Time after Time

Recuerdo 21. Espera

16 de diciembre. 7:00am.
 

Los pasos se escuchaban a la lejanía, sin poder conciliar bien el sueño, Jeremy alzó la cabeza en dirección al sonido. Donde notó sus dos amigos, los cuales, se acercaban a la velocidad que el hospital se los permitía. Los ojos verdes del chico se abrieron de la sorpresa, tanto Lucille como Ethan venían cubiertos de una fina capa blanca.

—Se le ocurrió nevar hoy —comentó su amiga en voz baja—. Bajamos del autobús y ya estaba cayendo.

—Gracias —susurró Jeremy. Los recién llegados observaron con curiosidad, donde cubierta por el abrigo, se encontraba Rosalina acurrucada el pecho de su novio, en un profundo sueño—. Explícalo tú —comentó el muchacho con un vistazo hacia Lucille.

Lucille apretó los labios con incomodidad.

—Lo siento —respondió ella con ambas manos juntas frente a su rostro.

—Él —intervino Ethan, con un manojo de sentimientos que lo aplastaban—, ¿qué tan mal está?

Antes de contestar, Rosalina se estiró mientras lanzaba un bostezo, talló sus ojos con pereza y le dedicó una sonrisa a los recién llegados. Sus amigos correspondieron su saludo silencioso y de inmediato, regresaron la atención hacia Jeremy. La explicación carecía de los detalles más importantes, hasta los mismos doctores, no entendía el motivo de aquel estado.

Como era de esperarse, el consuelo que sus amigos buscaban, no se presentó.

Un silencio se posó en medio de ellos, donde solo se podía apreciar el sonido de los pasos de los doctores, las llamadas de recepción y el olor a cloro mezclado con medicamento. Ethan tomó asiento a lado de Rosalina y Lucille por el lado de Jeremy, el cual moría de cansancio y ansiedad.

—Vayan a comer —sugirió Lucille con una sonrisa—. La cafetería del hospital es bastante buena, además, necesitan despejarse. Aquí estaremos Ethan y yo haciendo guardia.

A decir verdad, el muchacho sentía que si metía algo a su estómago, de un momento a otro lo vomitaría. Sin embargo, otra cosa muy diferente era Rosalina, la cual no había comido nada desde la cena del día anterior, y su condición aún era débil. Jeremy asintió y tomó a su novia, para ambos dirigirse a la cafetería.

Como era de esperarse, el lugar no estaba muy habitado y solo se encontraban los doctores que descansaban, junto con uno que otro visitante. Jeremy dejó a Rosalina en uno de los asientos, mientras le indicaba que solo compraría algo y regresaría rápido. A lo cual, la muchacha asintió.

Con el pedido en mente, se acercó al mostrador. Donde antes de que pudiera hablar, la dependiente le acercó una charola con un café negro, un té verde, un burrito, un sándwich y dos gelatinas de sabor limón. Abrió los ojos de par en par, con miedo alzó la cabeza para encontrarse con la muchacha, la cual le sonreía con dulzura.

—¿Cómo supiste...? —Apenas podía pronunciar las palabras, gracias a la sorpresa.

Ella acomodó el mechón oscuro de cabello, que bailó en su frente y acentuó su sonrisa, donde sus oscuros ojos marrones brillaron.

—Va por cuenta de la casa —comentó ella con buen humor—. Desayuna tranquilo con tu novia.

Jeremy entrecerró los ojos con suspicacia.

—¿Nos conocemos de algún lado? —preguntó, al notar el aire familiar que desprendía.

—Quien sabe —respondió la dependiente, que con su mano despedía al muchacho.

Antes de poder declarar otra cosa, Jeremy fue despachado y dirigido de regreso con su novia. Contrariado, volteó al mostrador donde aquella dependiente, se encontraba ocupada con un visitante. Decidió no prestarle atención, Rosalina le esperaba con el desayuno.

[...]

Las fuerzas le regresaron y el sueño poco a poco se disipaba, abrió los ojos con lentitud, donde una silueta femenina se encontraba borrosa frente a él. Cuando se aclaró en totalidad, notó esos remarcados labios rojos que le ofrecían una sonrisa, junto con ese cabello multicolor corto, pudo comprender de quien se trataba. Tocó su frente y se acomodó bocarriba.
 

—¿Regresamos al punto de inicio? —cuestionó Jared con ironía—. Si van a matarme, háganlo de una vez.

—No es mala idea —mencionó la suave voz de Lily, casi con indiferencia—. Pero si estás aquí, significa que todavía tienes la oportunidad de vivir —explicó con tranquilidad.

Jared rió de forma automática. Hubiera dejado a Lily hablar sola cuando se sentó frente a él, debió salir detrás de Mónica y remendar todo lo que rompió. Por supuesto, eso jamás pasó. Se dejó seducir por las palabras de una desconocida de look extravagante, la cual le prometió un mundo dulce y en vez de eso, le regaló el sabor más puro del ajenjo.

—Puedo leer tus pensamientos, recuérdalo —recalcó Lily, donde sus ojos bicolores le observaban—. Pudiste evitarlo, cuando comencé a hablar de deseos y magia, en vez de preguntarme si estaba drogada, te pudiste haber levantado e ido. No me culpes de tu desgracia —continuó al encogerse de hombros.

—Te odio —masculló el muchacho con el brazo que le tapaba la frente—. A ti y a todos los que son de tu raza, pueblo... lo que sea que sean ustedes.

La chica lanzó una leve carcajada.

—Por eso amo hablar contigo —comentó ella de buen humor—. Es tan divertido molestarte. —El silencio de Jared se mantenía, donde apreciaba la oscuridad donde solo se vislumbraba la guardiana. Lily frunció el ceño, al realizar un leve escaneo del muchacho—. No estás roto —explicó con ligera confusión—, solo perdiste las ganas de vivir.

Como si de una respuesta obvia se tratara, Jared la observó con toda la ironía reflejada. La chica se encogió de hombros y regresó con su atención sobre la nada. Cada minuto que pasaba duraba una eternidad, donde el silencio reinaba debido al desagrado mutuo de ambos.

Más minutos eternos de silencio.

—¿Quieres hablar sobre algo? —preguntó Lily, que sentía el peso de la eterna espera. Jared suspiró, donde mantuvo su silencio. Cosa exasperante para la guardiana—. Entonces te cuento un secreto —continuó con ánimo.




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