Lo primero que hizo Owen antes de reclamarle a Allori con respecto a su aparición tan repentina fue dejarla entrar a la habitación, y asegurarse de que nadie la había visto a lo largo del pasillo. Aún quedaban unas horas para que el Owen, Chase y Johnson de aquél tiempo se desvanecieran por el portal de Aurora. Después de eso, ya podrían actuar sin afanes ni preocupaciones de encontrarse con sus otro yo, o causar alguna anomalía en el espacio y tiempo de aquella dimensión. Tenían que ser prudentes, la poca energía de aquél universo estaba en juego, y cualquier error provocaría un caos a grandes escalas.
En cuanto Allori llegó a la mesa donde tenían los mapas y planos del hotel y otros lugares alrededor del globo, Chase frunció el ceño.
—¿Quién es ella, viejo? —soltó.
—Se llama Allori, ha estado en el Triángulo, Johnson la encerró durante días en la MI6, ha estado…
—¡Yo no la encerré! —le atajó Johnson—. Blackwood controlaba nuestras mentes.
—¿Ahora todos trabajan juntos? —se asombró Allori—, ¿hasta ese punto hemos llegado?
—¿Qué fue lo que sucedió? —le preguntó Owen, intentando hacer caso omiso a las tonterías que Johnson comenzaba a decir, o las preguntas sin sentido que Chase estaba formulando. Su atención estaba en Allori. Ella había sido la última en tener contacto directo con los Pasajeros, sin contar el hecho de que Owen mismo había visto a Max durante unos minutos en la batalla del Puerto.
—¿De qué hablas?
—Con James… y los demás.
—¡Ah, eso!
Owen no se había fijado en la mujer. Tenía ligeros cortes sobre su cuello, así como en los brazos y en las mejillas. Tenía un par de moretones en una de sus piernas. ¿Cómo se había hecho todo eso?
—Perseguimos a Ben cuando iba a bordo del American Sea. Tomamos prestado un jet, del aeropuerto de Fort Lauderdale…
—¡Así que ustedes fueron los que…! —graznó Johnson.
—¡Silencio! —lo calló Owen.
El único modo de entrar al American Sea era por medio de una caída libre, ninguno de nosotros sabíamos cómo aterrizarlo. Tuve que ayudarlos con eso. Estrellé el jet en el barco, buscando un modo de frenar a Ben.
—¿Cómo sobreviviste? —preguntó Chase.
—No quedaban paracaídas, pero una zambullida rápida al océano fue parte de la hazaña. No supe qué pasó con los demás. Supuse que habían entrado al Triángulo, puesto que el barco, y lo que quedaba del jet, desaparecieron bajo la tormenta.
Owen asintió con la cabeza.
Ese era el modo de entrada a la misteriosa Isla. Su energía tan potente, al salir del portal, provocaba todo tipo de caos. Al menos, en el Triángulo había mar, y lo que causaba eran tormentas, torbellinos y el peor clima que alguien pudiera vivir. Si el portal se abriera en tierra, menudo desastre el que causaría.
—¿Qué has estado haciendo durante estos días? —le preguntó Johnson.
—Negarme a la posibilidad de volver a la Isla —respondió Allori, colocando ambas manos sobre la mesa, sin prestarle atención a las hojas y los papeles que estaban encima de ésta—. Sólo podía esperar lo mejor estando aquí. Hasta hace unas horas. ¿Han visto las noticias recientes?
—¿Una asesina psicópata matando a Pasajeros del Atlantic de la otra dimensión? Ya nos encargamos de eso —terció Chase, asimilando una nerviosa sonrisa.
—Seguí esas noticias de cerca, hasta que la psicópata desapareció del mapa. Luego apareció de nuevo, junto con un muchacho, buscando apoyo por parte de las personas más poderosas de este mundo.
—Ben —susurró Owen.
—¿Cómo sabes todo eso? —preguntó Johnson—. ¿Acaso vas un paso adelante de nosotros o qué rayos pasa con…?
—Sé investigar, cosa que Owen también sabe hacer, sin embargo, los cuerpos recientes y sus heridas mortales son una prueba de que esta loca está tramando algo. No los asesina sólo para probar que Ben tiene un punto. Lo hace porque…
—…Ben quiere algo de este mundo —dijo Owen—. No hubiera peleado tanto por ir a la Isla para simplemente regresar.
—¿A qué te refieres? —inquirió Chase.
—Claro, Allori tiene razón —Owen chasqueó los dedos—. Ben llegó a la Isla, e hizo algo allá, para luego volver a aquí y terminar el trabajo.
—Pensé que ya habíamos llegado a esa conclusión.
—Sin embargo —le atajó Owen—, sigue necesitando de la Isla. Necesita de ambas… de la Isla del Triángulo, y de esta dimensión. Algo está buscando hacer.
—Quedamos en que Ben buscaba destruir la existencia misma, ¿no? —apuntó Chase—. ¿Qué tiene que ver la Isla, y esta dimensión, con ello? Cortamos la raíz del árbol raro que tanto mencionabas…
—¿Cortaron la conexión con la Isla? ¡ACASO ESTÁN DEMENTES!
—¡ERA EL ÚNICO MODO DE DETENER A LA LOCA! —exclamó Johnson, poniéndose de pie. Aún le costaba trabajo hacerlo, el corte que Aurora le había hecho seguía estando un poco delicado.
—Pero ya vimos que no funcionó. Aurora puede abrir portales más allá de la energía del Triángulo. Sólo necesita… matar… a las personas… ¡CHASE! —gritó Owen, yendo directamente hacia él—. Necesito que hagas un conteo de las víctimas de Aurora antes de que nuestra travesía tras ella diera comienzo.
—Voy.
—Después haz un conteo de las víctimas actuales. Desde el once de febrero hasta la fecha.
¿Qué estaba buscando hacer Ben? Max le había dicho, en la batalla del Puerto, que el anciano había paralizado a la Pirámide. ¿Cómo era eso posible? Sólo se podía hacer de un modo, y era retirando algún fragmento de su construcción. Ben había tomado un ladrillo de cristal perteneciente a la maravilla que daba vida al Triángulo. Sólo así podía detener su magnificencia.
Aunque la verdadera pregunta no radicaba en el cómo, sino en el porqué lo había hecho. ¿Por qué Ben habría paralizado la Pirámide? Sin duda alguna, ese había sido su único propósito en la Isla. Sólo por eso había armado todo aquél desastre desde el vuelo del Atlantic, el 21 de enero de ese año. Para entrar en la Isla, causar un caos interno, distraer al muchacho y así conseguir que éste fuera a la Pirámide. Luego, retirar un fragmento de ella y paralizarla por completo. Era un genio. Era un maldito genio.