Confundido, el muchacho volteó a sus espaldas. Había cosas que hacían que esta realidad perdiera cada vez más sentido, sin embargo, se encontraba bastante seguro de haber escuchado la voz de Lily. Para su desconsuelo, no había nadie detrás de él, a su lado ni enfrente. Se encontraba solo.
Caminó al umbral de la cocina, donde pudo encontrar a Mónica que servía la tarta. Sonreía con tal naturalidad que hasta le causaba envidia; había cometido tantos errores con ella en su pasado que ahogó a la muchacha que sus ojos veían ahora.
«¿Por qué tus decisiones te llevan a Mónica?»
Aquella pregunta golpeó en su mente.
Era cierto, ¿por qué Mónica siempre estaba presente? En el hospital, en el gimnasio de la escuela y ahora, en el apartamento de su cuñada. Cada paso que daba era un paso que lo llevaba a ella, y por más que trataba de retomar su rumbo original, Mónica se atravesaba. El precio que Lily mencionó se volvía cada vez más real y causaba una punzada en su cabeza.
—Es hora de irnos —anunció uno de los hermanos mayores de Mónica. No pudo distinguir si fue Jack o el otro gemelo—. Ya está oscureciendo y no queremos arriesgarnos a nuevos peligros.
—Separé dos pedazos para mis amigos. ¿No hay problema, Jeremy? —agregó Mónica al señalar la cocina.
Como era de esperarse de Jeremy, con una sonrisa negó con la cabeza. Mónica asintió con energía y se dirigió a la cocina donde Jared se encontraba. El muchacho quiso decirle algo, sin embargo, al verla se abstuvo. Además, Emanuel se acercó a ella para ayudarla y el aura del hermano pequeño era más que clara. Por lo que decidió alejarse de ahí, salió de la cocina y optó por sentarse en el sofá de la sala.
Observó como toda la gente se marchaba y su hermano iba a despedirla.
Lo que dejó a su cuñada y a él en ese apartamento. Jared la observó por unos momentos, la mirada de Rosalina continuaba perdida desde ya un rato; la conversación con Mónica se repitió en su mente, el que su cuñada regresara lo veía como algo muy difícil. Él de primera mano, sabía lo que era perder algo irrecuperable.
Los pasos de Jeremy se escucharon, pero al parecer no regresaba solo, porque se escuchaban voces con él.
Con un mínimo de curiosidad, paró sus ojos sobre la entrada. En cuanto se abrió la puerta, la primera persona en entrar fue su novia, Lucille. Con zancadas se acercó a la sala y encaró a Jared quien se encontraba sentado, confundido el muchacho alzó la mirada y pudo notar la sonora respiración de su novia. Sin expresar palabra alguna, preguntó con su mirada.
—En serio —habló Lucille claramente molesta—, he tratado de ignorarlo mucho. Pero hoy es el colmo. ¿Quién rayos es ella? —señaló con brusquedad.
Jared volteó su mirada hacia donde ella señalaba, que era la entrada. Donde pudo a notar a Jeremy con Ethan, al parecer, su mejor amigo también se encontraba molesto. Frunció el ceño con ligereza, ¿algo malo había pasado de lo que él no se había enterado?
—Mi cuñada —contestó el muchacho castaño al no comprenderla.
Lucille gruñó.
—¡Hablo de la chica que abrazaste en el hospital como si tu vida dependiera de ello! —exclamó furiosa. La escena se detuvo por un segundo, los presentes observaron con preocupación a la pareja y al ver las chispas que saltaban decidieron retirarse en silencio. Donde Rosalina regresó a su habitación y Jeremy salió junto con Ethan para continuar con su conversación—. ¿Y quieres saber otra ironía? —continuó Lucille mientras trataba de tranquilizarse—. Que la vi salir de la casa de tu cuñada con un ejército de hombres y tu hermano incluido. Y antes de que me enoje más, dime quien es ella.
—Mónica —respondió Jared al encogerse de hombros.
—¡Ya sé que su nombre es Mónica! —gritó con la sangre que hervía. Jared la observó confundido mientras Lucille pasaba las manos por su rostro, quería tranquilizarse un poco—. Escucha bien mi pregunta —inspiró con profundidad—, ¿quién es ella?
Jared se encontró a punto de abrir la boca, sin embargo, paró sus palabras de inmediato. Comprendió el trasfondo de esa pregunta y con ello, las conversaciones con Lily comenzaban a cobrar sentido. Su deseo no fue para recuperar a Lucille. Su subconsciente tenía en mente a alguien más y ese alguien nunca fue su actual novia, ese alguien siempre fue Mónica. Por eso sus decisiones siempre tenían a Mónica de por medio. Por eso su mente no recordaba a Lucille hasta que la veía.
Cometió un grave error al salvarla sin un motivo claro. Sus acciones hacían sufrir a los demás, ya fuera de forma directa o indirecta.
—Lucille —comentó con tranquilidad— antes de que continúes gritando. Escúchame, por favor. —La muchacha asintió con cierto temor, al mismo tiempo que su rostro perdía color poco a poco—. Su nombre es Mónica y es alguien a la que lastimé mucho en algún momento, solo que ella no lo sabe y con suerte no lo sabrá ni lo volverá a sentir. También en su momento, fue quien me mantuvo en pie y a quien no traté como merecía. No lo entiendes, porque en la forma en la que se dieron esas circunstancias ahora no existen ni existirán.
Ahora ella quien no comprendía.
—¿Qué demonios dices? —musitó la muchacha con voz trémula.
Jared se levantó y la tomó por los hombros. Para que esta realidad recobrara el sentido, debía comenzar a actuar sin miedo ni cobardía. Debía decidirse y ser prudente.
—Terminemos —expresó él con seriedad.
Debía ser directo y dejar de causar dolor a los demás.
[...]
—Tú lo sabías —confirmó Lily con recelo sentada a lado de Yua—, y hasta ahora decides aparecer. Me das asco.
A pesar del ataque de furia que tuvo la acompañante de Lily, esta decidió calmarse y bajar a la chica para poder hablar de forma civilizada. Por lo que se sentaron y la conversación inició.
Yua sonrió y acarició el cabello multicolor de su acompañante. Lily golpeó las molestas manos de la mujer y continuó con su vista hacia lo demás, había oscurecido y las familias habían tomado rumbo hacia sus casas, sin mencionar, que el frío era cada vez más marcado.