—Adiós Jared —contestó ella con su voz todavía quebrada—, gracias por este tiempo y la felicidad que me diste. Espero que encuentres a alguien que de verdad logre alcanzarte.
El corazón le dolía, su interior se encontraba fragmentado, volteó a verlo con la ínfima esperanza que dijera una palabra, sílaba, por lo menos, una letra para quedarse a su lado. Sin embargo, él se tiró en el asiento y escondió su deplorable rostro del mundo. Esa era su respuesta.
Las lágrimas gotearon sobre sus mejillas; podía quedarse y retractarse de todo, darle una segunda oportunidad y solucionar el problema de raíz, esta vez, con las decisiones correctas. Si no fuera que en su relación con él, la mayor parte de su dignidad fue pisoteada y necesitaba conservar la poca que le quedaba.
Dio media vuelta y salió del local. El helado aire otoñal golpeó su rostro, sacó la bufanda de su bolso y la acomodó, para que protegiera la mitad de su rostro. Comenzó a caminar con un solo pensamiento; en cuanto llegara a casa, llamaría a Lucy y a Rosalina para darles las noticias. El pecho no dejaba de apretarle mientras en su cabeza, hacía la lista de las cosas que quemaría y tiraría.
El sonido del claxon de un automóvil, la regresó a la realidad. Fue cuando se dio cuenta que se encontraba en medio de la calle, con un auto acercándose a gran velocidad a treinta centímetros de distancia de ella.
Abrió los ojos y sintió el corazón en su pecho, que palpitaba a mil por hora.
Tenía demasiado calor, sus mejillas se encontraban húmedas no podía deducir si era sudor o lágrimas, con la manga de su pijama limpió su nariz llena de mocos. Tomó asiento y dio un vistazo al alrededor, solo para asegurarse que se encontraba a salvo en su habitación.
Alzó su mano y la colocó a la altura del pecho, apretó la prenda al sentir el golpeteo de su corazón. Recordaba el sueño con claridad: la persona a la que le dijo esas palabras era Jared. Estaban en la Cuchara de Plata, él se veía mucho más mayor y ella se sentía desesperanzada.
—¿Acaso tuve algún tipo de sueño premonitorio? —Tocó su cabeza, la cual le punzada demasiado—. Pero, ¿eso significa que seré novia de Jared? —El solo preguntarlo, provocó un leve sonrojo en las mejillas donde su mente imaginaba sus propias historias. Sin embargo, se percató de algo—: ¿Por qué rompería con él?
En su cabeza se atravesó esa chica de cabello multicolor. La primera vez estaba sentada en donde ella se encontraba; solo le explicó que fuera a ver a Lucille porque hallaría una sorpresa. Ahora que lo recordaba con más exactitud, nunca entendió a qué tipo de sorpresa se refería.
Rascó su nuca y decidió no pensar en eso, por el momento. Primero debía levantarse, comer algo y pensar que haría en el día.
—¿Cómo se invocará a esa chica? —preguntó en su camino para el baño—. ¿Por qué apareció la última vez?
Sin dejar de pensar en aquello, se lavó la cara y los dientes. Acto seguido, bajó las escaleras para desayunar algo cuando se encontró con la hora de la comida, y un par de invitados. Sus hermanos mayores servían, su hermano menor ayudaba con la mesa junto con Jocelyn, todos conversaban con Lucy y André.
—¡Está viva! —exclamó Jack con humor, al verla.
—Te dije que no estaba muerta. Que ella muera es tan posible como Lucy siendo adorable y dulce —contestó Dylan con los platos en mano.
—Soy la persona más adorable que existe —defendió la muchacha rubia ofendida.
—En tus sueños —susurró Emanuel con burla.
Los ojos marrones de Lucy se clavaron en el muchacho, con claridad indicaba que su asesinato estaba completo en la cabeza de ella. En respuesta, Emanuel le sonrió con la misma simpatía de su mirada. Mónica rió por lo bajo y tomó asiento a lado de André, el cual al verla, le regaló una dulce sonrisa.
—Es la una de la tarde. Ahora dormiste demasiado —comentó él con ligera sorpresa—. ¿Te has estado desvelando?
Mónica negó con la cabeza.
Antes de mencionar otra cosa, Jack pasó el plato en medio de ellos. De inmediato, cambió el tema y todos se centraron en Lucy, a quien recientemente le quitaron los puntos de su herida. André frunció el ceño con suspicacia, por un momento, sintió un aura extraña de ese hermano.
—¿Y por qué llegaron tan tarde? —interrumpió el mismo Jack, los pensamientos del muchacho.
André abrió sus ojos azules con sorpresa, no esperaba que el muchacho le hablara tan de repente. La sonrisa de Jack se mantenía y aquella extraña sensación, se sostenía.
—Por la nevada —defendió el chico, sin despegar sus ojos de esa mirada marrón.
Mónica intercaló la mirada entre su hermano y amigo, quienes no desistían de despegar sus miradas el uno del otro. La muchacha daba cucharadas a su calienta crema de zanahoria e ignoraba la extraña tensión que emanaba de André, mientras que Jack mantenía esa tranquilidad. Debido a eso, se le ocurrió hacer una broma sobre el asunto. Sin embargo, recordó lo mucho que Dylan odiaba las bromas pesadas, más si estas lo involucraban indirectamente.
En medio de sus pensamientos, lanzó un bostezo y de nuevo los párpados le comenzaron a pesar. Ignoró a esos dos y procedió a comer, agradecida que no le tocaba lavar los platos, dejó el suyo en el fregadero y dejó a todos en sus asuntos.
André y Jack se daban un beso, o André le escupía en la cara. Una de dos. Después de todo, a ella le esperaba el sofá con los brazos abiertos para acurrucarla.
—¿Qué Jared está en el hospital? —preguntó el hermano de Mónica con exagerada sorpresa.
La muchacha paró sus pasos y con rapidez volteó todo su cuerpo, con toda su atención sobre André. El cual estaba tan confundido como ella.
—¿Jared está en el hospital? —repitió Lucy. De pronto, la escena de la cafetería comenzaba a cobrar su propio sentido—. Debí quedarme otro momento más.
—¿Quién es Jared? —cuestionaron Emanuel y Dylan al unísono.