Tinieblas

Pesadilla XII

Entre escupitajos de sangre y pasos sin coordinación se acerca Kevin a su última prueba, aunque el aspecto que portaba parecía lamentable, su vigor estaba en el lugar correcto.

Sus pasos avanzaban, pero la oscuridad no se desvanecía. Ya había obtenido las dagas, venciendo a cien mil almas errantes, luego se hizo con la armadura tras derrotar a Dixit Longas, el demonio de los brazos largos, para esta altura el trayecto ya no era tan largo, ahora se batiría por la lanza.

Aunque la distancia no fuera un problema, se le dificultaba descifrar lo que tenía frente a sus ojos, parecía una montaña hecha de múltiples bultos fofos de carne.

No es hasta qué, en la cima de aquella montaña, se manifiesta una tenebrosa fauce sonriente, que descubre la vida, en lo que parecía un objeto.

La sonrisa iba de extremo a extremo en su redonda cabeza calva, fueron esos dientes lo único blanco en ese mar de oscuridad.

Con solo verlo daba por hecho que superaba los mil kilos, parecía un Buda, pero era mucho más enorme y obeso, se encontraba sentado en el suelo, con las piernas cruzadas y los toneles de grasa hacían que se viera confusa cada parte de su cuerpo.

A su lado descansaba un altar de piedra, con una forma similar al objeto tan buscado, la lanza de Milenio. Era deducible pensar que ahí descansaba, esperando al guerrero que la resusitará

Estando más cerca, puede ver una pequeña laguna detrás de este extraño ser, y luego ya no había nada, como si el camino terminara al fin.

—Él es Glotón, tu prueba final —le dice el profesor Arron— su origen viene del odio y del rencor derramado en la gran guerra entre ángeles y demonios, desde su concepción fue atormentado por un hambre insaciable, lo cual hizo que devorara pueblos enteros, de ahí viene su nombre, pero no te equivoques, a diferencia de las pruebas anteriores, no debes pelear en esta ocasión, será otra fuerza la que determine tu victoria.

Una pequeña risa, con tono malévolo, escapa de la criatura al finalizar las palabras de Arron. Al extinguirse, tomó protagonismo un incómodo silencio.

Kevin creyó prudente hablar, pero es interrumpido por sus adentros.

Kevin, escoge bien cada palabra —dice Drácula.

¿Conoces a este ser? —responde.

Sólo de relatos y canciones folclóricas, los viajeros y vagabundos narraban sobre el en las calles, teatros y cantinas, contaban sobre un ser grotesco que atacaba ciudades y devoraba a cada individuo a su paso, pero antes de comenzar con su matanza, les hacía una pregunta, en base a las palabras que escogieran para su respuesta, él decidía si vivían o no, por eso te reitero, ten cuidado.

—¿Qué pasa, te comieron la lengua los ratones? —dice Glotón, ante el continuo silencio de Kevin— ¿Aún dicen eso? hace mucho no veo a un humano.

La criatura coloca sus manos en el suelo para acomodarse en este, quedando con la barriga y el meton pegados a la tierra, de esta forma logra ver al joven directamente, lo tenía, a pocos metros, justo en frente.

—Como soy educado, antes de pedirte que te presentes, lo haré yo— dice Glotón— como dijo Arron, mi nombre es Glotón, pero yo no me eh puesto ese nombre, lo hicieron las personas que fueron testigos de mi masacre.

Al mencionar esto, su semblante se tornó más serio, como si evocara recuerdos poco placenteros.

—Y estoy aquí para proteger la lanza de Milenio, mis orígenes vienen de la gran guerra, que te han narrado, la miseria derramada sobre la tierra fue la semilla que me hizo crecer, desde que recuerdo, siempre me atacó un hambre voraz, comencé comiendo pequeños animales hasta que crecí, y pude ir por presas más grandes, pero no solo las devoraba, también aprendía de ellas, si me escuchas hablar es gracias a los humanos, aprendí oyendolos.

Mientras narraba, iba acercándose lentamente hacia Kevin.

—Verás, también de los humanos desarrollé cierto sentido de la diversión y el humor —continuó— por eso, antes de desatar un baño de sangre en un poblado, siempre les hacía una pregunta, y en base a su respuesta decidía si vivían o morían.

Su acercamiento no cesaba, ya estaba a muy pocos pasos de Kevin.

—Pero eso es todo lo que te contaré  —prosiguió Glotón— es tu turno, dime ¿quién eres y por qué crees que eres apto para portar la lanza de Milenio?

Otro silencio impactó como flecha en el lugar. Para ese momento la enorme cara de Glotón ya estaba en frente de Kevin y por su expresión, parecía que quería devorarlo, y sin embargo, el joven se esforzaba por mantenerse inmutable.

Drácula, ¿Qué debo responder?

Kevin, ¿Que has aprendido en todo este tiempo que estuvimos juntos? ¿Por qué comenzaste a seguirme? ¿Por qué crees que llegaste tan lejos? Solamente piensa, y en el centro de estas cuestiones encontrarás una respuesta.

Kevin, cabizbajo, ignora por un momento todo lo que lo rodea, y mira en su interior, buscando aquella luz, que abriera su sendero.

—Mi nombre es Kevin —respondió al fin— y el espíritu que guardo en mi interior es del legendario Drácula, él salió del infierno con el fin de devolver a todas las almas a ese pozo, y para eso buscó a alguien puro y noble, que pudiera usar sus habilidades, y me escogió a mi para esa tarea, a pesar de que no estaba ni mental ni físicamente preparado para eso, acepté la responsabilidad.

Con estas últimas palabras su tono de voz de volvió más grave y firme.

—Aunque al principio temblaba en cada momento —siguió— algo en mi interior bramaba que no me detuviera, y de esta forma le hice frente tanto a ángeles como a demonios, y sé que con o sin la lanza no me quedaré de brazos cruzados, pelearé hasta que no quede nada de mí, con el fin de terminar esta confrontación y recuperar mi vida.

Al finalizar sus palabras, volvió a escupir sangre de su boca, perdiendo total equilibrio.

Aquella macabra sonrisa volvió a manifestarse, sus enormes fauces tomaron forma en aquella calva y redonda cabeza, todo pronosticaba que iba a comérselo de un bocado, pero a diferencia de eso, sólo volvió a su posición anterior.




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