Tierra Oscura

CAPÍTULO 15. EL VACÍO DE LOS RECUERDOS

-¿Piensas atraer a Marik con esa excusa tan torpe? 

-No soy idiota, sé que él no me creería – ella rodó los ojos –. Sin embargo hay algo que ha dado vueltas en mi cabeza desde anoche ¿por qué sería tan importante que evites que hable sobre ese día? Mi posible teoría es que no puedes filtrar la transmisión, porque no solo tú me espías, también lo hacen tus superiores.

El silencio de Nash hizo que Vanya se diera una palmadita mental por haber acertado, estaba dando en el clavo con cada una de las hipótesis que se había planteado. 

-Es algo muy mórbido – Vanya agitó la cabeza –. Pero, en fin, no vine a eso. Desde este momento ocurrirá una de dos opciones: la primera es que decidas quitar los micrófonos, pero la sospecha de porque lo hiciste después de mi visita es a lo que te arriesgas. La opción dos es más sencilla. Tal vez tienes un plan para mí, pero estoy muy segura que no uno inmediato. Si no quitas los micrófonos y yo finjo que no los tengo cerca, estarías ganando tiempo – se encogió de hombros –. A cambio quiero algo.

-Y la garantía de que no hables es tu palabra – dijo con sarna y sarcasmo. 

-Aunque ninguno lo diga de sus propios labios ambos sabemos que no hablaría, por el mismo motivo por el que tienes la seguridad de que no huiré de tu jaula con barrotes de oro. 

Y las cosas seguían redireccionándose al muchacho. Nash la llevó con él, precisamente para que ni siquiera la idea de huir pasara por su cabeza. Ella lo dijo, necesitaba tiempo y el muchacho se lo daba. Vanya era consciente de ello y aun así solo buscaba más tiempo con él, su propósito oculto desde un principio fue él. Claro que buscaba respuestas a los experimento de Nash, pero solo era el motivo oficial con el que le concedieron partir a territorio enemigo.  

-Quieres convencerlo – cayó en cuenta Nash –. Tú quieres que él crea en ti otra vez – Vanya no respondió y su silencio bastaba para confirmárselo a Nash. Ella se mantenía diciendo que ganaba tiempo para Dorian, pero la parte no racional de su ser le susurraba que si no lo recuperaba ahora, no lo haría  jamás –. Eso no pasará, yo me encargué de eso.

-Entonces no tienes nada que perder. Aun así, piénsalo bien, ya sea que quites los micrófonos o solo me encierres en algún otro lugar ¿cómo lo justificaras? Las personas que están sobre ti, de seguro no son nada idiotas. No confiaran en lo que les diga Marik y conociéndote sé que mandaste muy lejos a los soldados que ese día te ayudaron, sino están muertos ya. Vendrán a la única persona que te odia tanto y quien botó la duda – Vanya se señaló así misma –. Para callar esa verdad debes matarme, pero el otro lado de la verdad es que aún me necesitas.

Nash la miró un tiempo considerable, analizando y contra analizando esa lógica, pero Vanya había cubierto todas las bases, asegurando su estadía en el departamento y un pequeño, pero esencial beneficio. 

Los minutos pasaban, pero Vanya no se sentía alterada. Esperó pacientemente, sin comentario alguno y en silencio. Mientras tanto bajó la mirada nuevamente a la daga, la hizo girar entre sus dedos hasta que levemente se hirió uno. No se inmutó en su lugar admiró la gota de sangre.

“Sigues igual de letal", pensó.

En el momento que escuchó algo muy similar a un suspiro, miró a Nash. 

-¿Qué quieres?  

Ella sonrió. 

***

Risos castaños volvieron a repiquetear en los sueños de Neil esa noche, solo que esa vez entre la agitación de los mechones de la figura, logró vislumbrar la sombra de una sonrisa triste. La escena se reproducía pausadamente, las pestañas de esos claros ojos caían grácilmente en parpadeos. La luz de los relámpagos iluminaba su mirada en un vivo ámbar, que solo llegó aclararse aún más cuando esa persona lo miraba directamente permitiendo entrever una pequeña peca oscura dentro del mar de ese color vivo. 

Sus cuerdas vocales vibraron y crearon un sonido lejano pero hipnotizante. Parecía que lo llamaba por su nombre, aunque la palabra parecía no ser muy clara. Intentó alcanzar la figura de la mujer, quería girarla y ver que rostro es el que escondía. Teniéndola casi cerca escuchó una primera sílaba. 

-Nn... 

El sonido se hizo mucho más lejano y con esta lejanía se asentó la oscuridad, que luego lo succionó fuera de su inconsciencia, y lo escupió a su verdad en un sobresalto. Esta vez jadeaba, atragantándose con el aire. El silencio de aquella mañana solo hacia más audible los exaltados latidos de su corazón, había una sensación que apretó su pecho y se negaba a soltarlo. 

Con una mano temblorosa alcanzó un vaso de agua sobre la mesa de noche, lo bebió atragantándose y no le importo que el líquido se derramara sobre su mentón hasta empapar su camiseta.  

Con su nivel de conciencia a un cincuenta por ciento, trastabilló hasta la alcoba de Vanya. Su mano voló al picaporte y esta no lo soltó porque ver su cama vacía provocó que casi perdiera el equilibrio. Pese a las posibilidades abiertas de que ella podría encontrarse en algún otro lugar de la casa, las alarmas en el ser de Neil se preguntaban si realmente se habría marchado.  

Fue de alcoba en alcoba. Con cada esperanza reducida los recuerdos de ella, en cada lugar que buscaba, se intensificaban y luego se desvanecían, como cuando se escapa la arena entre los dedos. 

-No, no, no – el último lugar era la cocina y aunque el sonido en ella era nulo, no ralentizó su paso. 

Nada, Vanya no estaba. Los recuerdos agradables de ella a su alrededor se perdían, dejando solo los tristes en especial su última reacción de vulnerabilidad cuando habló de sus padres.  

Antes de que esa imagen destrozara su cordura por completo, la puerta se abrió. Con paso temeroso Neil asomó su cabeza, para ver de quien se trataba. 

-Gracias grandulón – era ella, llegaba en la misma ropa de anoche. Una vestimenta tan holgada que, hacía perder la forma de su persona. A pesar de eso, solo entonces Neil notó su corazón calmarse y el aire del entorno volver a aparecer para sus pulmones. 




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