Kyle despertó, aún era de noche. Y se dio cuenta de que entre sus brazos estaba Shannen James, la bruja que le habían asignado cuidar, después de que muriera el Compañero de ella. Le fue imposible evitar compararlas, identificando cada una de las diferencias, donde Nicki era más delgada, Shannen era más voluptuosa, el cabello, los ojos, los labios; sin embargo, no iba a negar que Shannen también era hermosa, pero no era Nicki Silva.
—¿No te han dicho que no debes comparar a las personas? -comentó Shannen con voz soñolienta.
—Lo siento. -respondió Kyle.
—No es nada. -respondió Shannen-. Tú no eres él. -dijo con desgana, luego suspiró profundamente-. Además, yo no debería estar leyendo tu mente, pero es de mañana y no he podido poner las restricciones.
—Tampoco es nada. -respondió Kyle.
Shannen comenzó a moverse, levantándose para liberar el brazo de Kyle sobre el que había tenido recostada la cabeza, el brazo del ángel debía estar entumido. Kyle también se sentó, pero dándole la espalda a la bruja.
Tenían varias noches compartiendo la cama, Shannen había estado llorando cada noche desde la muerte de su Compañero, y Kyle que la había acompañado desde que tomara la responsabilidad de cuidar de ella, decidió una noche, en un intento de darle consuelo, recostase junto a ella en la cama y abrazarla, eso se había vuelto una costumbre de los últimos días.
—¿Kyle? -preguntó Shannen, cuando sintió que el peso del ángel guardián desaparecía cuando él se levantó.
—Dime.
—Quédate conmigo. -pidió Shannen con voz queda.
Kyle asintió y volvió a la cama, acomodándose al lado de Shannen.
Esa noche, ninguno de los dos durmió.
Omitiendo las diferencias, excluyendo los sentimientos, lo único que ambos hicieron fue tratar de aminorar el frío polar que se había instalado en sus corazones rotos.
Había disminuido el frío del cuerpo, pero el corazón se había convetido finalmente en un bloque de hielo que a duras penas latía dolorosamente.