Time Out

Sam

 

Como todos los 1 de diciembre desde hace 15 años, extiendo mi mano sobre la acera para pedir un taxi e ir a la fiesta de la Compañía. Sería un milagro conseguir un vehículo en estas fechas y a estas horas, ya  que la cuidad siempre vive agitada, más en este mes, hay festejos hasta debajo de las rocas, solo me quedaba resignarme y esperar que algún alma frenara, sabía que iba a esperar un buen rato, pero tuve un pequeño momento de suerte, consigo en el  primer intento, el taxista me mira por el espejo retrovisor, pestañea sorprendido, centra su vista nuevamente en mi cambiando su semblante  retraído y pregunta sonriendo mientras me lanza una mirada descara:

  • “¿A dónde va, señorita?” 

 Prueba superada. Eso quiere decir que me vestí y maquillé bien. Tenía muchas ganas de responderle por su desfachatez, pero ya era tarde, estaba realmente agotada de haber trabajado medio día y de jugar con mi hijo hasta casi la hora de salir, así que solo atine a decirle

  •  “Señora. Voy hasta…”

 Y en esos  minutos que separan mi casa del hotel en el que se realizaba la fiesta tuve paz. Nadie me solicitaba, no  llamaban para solucionar un problema el cual se podía resolver sin mi intervención, nadie quería jugar hasta el cansancio, nadie criticaba, mi interno no sonaba, nadie me dejaba un mensaje solicitando nada…sólo el camino, la iluminada Buenos Aires, yo vestida, peinada y maquillada como una vez por año puedo hacerlo. Por un momento fui una princesa de Disney, con el imperativo de saber que sólo sería esa noche y nada más. Luego nuevamente a la rutina, atender familia, trabajar, y  hacer lo que los otros quieren. Pero, sólo por esta noche…sólo por esta noche, era libre.

 Esta debe ser la quinceava fiesta de la empresa a la que asisto. Cabe decir  que lejos quedo aquella chiquilla de 21 años que asistió a la primera, desde la ropa que usaba, hasta la actitud divertida que poseía. Ya no resisto  toda la noche bailando ni disfrutando de la barra libre, (bueno, eso un poco sí, a quien quiero engañar) Solo pongo mi mejor cara hasta que Matías- mi amigo/hermano de la vida y jefe- llame a un taxi y me acompañe junto a Lucas a mi casa.

- “El taxi va por cuenta de la compañía” -  “Todo sea por mantener a salvo a mi mejor amiga y  empleada. Es mi combo 2x1 favorito.” –

Siempre tan protector

No sé qué sería de mi vida sin él, es mi ángel guardián, mi alma gemela, lo elegiré por toda la eternidad.

Nunca supe por qué Matías se mantenía siempre sobrio en estas celebraciones. Jamás le pregunté, aunque tengo mis teorías. A veces pienso que es por su instinto maternal, que lo hace cuidar a sus empleados/empleadas como si fuese mama gallina, por eso es capaz de sacrificar una noche de locura y descontrol para cuidarnos. Por más que no beba, siempre se las ingenia para hacernos pasar las mejores reuniones, suelen ser muy divertidas, no necesita emborracharse, su magnífica personalidad hace que sean legendarias.

Al principio éramos solo nosotros, Lucas vino después, a formar parte de la vida de mi amigo y la mía. Somos el mejor trio de la historia, amamos Matías por ser quien es y planeamos  pasar el resto de nuestra vida con ella, eso nos hermana.

Confieso que tengo cierta envidia por su relación, sana envidia (si es que ésta existe) Desde cómo se miran, cómo están atentos el uno de otro, después de tanto tiempo, y esa pregunta que suelen hacerse la cual no termino de entender: “¿Qué puedo hacer por ti?”

“Hace mucho tiempo que nadie me pregunta eso”.

Y es ahí cuando comienzo a cuestionarme varias decisiones importantes que tomé en mi vida. No del pequeño Max, en absoluto. Sino de  hacer siempre lo que los demás dictaron, seguir con una relación gastada, solo por brindar una imagen tradicional, de estudiar una carrera que no me gustaba y deje inconclusa, solo porque era lo correcto, y no decepcionar a nadie, solo a mí.

Pero, no es tiempo de amargarse, sino de festejo. Muchas cosas han cambiado desde que trabajo en Felix Felicis Argentina, -si mi amigo es fan de Harry Potter-, La compañía creció mucho, Matías la fundó, me llevó como su secretaria, éramos sólo seis empleados; luego fui su “traductora” de inglés,  de hecho oficié en varias charlas de  “gurúes” de mkt que Mati trajo, gracias a sus múltiples contactos, como interprete…no oficial, porque no tengo título, pero me las arreglo bastante bien. Hasta el puesto en el cual me encuentro ahora Asistente de Marketing.

 

 Al igual que la compañía creció, también lo hice yo. En estos 15 años de trabajo, arranque una carrera, que si bien no finalice, obtuve un título intermedio en MKT, me casé y tuve un hijo. Por eso en medio del breve viaje camino al hotel, chequeo el celular cada 5 minutos exactos, porque sé que el pequeño Max todavía no se durmió, y no lo hará hasta  las doce de la noche, con suerte.  Ya no suelo disfrutar tanto de estas fiestas, aunque vengan Matías y Lucas a jugar a Fashion Police con sus filosos comentarios que dejan sin cabeza a más de uno/a, y en el cual yo debería estar incluida, ya que mi guardarropa puede llegar a ser bastante cuestionable, agradezco me hagan partícipe de un ritual reservado y disfrutable por unos pocos, solo con el fin de distraerme. Siempre están de mi lado, en las buenas y en las malas,  todavía no entiendo por qué estos dos hombres me aman tanto, pero es retribuido con creces.




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