Tinieblas

Pesadilla V

—Nada puede equiparar la derrota, aunque duela volver a levantarse sobre tus rodillas, no hay que abandonar la partida.

—Para ti es fácil decirlo —responde Kevin.

Las voces en la cabeza del joven, no se detuvieron en toda la noche, las pesadillas lo atormentaron, y entre gritos rogaba poder despertar.

—¿Dónde estoy? —pregunta el joven, algo extrañado mientras observaba que despertó en una habitación antigua, con una cama de dos plazas con sábanas gastadas, alfombras descoloridas y sucias, y un ambiente algo opaco.

—En mi casa.

—¿Esta es la mansión de Drácula? —dice el joven abandonando el lecho.

—Exacto.

—¿Cómo es qué nadie la descubrió?

—Está adherida a mi alma, al igual que las armas que usaste anoche, nadie la encuentra, a no ser que yo así lo desee.

—¿Cómo están mis padres?

—Vivos.

—¿Crees que alguien vaya a buscarlos para llegar hasta tí?

—Hasta nosotros querrás decir, si, es algo factible, de momento se encuentran dando declaraciones a las autoridades, policías, como ustedes los llaman, no saben cómo explicar la cantidad de cuerpos que encontraron esta mañana, tampoco la ausencia repentina de su hijo, de tan solo catorce años, y estoy seguro que también se preguntan quién es ese extraño que les salvó la vida.

—Al menos saben que ese extraño no fuí yo.

—Pero fue gracias a tí que él apareció.

—¿Qué hice yo? Además de asustarme y perder el control.

—No seas tan duro contigo mismo, no todos son guerreros natos.

—Basta, no quiero hablar del tema. ¿Qué haremos ahora? Salir de cacería de almas o algo como eso.

—No, tenemos que descubrir quién abrió la puerta, y cerrarla de nuevo, con todas aquellas calamidades en su interior.

—¿Y como planeas hacer eso?

—Puedo sentir el movimiento que hacen las criaturas del infierno, la energía oscura nos conecta de cierta manera, tú también podrás sentirlo, pero aún no, todavía no estás muy contaminado. Los demonios más poderosos pueden ocultar sus huellas, pero no nos vamos a concentrar en ellos por el momento, debido a que sería un suicidio, me llama la atención la cantidad de almas infernales que se aconglomeran en Italia, cerca del Vaticano, no parece ser un simple ataque, al contrario, se están reuniendo, planean algo que va más allá de la destrucción desmedida.

—¿Y qué te llama tanto la atención?

—Verás, desde que esto ocurrió las iglesias han sido diezmadas, ardieron docenas de ellas en todo el mundo, también templos budistas entre otros, pero jamás habían esperado tanto para dar un golpe, lo que me lleva a pensar que ahí recide algo de su interés.

—¿Cómo qué?

—En los once pisos del infierno jamás encontré a un demonio que está en las santas escrituras, en las revelaciones de Juan podemos ver qué relata sobre Abadón, el ángel del abismo, una criatura que cuenta con una plaga interminable de langostas, y un poder inimaginable, es real, puedo asegurartelo, pero jamás lo he visto.

—Entonces ¿creés qué está en el Vaticano?

—Creo que es prisionero en el Vaticano. Pero eso no es todo, puedo asegurar que hay un guardián impidiendo su escape, debe ser una entidad muy poderosa para mantener aislado a un ser tan nefasto, creo que esa es la causa que lleva a un ataque coordinado, las almas del abismo planean liberar a su general.

—¿Tenemos que impedirlo?

—Por supuesto.

—¿Cómo?

—Peleando.

—¿Y qué pasará si colapso de nuevo?

—Es un riesgo que debemos correr.

—Está bien —exclama el joven mufando, mientras recorría aquella mansión, longeva y venida a menos.

Se topa con una escalera que llevaba a la sala principal, decorada con una alfombra roja, su miedo a las alturas lo lleva a tomar el pasamano, mientras la timidez se reflejaba en cada paso lento y pausado que daba. Las cortinas eras grises y el sol apenas se hacía notar. Cuando por fin llega al living, se desploma sobre el primer sofá que encuentra.

—Muéstrame lo que pasó anoche —pide Kevin, cubriéndose la cara con las palmas de las manos.

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Como si fueran propios, los recuerdos se posaron en su mente.

Buscando su caída, una multitud lo tenía rodeado, entonces un manto de tinieblas lo cubre cuando parecía perdido, su piel se torna palida, como la de un cadáver, sus ojos resplandecen de rojo sangre, y sus dientes se transforman en colmillos.

Cuando Kevin colapso y perdió el control, el alma de Drácula tomó el mando de su cuerpo, haciendo una completa masacre, decorando el suelo con la sangre de sus agresores.

Una lluvia de balas, con movimientos rápidos y tenaces, pusieron fin a aquél desfile de calamidades, habiendo dejado un río de cadaveres, las sombras lo cubrieron como un manto y desapareció de la escena dramática.

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—De modo que eso pasó —dice el joven, resignado.

—Noto que el miedo te quema, como si fueran brasas enfurecidas.

—Ví en lo que te convertiste, mejor dicho, en lo que nos convertimos, jamás sentí tanta maldad, tengo miedo, me produce pánico pensar en lo que puedes llegar a hacer.

—Soy la única arma que tienes para salvar a tus seres queridos. Debes ser valiente.

—No. Yo soy el arma, tú eres quien la empuña y tira del gatillo.

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¿Cómo están hoy?

Este capítulo no tuvo muchas sorpresas, pero el episodio siguiente será una brutal batalla sangrienta, este episodio fue para que conocieron un poco más al atormentado Kevin.

Muchas gracias por leer, y súper gracias por estar

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ahora sí, me despido dándoles un abrazo gigantesco. 

 




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