Tierra Oscura

CAPÍTULO 14. PERJUICIO Y BENEFICIO

-¿De qué hablas? Me dijiste que Marik mató a tus padres. 

-Marik tenía trece años cuando los mató, ¿crees que un niño sería capaz de acabar con la vida de alguien por antojo? – ella escupió cada palabra con dolor envuelto en resentimiento –. Él sostuvo la navaja que acabo con sus vidas, sí,  pero fue tu padre quien lo direccionó

-No, no – Neil retrocedió, pero ella no se movió –. Sé que no es verdad. 

-¿Y puedes confiar en lo que sabes? Porque has demostrado que no es así.

Vanya hasta cierto punto entendía que actuaba así porque se convirtió en una hoja en blanco para que Nash pudiera rayar en ella a su antojo. Y aun sabiendo aquello no hacía que sus palabras la lastimaran menos. Era doloroso ver lo idiota que se estaba portando, o como confiaba tan descabelladamente en un monstruo, pero lo que más la despedazaba desde el interior era el hecho de que no la recordara.

La mención de sus padres tocó una fibra sensible y las palabras solo se estaban desbordando a su alrededor. Buscaba credibilidad ante él

- ¿Sabes cómo fue posible que Marik sostuviera un cuchillo sin titubear y acabara con la vida de personas que ni siquiera conocía?  

En el preciso instante en que diría en voz alta aquello que nadie más que ella sabía, la puerta de la alcoba se abrió, las palabras se quedaron atoradas hasta recuperarse del chirrido del picaporte. Marik en su firme estatura pasó por el umbral.

-El general ordenó que mañana salgas en un nuevo encargo. 

-Está bien – Neil arrugó el ceño por tal información nocturna.

-Quiere que lo contactes para que te de los detalles.

-¿Ahora? – Marik asintió.

Antes de irse, dio una última mirada a Vanya, pero ella no la miraba a él, sino a Marik. Este a su vez la miraba a ella, hasta que rompió contacto y salió de la alcoba.

-Ya escuchaste al grandulón, mejor vete – lo despidió ella.

Neil parecía querer decir más cosas, en su lugar solo respondió –. Sí.

Ya sola en la habitación ella bebió un sorbo de agua del vaso en la mesita de noche, en silencio y pensado en la rara y peculiar interrupción de Marik. Se metió en las cobijas porque el frió lo ameritaba, no obstante siguió reflexionando un par de cosas. Exactamente no supo cuantas horas pasaron mas no le importó, solo cuando una teoría se formó, consiguió conciliar el sueño.

***

A la mañana siguiente en el momento que ella se despertó, primero refrescó su rostro con agua fría. Mientras se secaba miró alrededor de la habitación. Se agachó para inspeccionar bajo la cama, no encontró nada más que leve polvo. Se puso en pie para dar una corrida visual, el armario en el fondo fue lo siguiente que revisó. Nada, pero sabía que estaba cerca. 

Con sigilo siguió buscando por un rato más hasta que lo encontró. Sonrió. Con la misma ropa que consideró pijama bajó las escaleras y llegó hasta la puerta. Al abrirla se encontró con la mirada cansada de Marik.

-Quiero hablar con él – no especificó que se refería a Nash y aun así Marik le entendió 

-El general no tiene tiempo para trivialidades. 

Ella lanzó los micrófonos que había encontrado tanto en su lámpara de noche, como el que encontró en la cocina y la biblioteca. Aunque presentía que había muchos más. 

-Creo que con estos él podrá hallar un espacio. 

Marik los miró por un tiempo considerable para finalmente balbucear. 

-Espera a dentro, hablaré con el general. 

Vanya así lo hizo, fue a la cocina por un vaso de agua. Con el conocimiento de los oídos ajenos se mantuvo en silencio.

Al principio no había hilado las circunstancias por el ajetreo de curar sus heridas, pero descartando ese detalle ¿Cómo supo Marik el momento exacto en el que debía ir a ayudar a sus camaradas? Luego estaba la noche anterior, también apareció con la excusa más forzada de todas. Le llevó un poco de la noche entender el porqué de esa interrupción, hasta que finalmente dio con una idea. Nash quería detenerla de decir algo. Solo tenía especulaciones sobre el ¿qué? y por eso quería hablar con él y cerciorarse. 

La puerta se volvió a abrir. 

-Vamos.

Ella obedientemente lo siguió. En transcurso Marik regresaba a verla y cuando ella lo miraba él, la evitaba. Cuando finalmente Vanya se cansó se lo dijo. 

-Deja de hacer eso. Si tienes algo que decir, solo dilo. 

Un gruñido fue la respuesta que recibió, después de eso no esperaba que dijera nada más y se sorprendió cuando sí lo hizo. 

-¿Hace cuanto que los notaste? – Vanya arrugó el ceño sin comprender a que se refería –, los micrófonos. 

-¿Importa? – un levísimo gruñido en respuesta llamó la atención de Vanya, sentía ese interés de él hacía la respuesta, por lo que terminó respondiéndola –. Lo sospeché anoche, cuando te fuiste. 

No hubo más charla, Vanya decidió ignorar la tensión en el ambiente que vino después de su ultimo dialogo. Marik lucia más molesto de lo normal, algo en su cabeza estaba dando vueltas. Aun así ella lo ignoró para meditarlo más tarde.

No fue recibida en el cuartel general como lo imaginó, en su lugar Marik la había llevado a la misma casa de Nash. La guio por la sala de estar hasta un pasillo que terminaba en una puerta de madera. Tras ella se encontraba Nash, sentado frente a un gran escritorio de madera oscura. Este no elevó la mirada con su llegada y solo ordenó a Marik que se marchara. 

Vanya rondó por la oficina inspeccionando los objetos de decoración y palpando algunos. Supo que no se trataba de simples decoraciones cuando dio con una pequeña daga sobre un pedestal, reconoció el oscuro metal de la hoja y el zafiro en la empuñadura. Eran recuerdos de guerra. 

-Armaste este encuentro, así que habla. 

-Espero que lo que escucho no sea ansiedad – respondió ella mientras se sentaba al otro extremo del escritorio frente a Nash, con la daga en la mano –. Dado que no me visitas, decidí venir y saludar. 




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