Tinieblas [pasajeros #3]

Capítulo 14

—¿Crees que nos maten? —preguntó Max.

—¡Claro que no! —le espetó Luna—. Los Salvadores no son malos, creí que ya lo sabías…

—Sí lo sé, pero… ¿Salvadores en Miami?

Max, basándose en la información que tenía de la lista de Pasajeros del Atlantic 316, era el único que vivía en la ciudad de Miami. James y Cooper eran los más cercanos de Florida, después de él. 

—No me explico qué hacen aquí —dijo Luna—. Pero debe ser por alguna cosa relacionada con el Triángulo.

—¿Crees que se espanten si bajamos y los sorprendemos?

—Nadie puede sorprendernos, joven Max.

Jeremías había aparecido a espaldas de los dos muchachos, casi en un segundo. Su aparición instantánea fue suficiente para espantar a los dos muchachos, que soltaron un grito bastante sonoro. De los dos, el único que prosiguió con su reacción fue Max, mientras que Luna intentó controlar la velocidad de su corazón y esperó a que Jeremías hablara. 

—¿Por qué demonios hacen eso? —le espetó Max al Salvador—. ¿No piensan acaso en mi corazón? 

—¿Qué hacen aquí? —preguntó Luna, ignorando las quejas de Max.

—Sí, ¿por qué demonios no aparecieron en los últimos quince días, donde los necesitábamos cada minuto del día, casi? 

—Teníamos asuntos pendientes con respecto a la Pirámide —explicó el Salvador, paseándose por la habitación—. ¿En serio vives aquí?

—Pienso lo mismo —le reprendió Luna.

—¿Podemos enfocarnos en los hechos y no en mi habitación, por favor? —se quejó Max—. Jeremías, ¿cierto?

—Así es.

—Seguro están al pendiente de que Luna y yo caímos por la borda del Holandés Errante, y caímos en este año, a la dimensión a la que yo pertenezco… ¿cómo podemos regresar a… dónde sea que estén los demás? 

Era la pregunta que necesitaban responder desde el momento en el que se habían dado cuenta del lugar, año y dimensión en la que estaban. Aunque fuera su hogar, Max no pertenecía ahí. 

¿Cómo reaccionarían sus padres si lo vieran en esos momentos, con dos años más encima, el cabello largo, la información de años futuros, una chica a su lado, y un hombre que perturbaba con tan sólo mirarlo que resultaba en realidad un ser interdimensional que podía viajar entre cada línea del universo sin problema alguno?

—El Triángulo tiene otros planes —indicó Jeremías.

—¿A qué te refieres? —preguntó Luna.

—No cayeron del barco por accidente, y tampoco llegaron a este punto, en esta dimensión, por accidente —respondió el hombre—. El Triángulo aún tiene planes para ustedes.

—¡Ah, qué bien! —soltó Max—. ¿Ahora qué?

Luna lo miró primero a él, y después a Jeremías. Algo estaba ocurriendo ahí. Algo bastante grande. 

—¿A qué te refieres? —inquirió Luna.

—Deben llevar a dos personas de regreso a la Isla.

Si el Triángulo estaba actuando en todo aquello, entonces tenía que ser importante. Dejarle un encargo de tal tamaño a Max y a Luna no era un incidente, tal como el hecho de haber caído por el Holandés al momento de estar dentro del Torbellino. 

—¿A quiénes? 

—A James y a Dianne.

Fue como si todo sonido de la faz de la Tierra hubiese desaparecido por unos segundos. Las miradas de los dos muchachos chocaron entre sí para luego mirar directamente a Jeremías. ¿A qué se refería con llevar a James y Dianne de regreso a la Isla?

—Emmm… —musitó Luna.

—James y Dianne murieron —dijo Max, con los ánimos demasiado caídos. Le dolía bastante pensar en ello. 

Pero ¿qué esperaba Max de todo ello? ¿Que al vencer a Ben, vivirían todos juntos en la Isla, aventurándose a nuevos mundos y teniendo aventuras grandes y únicas? James había muerto… un hombre que se había convertido en su amigo… además, era claro que para Luna también significaba algo de gran tamaño. Era su hermano no hermano. Perder a James dos veces no debía ser agradable.

—No estoy hablando de esos James y Dianne —dijo Jeremías.

En ese instante, varios Salvadores emergieron de la nada, rodeando tanto a Max como a Luna, y llenando su habitación de un segundo a otro.

—¡Wow! —exclamó Max—. Más nos vale que salgan todos ustedes de aquí, si mi madre los ve, gritará por todo el país que vio a los agentes Smith de Matrix… ¡ni siquiera yo pertenezco a este tiempo! 

—¿Max? 

Era una voz femenina, de una persona mayor. 

—¡Demonios! —bramó Max, casi cayéndose de espaldas y colocando ambas manos por encima de su cabeza en seña de desesperación y sorpresa—. ¡Mi madre! 

De nuevo, tal y como habían aparecido, los Salvadores se esfumaron en menos de un segundo, desvaneciéndose en el aire. 

—¿Tus padres? —se asustó Luna, intentando buscar un lugar donde esconderse.

—¡Es seis de abril! —exclamó Max, buscando algo que ponerse sobre la cabeza. Se había comenzado a dejar crecer el cabello desde el año 2016, por lo que sería un cambio tan repentino el dejar verse así ante su madre—. Yo estoy aún en el aeropuerto, salí ayer de casa…, creo. ¡Me van a matar si me ven aquí! ¡Y…! 

La puerta se abrió de golpe, y una mujer de baja estatura, con el cabello muy corto, y unos lentes cuadrados apareció en el rellano. 

—¿Max? —se sobresaltó—. ¿Qué haces aquí? ¿Y quiénes son tus amigos? ¡Pensé que habías salido ayer para Inglaterra… ¿qué es lo que…?

—¡Madre! —Max llegó a su lado de inmediato y la abrazó de golpe—. ¡Perdón, no quería asustarte, digamos que… mi profesor de informática aquí presente quiso ir conmigo a la convención de cómics! 

Señaló a Jeremías con la mirada. Éste no sonrió, casi apenado.

—¿Profesor de informática…? ¿Acaso vas mal en la escuela?

—¡No más de lo que me gustaría presumir! 

—¿Y ella es…? —preguntó su madre al dirigir sus ojos hacia Luna, quien parecía estarse sonrojando.

—Ella es Luna, mi…

—Soy su novia, señora… ¡mucho gusto! —soltó la chica, temblando de pies a cabeza, y alzando la mano para estrechar la del muchacho.




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