Lily tocó su sien, donde trataba de amortiguar la horrible punzada que le traspasaba. Jared con preocupación volteó hacia ella, gracias al dolor, ella no podía mantenerse en pie. Por lo que, el muchacho castaño se levantó para poder sostenerla.
—Parece que Layland va a retener mis poderes por un tiempo —susurró ella con un poco de humor—. ¿Sabías que el hechizo Time after time está dentro los hechizos prohibidos? —continuó con un suspiro—. Debido a que maneja las vidas de las personas, no todos pueden aprenderlo, también que quita una gran cantidad de magia a quien lo invoca.
—Lily, siempre que tenemos una conversación, esta pierde el sentido —evidenció Jared con cansancio—. Solo mantén el silencio, como siempre.
Los labios rojos de la chica esbozaron media sonrisa. Aunque todo a su alrededor aún daba vueltas, ya podía sostenerse por sí misma, al menos, un poco.
—Jared, se terminó —musitó con voz aguda—. Una murió y la otra obtuvo su oportunidad, tú estarás de regreso en cualquier momento.
El muchacho castaño volteó hacia ella, esos ojos heterocromáticos se mostraban débiles, su complexión física también. Las palabras eran claras, sin embargo, él con trabajo podía procesarlas.
Las lágrimas comenzaron a escurrir, no mencionó palabra alguna, comprendió que aquello se repitió; una murió, posiblemente por su culpa, mientras que la otra lo esperaba... aunque, por todo lo sucedido, era posible que no estuviera a la espera de su regreso.
—Te dije que tomaran mi vida —reclamó entre sollozos—. Era suficiente si ellas sobrevivían, ¿qué haré allá? Solo sirvo para causarles problemas a ambas. Déjenlas ser felices.
—Un futuro donde ella muere y ellos dos tienen la oportunidad de vivir —comentó Lily con la voz casi apagada—. La elección te fue quitada, la chica que murió fue quien hizo su elección, no hay nada que puedas hacer.
Los sollozos fueron cambiados por gritos desconsolados. Errores era lo único que podía cometer; tratar de proyectar a Lucille en Mónica, regresar en el tiempo, salvar a Lucille y Mónica, romper con su novia, perder a su sobrino, no poder decidir por ninguna y ahora, provocar el sacrificio de una.
La madurez de Lucille.
La sonrisa de Mónica.
La tranquilidad que Lucille desplegaba.
La alegría que Mónica contagiaba.
Ambas una luz en su vida, que sin darse cuenta, apagó tan fácil cual llama de vela.
Unos cuantos golpes lo hicieron salirse de su autocompasión, eran pasos. Limpió sus lágrimas y alzó la mirada, una figura femenina se acercaba a ellos con serenidad, debido al panorama oscuro no podía distinguir de quien se trataba. Paró de la sorpresa, al parecer, pudo distinguirlo.
—¿Jared? —Su voz se mostraba confundida—. Se supone que todo terminó, ¿qué haces aquí?
Los labios del muchacho temblaban, las lágrimas de nuevo hicieron su aparición, reconocía esa voz.
—¿Eres tonta? —cuestionó con la voz trabada por el llanto—. Tenías una oportunidad de sobrevivir, esta vez podrías hacer tu vida y de la manera correcta. —No pudo avanzar, las rodillas le fallaron al punto de no poder sostenerlo. Alzó ambos brazos para ocultar su rostro, no podía parar las lágrimas—. Cuando tenía la elección debí hacerla. No quería a ninguna muerta, lo lógico era que el que desapareciera fuera yo. ¿Por qué hiciste esto? Debías sobrevivir, ese era el motivo de este estúpido deseo. ¿Por qué eres así, Lucille?
La chica aceleró su paso y cayó frente a él, con la intención de poder incorporarlo. Jared, se negaba a encararla, tenía bastante vergüenza de sí mismo; él provocó aquello y ellas eras quienes lo resolvían, la injustica de sus acciones.
—Se terminó, puedes ser feliz —recalcó Lucille con suavidad.
—Lu, sin ti y Mónica, ¿el mundo tendría algún sentido?
Los ojos grises de Lucille brillaron en confusión. La vida de una persona no modificaba al mundo, después de todo, era una desconocida entre los millones de personas. Nadie se percataría de su ausencia.
—Vaya, todos están aquí. —Una voz masculina se hizo presente. Dorado y rojo brillaban en esa mirada, su cabello colorido, dejaba en claro de dónde provenía—. El Guardián de la Muerte a sus órdenes —continuó con una ligera reverencia—. ¿Quién será llevado?
El oscuro traje lo hacía confundirse con el panorama. Detrás de él, salió otro chico de apariencia similar, con un traje de color más claro; gris para ser exactos.
Lucille, quien era la menos familiarizada, se sorprendió al notar la apariencia tan extravagante de estos. Al verla, ambos sonrieron e hicieron una ligera reverencia hacia ella.
—El Guardián de la Vida a sus órdenes —comentó con voz calmada—. ¿Quién será llevado?
Jared y Lucille fruncieron el ceño, confundidos intercambiaron miradas, ¿no se suponía que la decisión estaba hecha?
[...]
Mónica aún se encontraba paralizada. Con la ayuda de André, fue llevada adentro del hospital. El amanecer del veinticuatro de diciembre se hizo presente. Aún no podía digerir lo que sucedía, las imágenes se reproducían en su mente tan rápido, no comprendía nada.
Victoria se encontraba en el mismo estado que el de Jared, entre la vida y la muerte.
¿Qué sucedía?
El camión alcanzó a frenar, por lo que el golpe hacia Lucille no fue tanto como se creía. Por lo que escuchó de los paramédicos, lo que era más preocupante era el golpe en la cabeza. No sabían si sobreviviría a ese día o que tan mal quedaría si lograba sobrevivir.
Un escalofrío recorrió su columna. Alzó la mirada, frente a ella no se encontraba nadie, volteó donde aquella dependiente la observaba con preocupación. Mónica bajó la mirada con cansancio, sin embargo, antes de poder reclamar palabra alguna, la dependiente la levantó de su asiento y la dirigió a la cafetería.
Mónica tomó asiento en una de las mesas, a la espera de la mujer que le traía un brebaje para tranquilizarla. Tomó el vaso de unicel con ambas manos, el calor que el traste le proporcionaba era suficiente para serenarla un poco.