Llego el lunes, comenzaba la semana de reuniones y visitas a la casa matriz, con Matías teníamos los nervios a flor de piel, los dos representábamos la nueva sede en el exterior, y no estaba en nuestros planes dejar una mala impresión.
El día transcurrió, sin ningún tipo de inconvenientes, el lugar era magnífico, se respiraba profesionalidad, pero a su vez era relajado, los empleados se veían realmente felices, con su trabajo, entre sus pares y con sus jefes. Sería un desafío, pero estamos seguros de la calidad humana con la que contamos en las oficinas de Buenos Aires, y no tenía nada que envidiarle a nuestros compañeros Bostonianos, seríamos el orgullo de nuestros nuevos dueños.
Cada vez que contábamos con un receso, a pesar de la diferencia horaria, aprovechaba para hablar con Max, Flor, y Zac, aunque si no contestaba me daba lo mismo.
Estamos juntos hace más de 15 años, pero algo durante este tiempo se quebró, ya no éramos los mismos, no queríamos las mismas cosas, yo ya no lo quería. Nunca conté con su apoyo cada vez que quería emprender, se volvió controlador, con quien hablaba, que hacía, a qué hora me iba a dormir, situaciones que las dejaba pasar, con tal de no terminar en una discusión sin sentido, a causa de eso, se que la persona alegre que era hace unos años, se fue apagando, me estaba consumiendo
Llego el viernes, al finalizar la última reunión de la semana, Johan, se arrimó a nosotros, agradable sujeto, al compartir las jornadas diarias con nosotros lo fuimos conociendo, se podría decir que éramos casi amigos, es nativo de Boston, y obviamente fanático del básquet.
- Y bueno, tienen planes para mañana? – preguntó con un tono ya distendido
- Mati fue el primero en responder- sí, hace unos días compramos entradas para el partido de los Celtics
- Oh! No Sabía que les interesaba el deporte, la empresa cuenta con asientos exclusivos, puedes oler a los jugadores desde ahí.
- Wow eso es fantástico!, los nuestros son los de arriba, muy muy arriba...- contesta Mati un tanto cabizbajo
- Nada de eso, mañana mismo vayan al estadio, dejo sus nombres en boletería, se sientan con nosotros, no pueden irse de aquí viendo un partido desde el cielo...no no, nunca me lo perdonaría- alegaba nuestro nuevo colega mientras negaba con su cabeza
- Gracias, de verdad, eso es muy generoso de su parte, pero no es necesario- dije un poco avergonzada
- No es nada, son de la empresa de la cual ustedes son parte, se irán de aquí con la experiencia completa. Ah no hagan planes para después del partido- expresaba mientras se dirigía a su oficina
Nos despedimos de todos, dando por terminado el día y nos fuimos camino al hotel, ambos íbamos ensimismados en nuestros pensamientos, hasta que mi amigo decide romper silencio.
- Puedes creerlo amiga! Iremos a un partido prácticamente con asientos dentro de la cancha- emocionado dando saltos en medio de la acera, provocando miradas de la gente curiosa, él no podía vivir sin hacer de todo un espectáculo-
- Uy si, genial, nada más sexy que ver a varios hombres sudorosos y olorosos, pelearse por balón como si fueran perros – rodando mis ojos
*sarcasmo sos mi energía vital, nunca me dejes*
- Jaja, siempre tan graciosa. Mira el lado positivo podrás ver a tu príncipe celta de cerca
- Oh vamos, realmente crees que se acuerde quién soy? Probablemente hizo medio metro y se olvidó, pero sabes que será una experiencia para contar a nuestros nietos algún día, ahora apúrate, te invito a un trago- Así logro que mi amigo se olvide del tema
Llegamos al estadio, Matt estaba como niño en tienda de dulces. Mientras yo le rezaba a quien me quiera escuchar que no haga ningún papelón y terminemos en una celda
Si, ha pasado, más veces de las que me gustaría admitir
- Quieres calmarte? Es solo un maldito partido!
- Oh vamos, déjame disfrutar de este momento! Además puedes culparme. acabo de ver a Mark Walhberg y creo que ese que esta allá es Matt Damon- me indicaba señalando al actor