—¡Fuera bombas!—
Celendis y yo nos levantamos de un brinco al sentir como la tierra se sacudía.
—¡Te dije que lo atraparás elfo imbécil!—
—¿¡Que crees que estoy tratando de hacer!? ¡Estúpido animal!—
Se escucho afuera.
—¿Nos están invadiendo?—
Pregunto Celendis, desenvainando su espada.
—No lo se, pero si ese fuera el caso quiero que liberes todo tu poder y acabes con todo lo que tengas en frente, yo seré la carnada ¿vale?— Salí de la tienda sin pensarlo dos veces y lo primero me impresiono fue ver dos de las tiendas del frente en llamas.
—¡Invasión!— Escuche a mis espaldas y antes de que reaccionara sentí como un mastodonte me embestía, sacándome de su camino sin detenerse ante nada hasta perderse entre los arboles.
—Ay... carajo... ¿que rayos fue eso?— Me queje al intentar respirar, ya que el golpe me había aturdido y dejado sin aire.
—¿Estas bien?— Pregunto mi compañera, viniendo a auxiliarme.
—No... me voy morir.— Susurre, sentía como mis costillas se habían quebrado al igual que unos palillos.
—No exageres, solo es un rasguño, vas a estar bien.— Poso sus delgadas manos de princesa en mi pecho y el dolor desapareció.
—Gracias nena, eres un ángel.—
Dije sin pensarlo mientras recién empezaba a dejar el sueño de lado.
—Y tu eres un bicho raro.— Respondió con una risita.
—¡TRIDENTE!— Escuchamos el grito de guerra del señor de los mares, inmediatamente Celendis me tomo entre sus brazos y se elevo hacia los cielos con gran velocidad. Unos mili segundos después, el campamento y una gran parte del bosque quedo cubierta por miles de espinas que salieron del suelo.
—Ufff, eso estuvo cerca ¿verdad princesa?— Se burlo Celendis.
—Ya sueltame.— Dije sin ganas y ella me soltó. Por suerte las espinas ya habían desaparecido, en su lugar solo había un montón de astillas y arena, amortiguando el golpe.
Me levante a duras penas ya que la cabeza me daba vueltas y la neblina grisácea esparcida por mis alrededores, impedía que mis sentidos reaccionarán.
Cuando por fin estaba de pie, trate de que mi visión se estabilizará con suaves masajes en la frente. Pero la irritación creada por los constantes hechizos y explociones impedía que me estabilizará al cien por ciento.
—¡Basta!— Rugí, soltando toda la ira que tenia acumulada desde mi despertar. Todo quedo en un profundo silencio.
—Todos reúnanse ¡ahora!— Segundos después escuche pasos, murmullos y sonidos metálicos desde varias direcciones.
Cuando la neblina se esfumo, los rostros de todos mis aliados se hicieron visibles ante la débil luz del amanecer.
—Alguien me quiere explicar ¿¡por que demonios están destruyendo todo como unos putos desquiciados!?— Interrogue y todos trataron de explicar al mismo tiempo hasta que se organizaron mejor.
—Zeta, un intruso irrumpió nuestros aposentos pero...— Quizo explicar Dumtruck pero fue interrumpido por Viper.
—Paraparapara... ¿Intruso? Pensé que era una manada de Wolfus las que estaban saqueando nuestras provisiones.— Explico el paladín, refiriéndose a los lobos salvajes.
—No tío, vi que una gárgola exploradora o...— Se detuvo un momento a meditar. —Mmmm... quizás un halcón o no se con exactitud, pero vi que merodeaba el campamento desde las alturas así que lo derribe.— Dijo Arthas.
—¿Y donde esta tu dicha criatura? — Pregunte arqueando las cejas.
—Se me escapo.— Admitió el bastardo.
—Yo pensé que nos habían descubierto y estábamos bajo asedio.— Comento Falcon con cara de pocos amigos mientras envaino sus espadas.
—No me jodan...— Se quejo Kratos —Por un momento pensé que los oscuros habían regresado ya que el cielo estaba tenido de rojo...— Una risita incomoda se robo la atención de todos incluido Kratos.
—Upsi... em eso si es mi culpa, el susto me hizo invocar el hechizo equivocado jijiji... perdón.— Declaro Yaslady, como si fuera una niña que cometió una gran travesura.
—¿Y tu que rayos hacías colgado en ese árbol?— Dije sin ganas, señalando a Drago con la punta de mi espada.
—Cuando desperté no sabia lo que estaba pasando así que fui a refugiarme en la oscuridad del bosque, o bueno esa era la idea pero me alcanzo un objeto que me mando a volar hasta haya.— Confeso con un tono bastante desanimado.
—¿Me estan diciendo que solo atacaron sin saber con exactitud a que le estaban dando?— Pregunte, bastante idignado, no sabia si reírme, enojarme o llorar.
Vi como todos bajaban la mirada, la escondían o simplemente miraban hacia otro lado por la vergüenza.
Hasta que el crujir de una pequeña rama me puso en alerta, mis instintos de guerrero hicieron que diera media vuelta con una lanza de luz en mi mano, arrojándola hacia lo que fuera que estuviera ahí.
—¡Ataquen!— Escuche gritar al sub capitán del equipo a mis espaldas y una ola de ataques mágicos cayeron en frente con un cáos explosivo mayor a la anterior.
Levante mi puño en señal de stop y todo termino entre humo y silencio.
—¡Ya encontré al intruso! Chicos. — Dijo la voz mas hermosa que nos hizo quedar en ridículo a todos los machos del grupo mientras el humo se desvanecida y las alas de Celendis dejaban ver a un Vimpara; una especie de canguro con cara de conejo, parado en las palmas de su salvadora.
—Ay que hermoso intruso, ¿no lo creen? ¡¡¡BOLA DE PENDEJOS!!!—
Gruño el ogro que se esconde en mi interior al ver a esa insignificante rata. —¡Viper! ¡Arthas! Quiero este bosque tal y como lo encontramos.— Ordene con severidad, de inmediato Arthas golpeo la cabeza de Viper.
El mago enseño los dientes pero antes de que respondiera Yaslady hablo. —No se preocupen chicos, yo lo arreglo.— Ella levanto una mano y del cielo empezó a descender lluvia dorada que empezó a restablecer el bosque entero.
—Gracias Yas, nos salvaste la vida.— Agradeció el muchacho pero ni bien obtuvo respuesta, su cabeza fue golpeado por Arthas.
Esta vez hizo una rabieta y se abalanzó hacia el.
Editado: 15.12.2021