me vas a decir que lo que acabamos de ver se hace fácilmente? No verdad, entonces... -

-Burakooo.-
Trate de callarlo por que en serio ya me estaba aburriendo, hasta mi borrachera ya se me había bajado.

-Hacerlo cuesta un di-ne-ral, y si hablamos de magia pues ni hablar ya que los mongolos de los magos son unos tacaños con su magia barata...-

-¡Burako!-

-¿¡Que!?-

-Ya basta ¿no? Estamos en medio de una batalla y aquí el amigo de hojalata ya se esta quedando dormido.-
Exprese señalando al "Dios Emperador."

-Ay perdón carnal, entonces venga, vamos a agarrarnos a madrasos.-
Su puso en posición de combate mientras se disculpaba.

-¿Osas desafiarme estúpido mortal?-
Contesto el Dios Emperador, manteniendo la frente muy en alto mientras lo miraba con desprecio.

-Si pero...-
Salio disparado hacia adelante antes de terminar su frase, típico madrugador.
Intento atacar al estilo segador: donde primero lanzas cualquier hechizo de bajo nivel como a modo de distracción y cuando el oponente se distraiga al bloquearlo, hallas su punto débil y atacas con todo el arsenal pesado que poseas.
En el caso de Burako; disparo desde las palmas de su mano, una ola de fuego y lo remato con "cuchillas del averno" lo cual consistía en un hechizo de clase media que convierte la mitad de tus brazos en dos cuchillas negras capas de cortar cualquier objeto con solo un rose leve. Y si se clavaba en el cuerpo del enemigo, este moriría instantáneamente por el veneno que fluye en las hojas.

Gran ataque, lamentablemente no funciono con aquel sujeto, ya que las cuchillas de Burako no lograron penetrar esa misteriosa armadura dorada que cubría su torso.

-¿Que rayos?-
Comento Burako, bastante sorprendido por lo que note en el tono de su voz.

-Insolente.-
Exclamó el Emperador al mismo tiempo que lo mandaba a volar de un solo golpe.

-¿Por que carajos no le hizo ningún rasguño?-
Pensé mientras su forma de actuar es este sujeto comenzaba a preocuparme.
-¿Sera que?-

Por un ligero segundo, me paso por la mente que este sujeto era una de esas deidades que no participo del día cero.
-No, no eso es imposible y si así fuera, dudo mucho que no me conozca aunque... si es así, tendré que ponerme a su nivel.-

-¡Estoy bien! Lo tengo todo bajo control.-
Confirmo Burako, levantándose a duras penas, sacudió su cabeza como lo haría un perro y paso por mi costado de forma apresurada.

Se detuvo a unos metros del Emperador, agarro su muñeca izquierda con su mano derecha, apuntando hacia nuestro enemigo mientras un aura oscura comenzaba a cubrir su cuerpo.
-Divina prisión de Grasha, invoco tu maldición en busca del castigo infernal de mi enemigo... ¡Dru...Gra...Sha!-
Recitó y nueve espadas enormes aparecieron alrededor de nuestro enemigo, rugio con ferocidad y al cerrar su mano en un puño, las nueve espadas impactaron contra la armadura del Emperador, pero ahí se quedaron, pegadas.

Ninguna lograba penetrarla, los brazos de Burako empezaron a temblar, enseñaba los dientes como un animal furioso y el sonido del metal chirriante cubría todo el escenario, hasta que las espadas se quebraron como si se tratara de cristales.

El Emperador se hecho a reír de una forma muy macabra, señalo a Burako con la palma a abierta y una luz verde agua; bajo desde los cielos e impacto contra su cuerpo.

Mi hermano rugió por el dolor que la divina luz causaba en su alma hasta que el Emperador decidió parar con el hechizo.

Burako cayo de rodillas, tenia la piel del rostro y manos ensangrentadas, nada grabe; ya que podía regenerarse como cualquier otro super zombie.
-Tu... turno.-
Balbuceó, con la respiración agitada.



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En el texto hay: mitologia, romace, acion

Editado: 15.12.2021

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