Ella no alzó la mirada de su plato.
-Entiendo.
Los eventos de la última cena aún se mantenían frescos y no solo para ella.
-Todo irá bien – intento calmarla.
-De acuerdo – le sonrío, él se sentía bastante seguro que no era una sonrisa real.
No la culpa, la última vez no había terminado bien. Tácitamente habían decidido enterrar ese problema, pero su existencia seguía zumbando por ahí. En lo que respecta a Neil quería mantener esa paz, por lo que la cena con su padre la mantendrían, en lo posible, alejada de cualquier tema qué la involucrara.
***
Se preparó solo y en un silencio.
Un silencio tan anómalo.
Tan incorrecto.
Un ambiente donde solo estaba él y pese a eso tan viciado, tan asfixiante.
Pasaba mucho tiempo con Vanya haciendo nada, y ahí nacía el problema, junto a ella el silencio era uno conocido y reconfortante. Sin ella la escasez de ruido era sofocante y solitario.
Se hacia el tonto, por supuesto que sabía eso. Con esa chica tenía algo que trascendía la similitud de sus raíces. Un algo que iba en las dos direcciones. A diferencia de él, ella no escondía el pretender conocerlo y pretender solo en el sentido en que era como ella lo hacía ver.
Cuando le preguntaba cómo sabía de algo que a él le gustaba, ella sonreiría y diría: "¿A quién no le gusta?" pero tenía bastante claro que era un gusto muy suyo el poner canela en el café.
Estaba encerrándose en una burbuja, no era ingenuo para no admitírselo a sí mismo. Y aun así se negaba a reventar esa burbuja. La situación resultaría muy engorrosa si preguntaba en voz alta lo que presentía, quería mantenerse un poco más de tiempo viviendo esa efímera y frágil realidad.
No quería presionar la suerte y cada de una de las veces que ella le pedía que se quedará por las noches, le era más difícil huir en la madrugada.
Salió de la habitación buscándola. Aún le era un reto encontrarla cuando se perdía de vista. Tras varios minutos la halló en el pequeño cuarto de libros. Se mantenía cruzada de piernas sobre la alfombra marrón cerca de una estantería, tenía un libro en sus manos, pero no lo leía. Lo sabía por la arruga en su frente, cuando estaba realmente concentrada en una lectura tendía a juguetear con el lóbulo de su oreja.
-¡Hey!
Vanya alzó la mirada en respuesta a su llamado la arruga en su frente se transformó en una sonrisa en sus labios.
Ella le seguía sonriendo, pero a él no le engañaba, la noticia de su salida la había dejado muy pensativa.
-Estás listo – dijo mientras le daba una mirada de pies a cabeza –. Te ves muy bien.
-Gracias – también sonrío, últimamente lo hacía con más frecuencia.
Le tendió la mano, tiró de ella hasta ponerla sobre sus pies, luego la abrazó. Su estatura encajaba perfectamente con la de él, al abarcar todo su cuerpo de ese modo sentía que podía protegerla, como si fuera su armadura.
Se maravillaba en como su cabeza encajaba plenamente en el hueco de su cuello, le gustaba enterrar el rostro en su cabello y así sentir que el momento era real. Cuando tuvo lo necesario le susurró al oído –. Me iré ahora
Estar de esa manera no era solo gratificante para él, a Vanya también le calmaba. El poder sentir el ritmo de su corazón sobre mejilla era su regalo después de un mal día. El roce de su aliento en su oído picó en su piel, su cuerpo respondió un breve abrazó más fuerte que el anterior, tomó una última calada de él y se alejó para volver a sonreírle.
-De acuerdo.
-Volveré pronto – besó su frente y salió de la habitación.
"Eso no es lo que me preocupa, idiota. Sé que volverás, lo que no sé es cómo lo harás."
***
-Este año quiero que asistas al banquete.
El banquete era una reunión donde solo participaron las familias importantes. Se celebraba en la noche del Festival del Amanecer Escarlata.
La propuesta era sorpresiva, los anteriores años nunca siquiera se le tomó en cuenta para asistir. Debía sentirse conforme, era el día que parecía que comenzaban a aceptarlo, no obstante respondió lo único que nunca se imaginó diciendo.
-¿Es necesario asistir?
“¿No es eso lo que siempre quisiste escuchar? ¿Por qué lo rechazas?”
-¿No quieres?
Neil bajó la mirada un breve momento, el penetrante azul de los ojos de su padre lo aplastaba.
-No es eso… – volvió a mirarlo – solo... – "es por ella" –... solo no sé sí me sentiría cómodo allí, no conozco a nadie.
-Estarán tus hermanos
" Unos hermanos con los que no hablo y tampoco me hablan", si bien fue eso lo que pensó, no fue lo que respondió
-Es verdad, estarán ellos – se concentró en cortar su carne y no dijo nada más.
-Lleva a la chica – esa única frase bastó para ver a su padre con rareza.
-¿Por qué? – soltó antes de pensarlo bien y en cuestión de nada vio cambiar el rostro de su padre, no era enojo lo que veía, era amenaza. Su voz no se elevó, y no era necesario, la falta de emoción en ella era suficiente para sentir que sus palabras cortarían.
-¿Por qué no creo que quieras que la encierre?