Tinieblas [pasajeros #3]

Capítulo 4

Dylan no se inmutó ante el comentario de Bill. Por eso mismo había acudido a él en primer lugar. En primera instancia. La situación no era la más favorable, y las posibilidades que tenían de seguir a Ben, a donde quiera que haya ido, eran casi nulas. Sin embargo, era obvio que se dirigiría primero a uno de los lugares más tenebrosos y perdidos en toda la existencia: un lugar conocido como la Isla Opuesta. 

Si lo que James había dicho era verdad, y Ben quería destruir toda la creación, su alguna parte de su plan maniaco tenía que comenzar ahí. En aquella tierra desolada por la oscuridad.

¿Y qué era la Isla Opuesta? Era una contraparte de la Isla. Un reflejo del Triángulo, oculto entre los espacios de las dimensiones. Una Dimensión Oscura. Y el único que Dylan conocía que tuviera experiencia, tanto con el lugar así como con sus interiores, era Bill. 

No por nada la Pirámide se había dejado paralizar en la Ciudadela. Era un plan un poco apresurado, pero era el mejor que tenían hasta el momento. 

—Un torbellino —Geoffrey se rascó la barbilla—. ¿Van hacia donde yo creo que van? ¿Un lugar ente y abandonado por el Triángulo mismo?

—Nuestros asuntos no son de tu incumbencia —le espetó Bill.

—¡Claro que lo son! ¡No dispondré una de mis naves a un grupo tan reducido como la suerte misma, sin saber primero hacia donde se dirigen!

Dylan frunció el ceño.

—La Isla Opuesta —musitó—. Ben se dirigió hacia allá. 

—¿Y tú cómo puedes saber algo así?

—Ben usó una salida por mar —indicó Dylan—, y Aurora iba con él. 

—¿La hija de…?

—Sí. Tiene la capacidad de abrir portales. 

—Y si no me equivoco —añadió Bill, tajante—, al norte del mar que rodea la Isla se encuentra el Torbellino. Una de las salidas de la Isla hacia cualquier dimensión… incluyendo las oscuras. 

En efecto, Bill tenía demasiada experiencia en ello. Sin embargo, aquél hombre ignoraba que la Isla Opuesta era el único lugar oscuro que quedaba en todas las ramas de la Isla hacia las dimensiones. Sin embargo, después de haber perdido la conexión con la dimensión de donde provenían los Pasajeros, era seguro que Ben querría llegar a ese universo para proseguir su plan. 

Era urgente conseguir un modo de llegar al Torbellino, traspasar la Isla Opuesta, y así llegar a la dimensión donde el caos y las tinieblas se apoderarían de todo. Una vez que llegaran a ella, les sería más sencillo buscar un camino directo a la Dimensión Dos. 

—No hay dimensiones oscuras —terció Geoffrey de mala gana—. A menos que tu amado hijo sea el que las cause.

—¿Me estás culpando de algo?

—¡Tú tenías el plan de destruir la Isla en primer lugar! 

—¡BASTA! —gritó Dylan. 

Si seguían discutiendo de aquella manera, no llegarían a ningún lado. Si él intervenía, fijaba los tratos y llegaba a un acuerdo con Geoffrey, podrían partir en aquél momento. 

—Volviendo al tema —murmuró el muchacho—, ¿vas a brindarnos una nave, Geoffrey?

—Repito —dijo él—, ¿qué darás a cambio? Y no quiero aventuras que tengan que ver con la Pirámide. No me interesan más. Todos sabemos que se encuentra en la Ciudadela y no se ha movido desde ahí.

—Puedo ofrecerte algo que sé que no vas a querer rechazar —le respondió Dylan.

Geoffrey frunció el ceño y se relajó en su silla. ¿Qué podría ofrecerle el chico de la Isla, capaz de convencerlo de semejante locura? Ya había perdido dos de sus barcos. Ambos en una misión para salvar la Isla. El primero, el SS Cotopaxi, salió de la Isla en el año 2015, mientras Dylan, junto con sus amigos, mientras buscaban la tan misteriosa Pirámide. Basándose en rumores de sus propios hombres, el SS Cotopaxi fue hallado en el mundo real, en alguna dimensión, por las costas de Cuba del mismo año. Un hecho misterioso por parte del Triángulo, sin embargo, el pirata sabía bien que se debía gracias a Dylan. El segundo barco, llamado USS Cyclops, fue pérdida total después de haberse enfrentado a Bill, años atrás, para evitar la destrucción de la Isla. 

—No hay nada que me interese en estos momentos.

Geoffrey era honesto. Tenía todo lo que había perdido en ocasiones pasadas. Disponía de un barco lleno de oro, pólvora, sus mejores hombres e incluso algunas joyas; también estaba en uno de los lugares más extraños y misteriosos de la Isla: el Templo, que muchas veces fue reconocido como el sitio con más tranquilidad debido a sus aguas del río que lo surcaban; por si fuera poco, muchos de sus hombres habían regresado a su lado. El Puerto había caído después de la colosal batalla, pero siempre se podía reconstruir… Todo marchaba perfectamente. Pedirle un favor, en este caso una nave prestada, significaba poner al muchacho en deuda con él. 

—Sé donde está el Adventure Galley —dijo Dylan.

Bill fue el primero en voltear a verlo. Geoffrey, en cambio, se quedó pasmado al escuchar las palabras del muchacho. 

¿Cómo era posible que él supiera donde estaba su barco? ¿El barco con el que navegó al lado de William Kidd, uno de los piratas más oscuros de la historia? Claro estaba, Dylan era el líder de la Isla, y tenía acceso a varios secretos y enigmas de la Isla que poco a poco iban dando cara a la luz, pero… el Adventure Galley desapareció de la faz de la Tierra, poco antes de que William Kidd fuera ejecutado. No había desaparecido en el Triángulo… ¿o sí?

—Creo que te quedaste sin habla —le sonrió Dylan.

—Fanfarrón —terció Geoffrey azotando las manos sobre su escritorio—. ¡Tú no tienes idea de…!

—Claro que la tengo. Sé exactamente la dimensión, y el año, en donde Kidd dejó tal reliquia. Uno de los barcos más rápidos, y mejor armados, de toda la historia. 

Claro que lo sabía. Había sido de él.

El Adventure Galley, a manos del Capitán Kidd, fue su hogar durante bastantes años. Sin embargo, después de haber renunciado a la piratería, Kidd regresó a Nueva York, intentando negar que en alguna ocasión se convirtió en pirata. Geoffrey, por otro lado, decidió tomar su renuncia como algo sin importancia, e intentó hallar el modo de encontrar el barco que en algún momento fue su más preciada reliquia. 




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