La taza cayó y no solo tiró el líquido, también se partió en varios pedazos.
Yua mordió la uña de su dedo índice derecho al no dejar de pensar en lo que sus ojos habían visto. Volteó a sus espaldas, con la esperanza que en cualquier momento Farisha hiciera aparición. Cosa que no pasó. Tocó su cabeza y apretó los ojos con fuerza, a la espera que la punzada desapareciera y la dejara pensar con tranquilidad.
La puerta del apartamento fue abierta y en ella pasó Jared, a lo cual, Yua suspiró con tranquilidad. El muchacho posó sus ojos verdes en la improvisada entrada de la cocina, donde el pequeño desastre estaba hecho. La chica de ojos bicolores sonrió y él solo exhaló aire con cansancio. Tomó la escoba y comenzó a barrer los pequeños trozos de porcelana, en silencio.
—¿Algo que contar? —insinuó Yua, al ver el trabajo del chico.
—Gracias a ti, ahora tengo problemas —contestó el muchacho, mientras buscaba pedacitos fuera de lugar—. Esa taza fue un regalo de Rosalina para Jeremy en su primer aniversario. No sabes como él cuida esa taza. Ahora estaré muerto.
—No veo el problema —respondió la muchacha de cabello multicolor.
La ironía estaba bien reflejada en los ojos del muchacho, mientras Yua le observaba con supuesta inocencia. Con un suspiro, tomó la escoba y comenzó a barrer mientras Yua quedaba en su lugar.
La puerta del apartamento se abrió y Jeremy entró con bolsas en mano, al mismo tiempo, que titiritaba de frío. Sus pasos pararon frente a Jared y al verlo se sorprendió. El muchacho castaño abrió la boca en el intento de dar una explicación, sin embargo, esa mirada amenazante lo hizo tragar las palabras que pensaba sacar. Jared volteó a sus espaldas donde Yua sonreía mientras alzaba ambas manos.
—Eres un terrorista de sentimientos —masculló Jeremy, al empujarlo para poder entrar a la cocina.
—No fue mi culpa —defendió Jared, mientras tocaba su pecho—, esto lo hizo...
El chico paró y volteó a sus espaldas, donde la mujer de vestido negro y cabello multicolor mantenía una despampanante sonrisa de oreja a oreja. Jared regresó la mirada hacia su hermano, el cual con su mirada lo acribillaba mientras mantenía ese sepulcral silencio.
—Prometo compensártelo —comentó el muchacho con derrota—, haré lo que quieras y te daré lo que me pidas.
Jeremy suspiró con cansancio y decidió concentrarse en guardar la compra en las alacenas. Jared trató de hacer un ademán que interrumpió de inmediato, era mejor no molestarlo más de lo que estaba. Dio media vuelta y decidió dar camino a su habitación. Al entrar, se tiró en la cama bocabajo y exhaló de tal forma que sintió como sus extremidades se relajaban poco a poco.
Yua, que venía detrás de él, se recargó en el escritorio donde no apartaba la mano de su cabeza, la migraña le comenzaba a afectar.
—¿Dónde comenzó el error? —preguntó Jared casi en un susurro. Yua trataba de acallar su padecimiento, no obstante, escuchó esas palabras con claridad y se mostró curiosa—. ¿Qué hice mal desde el principio? —Se levantó de la cama y observó a la guardiana con un atisbo de esperanza—. Tú puedes solucionarlo —mencionó al correr hacia Yua y tomarla por los hombros—, tú también tienes poderes.
—Tranquilo —contestó ella con una sonrisa, al poner ambas manos en el pecho de Jared con la intención de alejarlo un par de centímetros—. Y lo que piensas no lo haré —declaró al leer su mente—, solo soy la Guardiana del Destino y los poderes de revertir el tiempo, solo los posee la Guardiana del Tiempo y Los Recuerdos, o sea, Lily. Además, no puedes recurrir a la magia cada vez que te encuentras atascado en un problema; eso es hacer trampa con la vida.
—Tú no lo entiendes —defendió él sin saber que hacer—, estoy en el fondo —musitó. Liberó a Yua de su agarre y volvió a suspirar—. Hoy me encontré con Mónica —explicó y sin saberlo, captó la total atención de Yua—. Cuando la conocí por primera vez, era exactamente el mismo tipo de persona que es ahora. Tal vez, si regreso en el tiempo pueda encontrar la verdadera raíz del problema y solucionarlo. Tú puedes ayudarme —expresó esperanzado.
La risa de ella resonó por la habitación, al mismo tiempo que sostenía su cabeza, los ojos esmeraldas de Jared se entornaron y un malestar que estaba en su garganta comenzó su recorrido hasta llegar al estómago. Los ojos bicolores de Yua le miraron con diversión y desprecio.
—Solo te hablo bonito un momento y crees que somos amigos —ironizó Yua con su carcajada—. Yo estoy aquí para cuidarte de las estupideces que pasan en tu cabeza, un ejemplo es el de hace unos momentos, no harás ningún otro viaje en el tiempo ni harás más trampas —manifestó con una posición de soberbia—. Te lo advertí: si hacías una estupidez te despedirías tu cordura. —Cruzó los brazos y observó hacia arriba donde se encontraba el muchacho—. ¿Dónde comenzó el error? Siendo sincera, no lo sé. Pero tú puedes decírmelo, ¿verdad?
El ojo púrpura y rosado de Yua, emitieron un brillo mientras su mirada se sostenía sobre Jared. En ese momento, la migraña de Yua desapareció, sin embargo, sobre el muchacho la poca luz le comenzó a molestar y los sonidos de todos se agudizaron, donde poco a poco varias imágenes se esclarecían en la mente de Jared.
Un panorama negro donde pequeñas líneas rojas brillaban a su alrededor, cada una tomaba diferentes caminos y se dispersaban a su alrededor. En su meñique, un mismo hilo se encontraba amarrado, curioso decidió seguirla donde no encontraba el final del camino.
«Yo de verdad fui feliz».
«¿Por qué no me conociste un poquito?».
Las voces y las imágenes no dejaban de perseguirlo. Donde una verdad se reflejaba; ¿cuántas veces hizo que Mónica llorara? Cierto que recordaba su sonrisa, sin embargo, más tiempo pasaban juntos aquel gesto desaparecía de forma gradual hasta que un día sin darse cuenta, esa Mónica desapareció por completo. Cuando eso sucedió, ese diecisiete de octubre hizo su bella gala.