Tierra Y Sangre - Los cristales del portal oscuro

Capítulo 11: Nueva Lión

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Nueva Lión

 

Jageth abría los ojos, todo su cuerpo estaba totalmente relajado, lentamente volvió a cerrarlos para dormir un poco más.

“Dormiré un poco más” — pensó, bostezó y se entregó a su cansancio.

Los pensamientos, de los acontecimientos inusuales que sucedieron volvieron a su mente como una ráfaga y abrió los ojos rápidamente, se incorporó de un salto saliendo de la cama, estaba vestido con una trusa, sus muslos, sus brazos y su pecho estaban vendados, miró a su alrededor percatándose que se encontraba en un cuarto con ventanas grandes, las cuales cubrían cortinas blancas y delgadas, por ellas se filtraba una cálida luz, notó otras camas mas, con sus ocupantes cada una.

“¿Dónde estoy?” ______ se preguntaba, mientras analizaba el lugar.

Se acercó despacio a las otras camas en una de las cuales se encontraba Portos y en otra Kein, aun dormían, se puso ropas que estaban en una silla junto a su cama, se alistaba para salir de la habitación y averiguar donde era que se encontraba, además quería averiguar muchas otras cosas: ¿Dónde estaban los otros dos que faltaban? ¿Qué hacían allí? ¿Por qué estaban ahí? ¿Quiénes fueron sus secuestradores?

 De pronto la puerta comenzaba a abrirse, dejando entrar una luz potente y cegadora que impedía visibilizar quien la abrió, Jageth se quedó parado frente a ella sin moverse hasta poder visualizar con claridad. La puerta se abrió hacia adentro, el que lo hizo era un sujeto alto que estaba encapuchado, el muchacho se limitó a mirarlo para poder analizarlo con más detalle.

— ¿Ya pasaron los siete días? — preguntó Jageth creyendo que era la muerte viniendo a completar el pacto.

— Solo pasaron tres desde que te desmayaste — respondió el encapuchado con una voz gruesa e imponente.

Jageth lo hubiera atacado de inmediato al percatarse que no era quien creía, pero sacó sus conclusiones antes de actuar solo guiado por su instinto: para tenerlo en un cuarto tan cómodo y haberse tomado la molestia de vendar su cuerpo. Las personas que lo llevaron allí no le querían hacer daño. Eso le volvía a sorprender y volvió a sospechar que tal vez si se tratase de la muerte.

— Pero…— dijo Jageth — ¿qué haces aquí? si estoy sano — se tocó su pecho con sus dos manos como revisando que todo estuviera en su lugar — ¿o acaso este es el mundo de los muertos?

Después de todo no esperaba a nadie mas o al menos no creía que alguien más podría ser así, el encuentro con la muerte le marcó de tal manera que se quedó bien grabado en su mente. Detrás del misterioso sujeto encapuchado se acercaba alguien más.

— Maestro Galeón ya está servida la mesa — dijo la persona que entró, tenía una voz femenina, delgada y elegante.

Se trataba de una mujer gárgola, tan grande como el encapuchado, pero más delgada, de figura contorneada y musculatura bien marcada al igual que sus pechos y caderas, características inconfundibles de un ser femenino.

— ¿Galeón? — gritó Jageth muy sorprendido — “rayos, creí que era la muerte” ______  pensó y suspiró aliviado cogiéndose el pecho con la mano.

— Hola Jageth — dijo sacándose la capucha — cuanto tiempo, al fin despertaste — le sonrió, dándole una leve palmada en la espalda.

— Hola maestro — dijo Jageth — ¿Cuánto tiempo estuve dormido?

— Pues creo ya haberte dicho que tres días — respondió Galeón cogiéndose del mentón —  ¿a qué te referías con eso de si ya pasaron siete días? Creo que estar mucho tiempo te aturdió y me confundiste con alguien mas o solo tal vez creíste que aun estabas soñando.

— Tiene razón maestro, efectivamente creo que mezcle todo esto con un sueño que tuve aún me siento medio dormido — dijo Jageth recordando muy bien que la muerte le advirtió lo que le pasaría si es que divulgaba que conoció a la muerte, de ahora en adelante tendría que ser más cuidadoso y prefirió cambiar de tema — ¿Dónde nos encontramos?

— Acabas de despertar — dijo Kein levantándose de la cama — y ya haces tanto escándalo — comenzó a vestirse.

— Demasiado escandaloso — decía también Phortos levantándose de la cama.

— Lamento haber arruinado sus dulces sueños señoritos — dijo Jageth con ironía mirándolos con una sonrisa, volvió la mirada a su maestro y agregó — gracias por los vendajes maestro, me siento mucho mejor, incluso podría afirmar que me siento como nuevo.

— No me lo agradezcas a mi — respondió Galeón — agradécelo a Teresa, ella te cuidó con tanta paciencia y dedicación — refiriéndose a la gárgola que estaba detrás de él.

Jageth se ruborizó por las palabras de su maestro y aun mas cuando miró a Teresa a los ojos, que por más que fuera de una raza diferente, se podría ver su gran belleza y porte.

— Muchas gracias por curarme señorita Teresa — le dijo haciéndole una reverencia y soportando la vergüenza que le causaba el hecho de sentirse atraído por ella — se lo agradeceré por siempre y espero que el destino me permita poder devolverle el favor.

— No es nada jovencito, es parte de mi trabajo — decía ella tan linda con una sonrisa tan tierna que no dejaba de ser atractiva— además la mayor parte lo hiso tu organismo y tu fascinante factor curativo.




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