Tierra Oscura

CAPÍTULO 6. CIUDAD ROJA

-No te llevó nada convertirte en su puta. 

-No creo que te importe – se sentó, asentando su espalda en el respaldo de la cama. 

-Retozar con él, solo lo hará un hombre – una comisura de su boca se elevó en una sonrisa sarcástica –, el resultado final, sin embargo, es el mismo.  

-Es bueno que lo sepas – Vanya salió de la cama e hizo estiramientos de brazos –, sería aburrido si lo pones fácil. 

-Veo que aún no comprendes la situación, la ventaja aquí la tengo yo. Un solo movimiento de mi dedo y ninguna de estas personas dudaría en atacar. 

-Tan cobarde como siempre – la diversión en los rasgos del hombre mermó –, dejando a otros el trabajo sucio.

-Por tu vanidad que no vivirás mucho – la muchacha de cabellos castaños rio el tiempo necesario para fastidiar al hombre que le hablaba. 

-Aún no lo has entendido ¿verdad? Es por mi vanidad que tú nunca fuiste capaz de encontrarme en los meses que viví entre los tuyos. Y estamos aquí, en este preciso instante, porque mi vanidad así lo quiere. Me tachas de ilusa, porque temes decir en voz alta que esta chiquilla está creándote problemas. 

-Una vez pruebes el lugar al que te llevaré, desearas morir y rogaras que sea yo mismo quien lo haga. 

-Pienso que será al revés – la muchacha se paró firmemente frente al hombre y le clavó una mirada que prometía las cosas más despiadadas –. Tú me rogaras que muera, porque voy a quitarte eso que tanto esfuerzo has puesto en conseguir, poder.

El hombre frente a ella se carcajeó sin disimulo, porque lo que Nash Vasiliev, el general del ejército nórdico había hecho por poder, nadie se lo quitaría. 

-Idiota igual que tus padres, tú no podrás hacer lo que ellos tampoco pudieron. 

Vanya elevó una sola comisura de su boca, con la satisfacción que no había sentido en una década. 

-¿Estás seguro de eso? Tus jefes – Vanya saboreó la palabra con lentitud, porque sabía que a Nash le molestaba el hecho de que no pudiera tener un libertad total de sus decisiones – como tomaron tu incompetencia por no encontrar al responsable de las explosiones. 

La mandíbula del general se tensionó fuertemente y su rostro se tornó rojo de la ira. Una bofetada le atizó la cara a Vanya, la fuerza con la que impactó hizo que por poco perdiera el equilibrio y cayera. Cuando la impresión acabo, el dolor se hizo su entrada triunfal. El anillo en la mano de Nash le partió el labio y gotas de sangre bañaron la comisura de su boca, ella la atrapó con la lengua. 

-Esto me trae viejos recuerdos – limpió el resto de sangre con la manga –. Siempre es estimulante notar que debajo de esa mascara de perfección, eres una rata que también le teme al sol. 

-Llévala a la Torre – ordenó a Marik –. Luego de despachar al muchacho, los alcanzare – Marik asintió y el general salió de la habitación seguido de los soldados que esperaban fuera de la habitación. 

Marik agarró Vanya con mucha brusquedad por el codo. 

-Deberías bajarle la intensidad, grandulón – este no mermó la fuerza –. Tal vez el regalo que te tengo podría hacerte coincidir conmigo. 

De entre los pliegues del pantalón, sacó un objeto y cuando se lo enseñó a Marik, él lo reconoció al instante.

Un anillo que tenía el adorno de una pluma negra. 

-¿De dónde lo conseguiste? – Marik arrebató el anillo de entre los dedos de Vanya. 

-Creo que ya lo sabes. 

-Deja a mi hermana fuera de esto. 

-Es curioso si piensas en las suplicas que no deje de repetir por mi hermano. Aun así, no te detuviste. 

-El chico está vivo – se justificó casi al borde de la histeria. 

-¿Ahora me dirás, que vivió por ti? – contraatacó con la calma previa a un huracán –. Nikolas no murió por la maldita e insana mentalidad de un nórdico. Tu hermana sigue viva para mi deleite emocional – la mirada de Vanya no mostraba ninguna expresión, como los ojos de Marik cada mañana que se veía en un espejo y eso hizo que una parte que solo se la reservaba para sí, temblara. La mirada de un asesino –. En el momento que supe de tu pequeña hermana una idea ha dado vueltas en mi cabeza, si pierdes a Larissa, ¿te estaría quitando el último vestigio de humanidad? O ¿te estaría regalando remordimientos que podrían hacerte humano?  

***

Las pisadas de Neil eran lentas, sobre la acera. Iba meditando respecto a si hizo bien en simplemente irse de casa sin avisarle a Vanya.  

El complejo era un edificio de apenas dos pisos con techo abovedado. En la entrada le pidieron que llegara al hangar y que esperara ahí por el general.  

“¿Por qué debía hacerlo? La conocí ayer, es normal la distancia”, decía una primera voz en su cabeza.  

Después una segunda, refutaba su dialogo interno, “Dejando de lado su usual sarcasmo, es divertida"

“No es normal tener ese primer pensamiento hacia alguien que acabas de conocer.” 

Continuó por un rato más debatiendo consigo mismo. Para el momento que pisó el hangar, varias aeronaves habían partido, otras se preparaban a para salir. Encontró la aeronave que abordaría y con ella al piloto. Era un personaje muy joven y alto. 




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