Tinieblas [pasajeros #3]

Capítulo 19

El hecho de que la discusión entre Dylan y Bill hubiese ya terminado no significaba que los susurros o comentarios con respecto a los gritos que se habían armado ya concluían. Por debajo de la cubierta del Capitán Willem, dentro de los pequeños cuartos de literas, se encontraban los Pasajeros, que habían escuchado cada palabra de lo que Dylan había soltado contra Bill.

—¿Escucharon eso? —preguntó Scott.

—¡Cualquiera en todo el Holandés lo hubiera escuchado! —le espetó Han.

—Dudo mucho que a los marineros les importe —objetó Cooper.

La habitación estaba casi a oscuras, ya que Miranda había apagado la última vela unos minutos antes de que la plática se llevara a cabo. Scott estaba recostado sobre una cama pequeña, debajo de la ventana, y encima de él, Han se encargaba de tallar el techo con un cuchillo que había encontrado. A unos metros de ellos, a un costado de una pequeña mesa de noche lo bastante rústica, Miranda intentaba dormir en una cama individual. Cooper había sido el único que prefirió dormir en una hamaca que colgaba del techo. A pesar de estar un poco robusto, se sentía a gusto flotando por encima del suelo.

—¿A qué creen que se refiera Bill con eso de no contarnos quién es en realidad, de donde viene, y a donde va? —inquirió Han—. ¿Creen que Dylan sea el malo?

—Si fuera el malo, ya nos hubiera degollado desde que nos vio por primera vez —lo defendió Miranda.

—Bueno, en realidad nos hubiera disparado con su escopeta, ¿recuerdan? —lo corrigió Scott, dándose la vuelta—. Pero pinta mal. Pinta muy mal. Hay algo que no nos han dicho.

—Yo confío en él —musitó Cooper.

Sonaba extraño, pero las diferentes situaciones que habían vivido en días anteriores eran prueba viviente de ello. ¿Qué otra cosa necesitaban? Era casi como la relación que habían formado entre ellos mismos desde que se encontraron en París, huyendo de la ley, y buscando una respuesta a todas las incógnitas que estaban presenciando. En esas ocasiones, el buscar sobrevivir y hallar un modo de salir de ese universo fueron los lazos que se crearon entre James, Dianne, Max, Scott, Han, Cooper y Miranda. 

Ahora había sucedido lo mismo con Dylan. Desde el primer momento en el que pisaron la Isla, el muchacho los guió a través del peligro, las selvas, los ríos y la Nueva Colonia. Él tenía la experiencia necesaria, y los había salvado en ya muchas ocasiones, contando el ataque de los Raptors durante su primer día en el Triángulo, así como de los centinelas en el Desierto sin Gravedad. Aquél chico no podía ser el villano. Si algo les estaba ocultando, pensó Miranda, entonces era importante, pero al mismo tiempo, algo carente de importancia.

—No sé ustedes —murmuró Han—, pero quisiera saber qué oculta.

—Todos quisiéramos eso —dijo Scott—. Aquí hay gato encerrado.

—Escuchen —dijo Miranda—. Dylan es nuestro amigo. ¿Por qué no se lo preguntamos?

—¡Wow, no! —Han se sentó sobre su cama y apuntó a Miranda con el dedo—. ¡Eso no se hace!

—Han tiene razón —lo apoyó Scott—, es lo último que haces. ¿Qué tal si empieza a sospechar y decide dejarnos flotando en la Isla Opuesta?

—Ya no estamos en la Isla Opuesta.

—Como sea —soltó Han—; sabemos que hay algo raro aquí. Dylan guarda secretos, y ya vimos uno de ellos. Ese tal Bill debería estar muerto, ¿no? Tanto hablaban de él, y terminó estando encerrado en una Pirámide que se mueve. ¡Qué locura! 

—Dylan no nos lo comentó hasta el momento en el que lo necesitábamos —corroboró Scott—. ¿Qué hubiera pasado si Dylan hubiera muerto? ¿Cómo lo sabríamos nosotros?

—Miren, sé que hay algo extraño en todo esto, pero nos ha guiado hasta aquí…

—¿Y si es un plan de Ben? —masculló Cooper—. ¿Y si lo controla tal y como controló a James?

—¡Acabamos de descubrir que ese hombre con las manos de calaca es hermano de Owen! 

No podían llegar a una conclusión de ese modo. Ya estaban en el mundo real, en la Dimensión Dos, y como Dylan había dicho, tenían que encontrar a Owen para así ponerle un alto a Ben de una vez por todas. Poco a poco se estaban uniendo todos los cabos que no tenían sentido, semanas atrás. Owen y Bill eran hermanos, y al parecer, también los únicos sobrevivientes a una dimensión que se había consumido a sí misma por culpa de los dos. ¿Sucedería lo mismo con aquél universo? ¿Y si la disputa entre aquellos hermanos era lo suficientemente grave como para poner en riesgo vidas inocentes? 

Todo parecía ir de mal en peor. No sólo tenían un conflicto contra un muchacho que presumía ser casi todo poderoso, sino también había contiendas entre ellos. Falta de confianza. Falta de fe en ellos mismos. ¿Cómo vencerían a Ben estando en esas condiciones? 

El muchacho había demostrado ser un genio al momento de elaborar planes. Había matado a Dianne. Había impulsado a James a su propia muerte, dejándolo sin fuerzas; había logrado sus cometidos entrando a la Isla, hiriendo a la Pirámide, y saliendo de la misma a través de un portal que no debería existir, llevándolo a la Dimensión Dos, a la cual era imposible llegar. ¿Cómo vencerían a alguien así? ¡Era invencible! Hasta el momento habían perdido toda batalla contra él. No disponían de las armas, ni de los conocimientos suficientes para hacerle frente. Ben no podía morir frente a ningún arma hecha por el hombre, pero en la Isla tampoco pareció haber tenido debilidad ante las armas del Triángulo. Era imposible vencerlo. 

Ahora, si Owen y Bill eran la clave para derrotarlo, se verían inmersos en un terrible problema, ya que para ello primero tendrían que dejar sus diferencias de lado y así formar una alianza, aunque fuera temporal. Pero basándose en lo que Dylan había comentado, lo primero que haría Owen al ver a su hermano sería cortarle el cuello… o algo relacionado. 

Dylan abrió la puerta con lentitud, esperando no despertar a nadie, pero al ver que los Pasajeros se encontraban en sus cinco sentidos, exclamó:




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.