Tierra de villanos

Perro guardián

<<¡Ah! Carajo ¡duele!>>
Las punzadas en mi mejilla me hicieron fruncir el ceño, trate de separar mi rostro de las filosas garras de Sereniti pero fue inútil.

La mire con cara de pocos amigos y note en su expresión, los mismos rasgos de felicidad ilusa como los de una chiquilla enamorada. 

—¿No... prefieres volver a tu forma original?— Pregunte y ella negó con la cabeza.

—Así estoy bien.— Contesto con una amplia sonrisa, sus filosas garras esta vez acariciaron mi pelo y su rostro reposo en mi hombro. Lucia muy cómoda entre mis brazos.

—Jefe —. Señalo Celendis a todo un ejercito de soldados bien formados a las afueras del castillo de Morshafall.

Nos detuvimos a unas cuadras de distancia, las calles del reino estaban vacías, algo inusual ya que la primera vez que pise este lugar estaba repleta de comerciantes y gente de todo tipo.

Lo único que parecía darle vida a este sitio, era el resonar de los tambores y trompetas; seguido del rugir de los soldados acompañado por su marcha que hacían temblar ligeramente la tierra.

—¿Sera que nos estén dedicando un desfile? —. Cuestiono Arthas, rascándose la nuca.

—Quizás, por que si te fijas bien, esos halcones nos vienen siguiendo desde que entramos en Seliz —. Respondió Yaslady al señalar a los distinguidos halcones blancos que volaban en lo alto des castillo.

—Oye, necesito que vuelvas forma original —. Susurre en el oído de Sereniti, esta intensificó su mirada, rehúsansose a obedecer.
—Es una orden —. Le dirigí la misma mirada asesina y al cabo de tres segundos acepto a regañadientes.

Su cuerpo comenzó a brillar y en su lugar apareció una elegante espada negra con símbolos plateados en toda su hoja.

Era una regla básica que todo buen coleccionista debia saber, los ítems te sirven a ti o tu a ellos.

Cuando enfunde la espada, los caballeros de brillante armadura; que entonaban un ritmo heroico con tambores y trompetas, se acercaron marchando por la avenida, guiados por un emisario de elegantes prendas y finos rasgos faciales.

Se detuvieron a pocos metros de nosotros, cuatro filas de músicos y guerreros. El joven emisario: que bordeaba los 25 por su peculiar sonrisa y pelo castaño bien peinado. Dio un par de pasos adelante y con los brazos extendidos exclamo...

—¡SEAN BIENVENIDOS! Heroes y heroínas, en nombre de su majestad Vega, he venido a escoltarlos.

Se escucho el relinchar de algunos caballos que se iban acercando, y los caballeros se formaron en dos filas, abriendo paso a las carrozas de oro.

—Por favor —. Se aparto del camino y nos apresuramos en acomodarnos dentro de las carrozas.

La melodía real que entonaba todo el ejercito de Morshafall, nos acompaño todo el camino. Por un momento, tuve el deseo de ser el rey de una nación, la nación mas poderosa del mundo.

<<Mi propio ejercito, castillos por doquier, mil esposas... mmm... las mujeres mas hermosas, jajaja, riquezas y poder>>

Imagine un mundo gobernado por mis puños.
Puños de carne y hueso que doblegarian a cualquiera a mi antojo, pero... ¿es eso lo que en realidad quiero? ¿Un reino del terror?

<<Mmm... un punto en contra>>

Ser un rey y gobernante absoluto implicaría pensar mas en los demás que en mi mismo.

<<Ay por favor, hablas como si fueras un héroe>>

Si, es la verdad. Quizá los encantos de Cryss y mis remordimientos con lo que sucedió con Natasha y Luna me hagan actuar como uno, ya que nunca tuve el interés de ser reconocido como un héroe.

Las voces en mi mente cesaron cuando la carroza que me transportaba se detuvo delante del castillo.

Al bajar, sonreí de la emoción al ver una alfombra que se extendía hacia la puerta del castillo. Pétalos de rosa caían desde lo alto y caballeros de armaduras doradas formaron una posesión real con sus largas lanzas que izaban la respectiva bandera del reino.

Mi equipo y yo, caminamos hacia el interior mientras eramos aclamados como héroes por toda la población que se había reunido en las puertas del castillo.

Aproveche este momento para regocijarme por todo lo logrado hasta ahora, los reinos casi en total paz y armonía, la liberación de la Legión y el cautiverio de los zombies. No es el mundo con el que soñé pero al menos es ideal para mis necesidades.

El tiempo se nos hizo eterno al caminar por los jardines, el túnel y los pasillos del castillo hasta llegar a la sala del trono; donde toda la nobleza incluidos la reina y el duke, aguardaban nuestra llegada.

—Queridos aliados y nobleza de todo el reino Morshafall, me complace el presentar a los héroes que trajeron la paz a nuestro reino, el legendario cazador Zork Marguss y los guerreros mas poderosos del mundo los Infernales —. Una ola de aplausos llenaron la habitación de alegría, nos dirigimos a paso lento hasta centro de la sala, recibiendo de buena manera los halagos de todo el que se nos cruzara en el camino.

Era un poco incomodo...
Puesto que estar con gente tan fina: con atuendos elegantes y muy enjoyados, hacían resaltar nuestras fachas poco atractivas. Nuestras armaduras estaban bastante abolladas y descoloridas, nuestros rostros rasgados, ennegrecidas por la ceniza. Y nuestro olor a tierra quemada y alcohol, nos hacían desear el final con mas prisa.

Al estar delante de la reina: una mujer que brillaba en belleza y elegancia, su complexión delgada, adornada con un vestido rojo decorado con joyas de alto valor, tez blanca, pelo rubio en la que posaba una corona de diamantes, ojos verdes tan claros como un jugoso fruto, una peculiar cola de pavo real mas reluciente que el rojo de su vestido, la hacia resaltar entre todo el lujo de la habitación.

—Buenas tardes mi Lady —. Salude, haciendo una pequeña reverencia —La misión fue completada con éxito, así que exijo que cumpla su parte.— Dije sin vacilar.



#1147 en Fantasía
#1814 en Otros
#327 en Acción

En el texto hay: mitologia, romace, acion

Editado: 15.12.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.