Time after Time

Recuerdo 28. Una razón

Las fuerzas se desvanecieron de repente, en ese panorama negro, cayó y sintió como el frío de aquella superficie recorría toda su espalda, hasta llegar a su nuca lo que le provocó un ligero escalofrío. En su campo de visión, se atravesaron las insípidas ropas de Lily y su voz trataba de hacerlo regresar en sí, sin embargo, con trabajo ese sonido ahogado llegaba a sus oídos.

De nuevo tenía mucho sueño, quería cerrar los ojos y no abrirlos nunca.

—¡Jared, no es el momento!

La mirada azul y gris de la guardiana emitió un brillo, lo que provocó que el muchacho abriera los ojos y regresara en sí. Lily maldijo en voz baja mientras tocaba su sien y apretaba sus ojos, para poder amortiguar el dolor. Jared se levantó con tranquilidad, debido a que todo a su alrededor se movía.

—¿Qué sucedió? —preguntó con los ojos cerrados. Necesitaba estabilizarse un poco.

—Tomando en cuenta que no has contestado mi pregunta, desde hace cinco días —puntualizó la guardiana—. Significa que la cuenta regresiva casi termina y la decisión, está a poco de hacerse.

Los ojos esmeraldas del muchacho se entrecerraron, cinco horas le parecían factibles, no cinco días. Sin embargo, el recordar que estaba en una especie de campo fantástico, gobernado por seres que no aparecían en los escritos de dicho género y que en suposición no existían; hacían que no dudara en las palabras de la guardiana.

—Farisha y Layland están furiosos —masculló Lily, al rascar su cabello colorido—. Quien sabe que fue de Yua, pero creo que mi poder fue reducido... ¡maldita sea! ¿Qué quieren lograr? ¿Y tú por qué te tardas tanto en responder? Con que digas uno de los dos nombres, esto se termina.

Jared se abrazó a sí mismo.

—Al principio tenía miedo de elegir —musitó él con voz ronca—. Un mundo sin una o la otra, para mí era algo sin sentido. Entonces, ¿cuál es el motivo de esto?, pensé. —Se sentía como una carcasa vacía, era posible que por fuera se viera y actuara bien, no obstante, no había nada adentro que lo motivara. El lamentar cada decisión y odiar cada paso que daba, cuando ellas tenían tanto por vivir y luchaban por ello—. Ahora no me siento con ese derecho... ¿crees que un mundo sin mí sea mejor?

Lily asintió.

—Sí, un mundo sin ti sería mucho mejor —concordó con la mirada hacia arriba—. Pero nosotros no decidimos quien vive o muere. Y estoy comenzando a pensar que el estar aquí, es una forma de castigo. Así que no creas mucho mis palabras.

—¿Podrías cumplirme un último deseo? —susurró el muchacho con un nudo en la garganta—. Que ambas vivan una vida plena y feliz. Después de todo, se lo merecen más que nadie.

La chica volteó con lentitud. Las lágrimas de Jared goteaban al final de su rostro, por supuesto, él estaba más cansado de esta situación que ellas. Volvió a recargarse en su espalda, mientras daba un largo y pesado suspiro.

—Ellas lo saben todo —musitó ella. Debido a que eran los únicos ahí, aquello se escuchó con claridad—. Mónica recuperó los recuerdos de su vida pasada y la guardiana que está con ella, le dio la elección. —Jared quería reclamar, sin embargo, apenas podía digerir que su Mónica estaba de vuelta—. Parece que perdí, esa niña vivirá de nuevo.

—¿Quién está con ella? ¿La de los ojos púrpura y rosado? —preguntó el muchacho, con cierta curiosidad.

Lily negó con la cabeza.

—Debido al desastre, solo hay una persona que puede arreglarlo sin presionar —respondió ella con tranquilidad—. La que cuida de todos nosotros.

[...]

Un grito agudo se escuchó por todo el edificio, la dependiente tuvo que maniobrar, para que terceros no se involucraran ni indagaran más de lo necesario. Lucille se encontraba descompuesta en el piso, el cual, veía como su única fuente de apoyo y aliado. Mónica, por su parte, no expresó palabra alguna y se dirigió a la mujer que les declaró, para proporcionarle la bofetada de su vida.

André trató de reprenderla, cuando observó cómo las lágrimas escurrían sin parar del rostro de su amiga.

—¿Sabes lo injusta que eres? —masculló Mónica, con palabras ahogadas por el llanto—. Sé que sabes todo lo que pasé, lo acostumbrada que estoy a callar y que la poca dignidad que tengo, está perdida. Estaré en el cuerpo de una niña de dieciséis años, pero tengo veintitrés y he pasado por más que esa muchachita de dieciocho. —Con voz trémula, señaló a Lucille.

Los ojos castaños de la mujer, emitieron un fugaz brillo.

—Corazón —expresó con palabras tranquilas, tan frías y cortantes—, yo he pasado por más cosas que tú. ¿Crees que me es divertido ver cómo lloran? Desde que esto comenzó, es lo único que saben hacer y cuando por fin les estoy dando una solución, la bloquean. ¿No es la solución que esperaban? Discúlpame, tendremos poder pero no somos omnipotentes, nos rigen reglas y limitaciones, las cuales si no respetamos, pasa esto.

—¿Qué demonios quieren de mí? ¿Por qué no pueden ser concisos, por el amor de Dios? —exclamó la muchacha castaña con desespero—. Ustedes y Jared son iguales, solo hablan entre líneas y esperan que yo adivine lo demás. No puedo hablar de la muerta , porque lo deprimo, ¡ah! Pero si debo parecerme a ella hasta en lo más mínimo, porque eso es lo que soy, un maldito reemplazo. Yo tengo la decisión para que este mundo no se vaya al demonio, debido a que recuperé los recuerdos de mi vida pasada, ¡ah! Pero una debe morir, si me deshago de ella seré una maldita egoísta, pero si yo muero seré una inconsciente.

—Si ya estabas cansada, ¿por qué continuaste a su lado? —comentó la dependiente con serenidad—. Desde el principio pudiste evitarlo, y continuaste dentro de ese infierno hasta que terceros te sacaron.

—Porque soy estúpida —masculló Mónica un nudo en la garganta, donde el enojo y la tristeza se mezclaban, en un frenesí que la amenazaba en perder la cordura—. No sabes cuánto quiero a ese imbécil. Olvidé toda la esencia que tenía en mi adolescencia, lo admito, pero él mantenía aquello con lo que lo conocí. Si hubiera manejado el problema de forma diferente, en vez de ahogarme con él en su delirio... —Aquella pausa dejó a todos en expectación, cuando de repente, un agudo sollozo salió de su garganta— .¡Maldición! También tengo parte de la culpa.




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