Después de presionar el botón para terminar la llamada, Owen se mostró un poco afectado. El simple hecho de saber que su hermano, Bill, estaba con vida, y apoyando a los Pasajeros desde otro de los puntos del Triángulo era bastante para él. La última vez que se habían visto había sido unos meses atrás, aunque para Bill debieron haber sido unos cuantos años debido a su encierro en la Pirámide, cuando Dylan y el resto de los colonos habían intentado detenerlo de destruir la Isla. Muchos habían muerto, otros… desaparecido. Al final habían logrado su cometido: detener a Bill, salvar el Triángulo, a la existencia misma. Después de eso, Dylan y él habían tenido una plática en el departamento de lujo del muchacho, para segundos después desvanecerse.
Segundos, o minutos, después de eso, Owen había despertado del otro lado del mundo, en otra dimensión. Su encuentro con los Pasajeros había sucedido tres semanas después. No había descanso.
Eso, más el hecho de que uno de los Pasajeros había fallecido. Scott.
—¿Estás bien?
Allori estaba al tanto de la situación. Los dos se encontraban en la misma sala de juntas donde una hora antes se había aparecido Luna. Chase seguía trabajando en la docena de granadas de portales, además de tomar varios cartuchos de escopeta prestados y soltar los balines a lo largo de su zona de trabajo.
—Estoy, y eso es lo que cuenta —dijo Owen, bajando el teléfono—. ¿Por qué no pedimos un late con leche extra?
—Owen, ¿qué sucede?
¿Cómo explicarle que el mundo entero se estaba viniendo abajo? Ben, Pandora en el cuerpo de Luna, Aurora perdida en algún lugar lista para atacar, Scott muerto, los Pasajeros en Fort Lauderdale, la Isla en peligro, las dimensiones en peligro, y Dylan… con ellos. ¿Se verían frente a frente de nuevo? ¿En alguna ocasión?
—Mucho que procesar.
—Scott murió —musitó Allori—, con eso es suficiente.
—Ben tiene todas las de ganar —respondió Owen—. Tiene a Pandora, a sus discípulas… no podemos matarla porque mataríamos a una de los nuestros. Tiene a doscientos Pasajeros de Tinieblas…
—James dijo que habían muerto dos.
—…y si no fuera todo, también tienen a un empresario de su lado. Alguien capaz de conseguir refuerzos… ¡oh! Y Ben es inmortal, al igual que Pandora. No poseemos armamento para hacerles frente.
—Por eso estoy tan ocupado —Chase no los volteó a ver—. Intentamos ponernos a su nivel.
Johnson seguía sin regresar, y eso significaba que aún no disponían de los permisos, ni del personal, para lanzar un ataque a Nueva York, por lo que Owen se acercó a la mesa donde Chase trabajaba.
Ya tenía más de dos docenas de pelotas de color azul, las granadas que habían probado una hora antes. Podrían hacerle frente a Pandora si las usaban de un modo sabio y útil; pero eso de nada serviría si Pandora seguía moviéndose.
—¿Qué tanto tienes? —preguntó Allori.
—Estoy trabajando prototipos —indicó señalando las balas de escopeta—. Trabajaré con más de estas granadas durante el vuelo, y… llevarme por lo menos un par de herramientas más para enfrentar a Pandora.
—¿Y esas herramientas son…? —le guiñó un ojo Owen.
—He estado pensando en algo —Chase dejó sus pinzas, y miró directamente a sus dos acompañantes—. Pandora nació en la Isla, ¿correcto?
—Correcto.
—He de entender que… es como otro mundo, nosotros seríamos extranjeros allá, y Pandora una extranjera aquí.
—Prosigue —Allori hizo un ademan con la mano para que el novato siguiera hablando.
—¿Qué tal si… por eso las armas de este mundo, o alguno otro, no pueden afectarla por eso mismo?
—¿Por… qué cosa?
Chase se levantó, ocasionando un fuerte chirrido con la silla, y comenzó a darle la vuelta a la mesa para llegar frente a Owen.
—Si vas a China, o a cualquier país oriental, se darán cuenta que eres de otro país debido a tus rasgos físicos.
—Pandora sigue siendo tan humana como noso…
—¡Exacto! —sonrió Chase—. ¿No has captado mi punto?
—No he captado porqué demonios sigues hablando.
—¡Pandora nació en el Triángulo! ¡Tiene alguna especie de capa dimensional que la protege de este mundo!
Owen no hizo caso a la mueca que hizo Allori, ni a la sonrisa satisfactoria en el rostro de Chase. Aquella idea no sonaba loca, ni descabellada. De hecho, tenía todo el sentido del mundo. Antes de conocer a Dylan, en la Isla había un completo caos debido a que no tenía un líder, no había alguien que comenzara a emplear el orden en sus interiores. El ambiente era peligroso, sí, pero también diferente a cualquier otra dimensión. Los aires que se respiraban ahí eran diferentes al oxígeno que normalmente se podía respirar en cualquier dimensión; las personas que accedían a quedarse eran sometidas a operaciones de alto riesgo, sustituyendo los órganos que cualquier ser humano tenía, por órganos especiales para la supervivencia dentro del Triángulo. Ojos, pulmones, e incluso algunos huesos eran quitados de la persona para ser complementados por el mismo Triángulo. No por nada le decían los mejores cirujanos del mundo a los Salvadores, James era la prueba viviente de ello, o quizás… no tan viviente.
El hecho radicaba en ello. Así como el ser humano no poseía las condiciones físicas para habitar la Isla como Dios mandaba, así Pandora no podía pasar a cualquier mundo sin una especie de capa dimensional que la cubriera. Era así con cualquier ser de la Isla. Algún Usurpador… o persona que ya hubiese declarado que la Isla era su hogar. Dylan había sobrevivido a un disparo, o dos, en el pasado debido a ello.
—¿Pandora qué? —exclamó Allori.
—Si hicieras una especie de bala rodeada por las mismas cualidades… —Owen tronó los dedos—, al momento de dispararla, no dañarías a Luna, sino a…
—…Pandora, sí —afirmó Chase—, es la idea. Sólo hay un problema.
—¿Cuál?
—Tardaré unas horas en modificar la membrana de la mano de Pandora. Podré aplicarlo a una sola bala de escopeta. Un solo tiro. No debes fallar.