Owen caminaba con paciencia alrededor de una mesa llena de papeleo, al igual que algunas tazas de café, algunos mapas de diferentes países del mundo, y una hoja de gran tamaño donde se veía, piso por piso, la estructura del Hotel Park Lane.
El quince de febrero había ya casi había llegado, y eso significaba que Owen, Johnson y Chase ya estarían en la misma línea temporal que habían dejado tantas semanas atrás, mientras perseguían a Aurora a través de los tiempos para intentar detenerla.
Después de reajustar sus agendas, ¿qué seguía? Sencillo, un modo de sacar a los Pasajeros del Atlantic 316 de la dimensión en la que estaban atrapados. Pero para ello… necesitarían un plan bastante elaborado que pudiera servir. No sabían a qué se enfrentaban.
Después de la cena en la víspera del quince de febrero, Chase se había encargado de remodelar un poco la habitación que tenían en el Park Lane. Necesitaban planificar todo a detalle para no llegar con las manos vacías a la MI6. Pidieron una mesa grande para colocarla a la mitad de la habitación de Owen, y todos los papeles que fueron surgiendo eran traídos directamente desde la oficina de Johnson, por mensajeros anónimos que no se mostraban interesados en saber qué estaban haciendo ahí.
Después de tenerlo todo, el grupo esperó a que el tiempo corriera hasta el punto de haber desaparecido, literalmente hablando.
—Tenemos todo —observó Chase—. Mapas, estructuras, un par de solicitudes para vehículos pesados… ¿cómo dice la Biblia? “Pedid y recibiréis”.
—¿Has pensado en armamento pesado? —murmuró Johnson, sentado en una silla de la mesa—, no sabemos si la vieja loca atacará de nuevo.
—Pensé que la psicópata estaba en la Isla.
—Estaba en la Isla —argumentó Owen—, pero te apuesto lo que sea a que saldrá de ahí junto con Ben y sus lacayos.
—Necesitamos un plan, elaborado, armas pesadas, hombres que sean…
—¿Acaso no comprobamos todo eso en los últimos días? —le atajó Owen—. Aurora no puede morir. No a manos de armas creadas por el ser humano. Necesitamos un plan de reserva. Algo que no teníamos la última vez.
—¿Y dices que Ben es igual?
—Cuando los Pasajeros llegaron conmigo, Ben no pudo morir después de varios disparos. Imagina a esos dos juntos.
—Será imposible siquiera tocarlos —dijo Johnson—. Maldición.
—¿Los Pasajeros no están al tanto de esto? —preguntó Chase, comenzando a ponerse nervioso.
Owen no tenía idea. No sabía qué era lo último que había ocurrido con ellos. Había tenido un contacto directo con Max, en el Puerto de la Isla, al caer por uno de los portales erráticos de Aurora. Pero en ese momento no había visto a James, a Dianne, a Scott, Cooper, o algún otro Pasajero. Ni siquiera había visto a Dylan. Pero estaba seguro de que todos estaban bien, y ahora estaban buscando el modo de alcanzar a Ben. Sólo era cuestión de tiempo.
Mientras los minutos avanzaban, Chase se dispuso a seguir investigando acerca de algún suceso extraño en los alrededores del globo. Si Ben se disponía a regresar a aquella dimensión, entonces algunos estragos ya habrían sido hechos. Cualquier muerte extraña sería reportada al instante.
—¿Has encontrado algo? —preguntó Johnson, impaciente.
—Nada aún —dijo el novato—, aunque… bueno, no sé si esto sea considerado como algo extraño.
Owen y Johnson se encaminaron hacia la mesa, y se colocaron a espaldas de Chase para poder ver lo que el chico veía en su pantalla de la computadora portátil. Se trataba de un filtro de noticias, con un buscador a detalle, donde se veían reflejadas varias notas que no pasaban del mismo día. Todo había ocurrido el día doce de febrero, tres días antes.
Asesinatos. Y múltiples. Todos hechos del mismo modo: rasguños lo bastante profundos, como si se tratara de varias dagas sincronizadas.
—¿No consideras esto extraño? —bramó Johnson.
—Aurora —terció Owen.
¿Quién más si no era ella?
—¿Dice quiénes son los difuntos? —preguntó mientras se acercaba más a la pantalla.
—Aquí sólo dice… fecha, hora de muerte, posición del cuerpo… al parecer, el asesino no entró a la fuerza al hogar de los…
—¡Pues claro que no! —exclamó Johnson—. Esa maldita bruja puede aparecerse sin problemas…
Durante los siguientes minutos, dejaron a Chase trabajar solo buscando más información acerca de lo sucedido. Aurora estaba en el mundo real, matando y asesinando a diferentes personas en el globo. ¿Con qué propósito? Ya había llegado a la Isla, y ahora estaba ahí de vuelta. Lo más seguro era que Ben se encontraba con ella, y estaban llevando a cabo un plan siniestro para la destrucción de las dimensiones en general.
Johnson salió a fumar un cigarro al balcón del cuarto para no entrar en el estrés, aunque según él, ya tenía bastante que había dejado ese vicio;
—Aquí hay algo… —dijo Chase, comenzando a teclear con rapidez sobre su teclado del computador—. Una cámara.
Owen llegó antes de que Johnson lo hiciera. En el video se podía apreciar una sala de estar lo bastante amplia y lujosa, y un hombre vestido en bata discutiendo con un joven no mayor a los veinte años. Era Ben… y había recuperado su cuerpo, tal y como Max le había dicho a Owen en el Puerto.
—¿Tiene audio? —preguntó Johnson, acercándose a la bocina del computador.
—Lo suprimieron los de investigaciones especiales.
—¡Demonios!
—Llega Aurora… —susurró Owen.
En el video apareció la mujer maniaca que tantos problemas les había dado en días anteriores. Con un fuerte golpe, le cortó el cuello al hombre que no pudo proseguir su plática con Ben. Después de unos segundos, con las manos a la herida, cayó al suelo y se desangró ahí.
—Qué diabólico…
—¿Alguna similitud en las víctimas? —inquirió Owen.
—Déjame revisar…
Owen sabía que el mejor hacktivista del mundo era Max, pero en esos momentos no podía contar con su ayuda. Sin embargo, Chase lo había asombrado en los últimos días por sus capacidades tecnológicas.