Tierra Oscura

CAPÍTULO 12. NERVIOS JUSTIFICADOS

Sin más palabras que compartir, Vanya marchó hacia lo que tenía planeado. 

-¿Adónde vas? 

-A tu alcoba – él elevó una ceja –. Sé que es una molestia, pero la única ropa que tengo aquí es la tuya. De una vez tomaré una ducha allá – ella agitó su mano, para luego dejar solo a Neil con sus pensamientos. 

Él se recostó sobre la cama. Viendo el techo, rozó la marca en sus costillas. Las palabras que Vanya le había compartido hacen un momento tenían un trasfondo muy particular, y aun así todas muy ciertas. Rechazaba su lado austral por el dolor que le ocasionaba no ser un nórdico completo. 

“¿Y si fuiste feliz siendo austral?”, susurró una voz en su cabeza. 

“Nada me garantiza eso” 

“Si pudieras recordar, lo averiguarías” 

¿Recordar? Era muy cierto que gran parte de su vida estaba perdida, pero hasta ese punto dio por sentado que ahora su vida era mejor, que lo que le pasaba ahora era bueno. No llegó a cuestionarse su vida anterior. 

“Pudo haber sido mejor que la soledad”, su monologo interno se complicó aún más. 

La soledad se convirtió en su amiga íntima por mucho tiempo, parecía ser que estaba bien con su predominante compañía hasta ella, hasta Vanya. Pocos días bastaron para que Neil notara lo solo que realmente se sentía. Y la facilidad con la que podía conversar con ella era escalofriantemente grata. Que Vanya cubriera su frío corazón, pese al destino que los separaba como enemigos, ¿no convertía su misma infancia en una llena de tolerancia y benevolencia?  

 “Claro que no, una guerra lo que menos trae consigo es benevolencia.” 

“Probablemente, pero contigo ella no es esquiva.” 

El último contraargumento que su conciencia le susurró daba cabida a miles de suposiciones, que resultaban apresuradas. 

Neil sacudió su cabeza con la intención de sacudir cada pensamiento que solo conseguía confundirlo. De su mente se desvanecieron algunas cosas innecesarias, pero ella seguía rondando por ahí. Su padre no había mencionada durante cuánto tiempo Vanya pasaría con él, pero si especulaba correctamente sería un tiempo largo, considerando la renuencia que ella mostraba de no hablar. A largo plazo el tema de la vestimenta podría rayar lo incomodo. 

Neil se levantó con calma, aun inmerso en cómo debía solicitar a su padre dejarla salir, para llevarla con Loretta. En su alcoba buscó el comunicador. Se encontró con la sorpresa de que Marik ya se había adelantado con un mensaje de su padre. En las palabras más simples y secas, aquella noche cenaría con su él, solo los dos. Tendían a hacerlo una vez a la semana, en otras circunstancias esperaría con afán ese día, pero ahora simplemente había olvidado por completo la cena. 

-Hey – exclamó Vanya cuando emergió del cuarto de baño. 

Lucia una camiseta extremadamente enorme en su cuerpo, tanto que cubría parte de sus muslos hasta antes de las rodillas. Neil no disimuló en el momento que le dio una larga y lenta mirada desde sus pies descalzos hasta su rostro. 

Vanya vio el nerviosismo de Neil en cómo sus parpadeos aumentaron y como por más que aclarara su garganta no conseguía emitir palabra alguna. Cuando finalmente logró decir algo, él evitaba por todos los medios volver a bajar la vista de los ojos de ella. 

-Pantalones – aclaró su garganta – ¿Por qué no los usas? 

-¡Oh! – Vanya bajó la mirada a sus propias piernas descubiertas, lo cual hizo que Neil rompiera contacto visual con ella y su instinto se activará para bajar también la mirada. Antes de que ocurriera se giró –. Agarre uno, pero no me quedó. Buscaré otro. 

Por enésima vez Neil volvió a aclarar su garganta – De acuerdo... yo... mmm... revisare... la cocina - empezó su marcha hacia la puerta. 

-¿La cocina? 

-Sí, esta mañana algo fallaba. 

-¿Ok? – Vanya lo vio alejarse sin regresarla a ver una sola vez, para el momento que dejó de verlo, rio con obvia complacencia –. Aun te pone nervioso mi escasez de ropa. 

*** 

-Esta noche tengo una cena con mi padre – le dijo Neil cuando ella lo buscó en la planta de abajo. 

-Entiendo – le respondió ella, mientras asentía –, solo no esperes que te espere despierta – bromeó, pero estaba tensa con esa noticia. Neil parecía estar soltándose con ella, pero un discurso de Nash en la ecuación le preocupaba. 

-Si quieres podemos cocinar para ti y... 

-Neil – le cortó ella –, está bien. Se cuidarme y de seguro el grandulón estarás ahí para que evite “escapar”.

-De acuerdo. 

En lo que quedaba de la tarde, pasaron refundidos en la biblioteca personal de Nash. Ninguno casi dijo algo, pero la compañía era suficientemente placentera. Llegado el momento, Neil desapareció en su habitación, se duchó y cambió. Cuando volvió a la planta baja Vanya estaba en la cocina preparando alguna cosa, llevaba recogido su cabello en un moño desordenado. Toda la extensión del cuello quedaba al descubierto, esa leve desnudez de piel le recordó el evento de la tarde en su alcoba. Lo que a su vez le hizo recordar cómo sus dedos se sintieron al tacto con su piel, la primera mañana que despertaron juntos. Tragó saliva 

*** 

Vanya no buscaba hacer algo elaborado, pero si necesitaba llenar su estómago. Dando un giro para ir al comedor se encontró con la visión de un Neil en traje, una camisa blanca resaltada en la zona del cuello, seguido por un chaleco y chaqueta negra con solapa en pico; el pantalón ligeramente ajustado. Su cabello lo llevaba hacia un lado con una especie de riso que caía sueltamente en su frente. Tragó saliva.  

-Yo…  – él intentó formular palabras –, estoy por irme. 

-¡Ou¡ Ahm – tartamudeó ella –. Claro, buena noche. 

Se quedaron mirando un corto tiempo hasta que Neil volvió a romper el silencio. 




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