Tinieblas [pasajeros #3]

Capítulo 42

—¡Muévanse! —bramó Owen, comenzando a alertar a las personas—. ¡Busquen refugio! ¡Vamos, vamos, vamos, vamos, vamos!

Varias personas vestidas de negro comenzaron a hacer lo mismo que Owen desde el otro lado de Times Square. Muchos de ellos parecían asustados frente a lo que venía, pero en cuanto vieron a Owen, reuniéndose con James, Dianne y Max, sabían que todo aquello tenía un propósito. Quizás ellos eran quienes vencerían a Ben en aquella batalla. 

—Sáquenlos de aquí —le indicó Owen a dos agentes de la MI6.

En ese momento, una seguidora de Pandora cayó justo frente a él, y no tuvo más remedio que soltarle un golpe rápido. Surtió efecto al instante, ya que la mujer cayó de espaldas, al mismo tiempo en el que Owen desenfundaba dos pistolas de su cinturón, y se daba la vuelta para abrir fuego a más discípulas que habían aparecido detrás de James y Dianne. Sin pensarlo dos veces, jaló los gatillos mientras que ambos Pasajeros se agachaban, frenéticos.

—¡Esto… está… increíble…! —exclamó Max, comenzando a agacharse en lo que Owen vaciaba sus cargadores.

Antes de que el muchacho pudiera agregar algo a su comentario, alguien, o mejor bien dicho, algo lo tomó del gorro de su chamarra para lanzarlo por los aires. Por fortuna, Max aterrizó sobre tres agentes de la MI6 que estaban distraídos. 

—¡Max! —clamó Owen.

Antes de que pudiera percatarse de dónde había caído el muchacho, encontró a su atacante. Un hombre con barbilla, una chaqueta amarilla, y el cabello rapado a ras del cráneo.

Kevin Smith.

En cuanto Owen alzó una de sus pistolas, Kevin Smith lanzó su golpe contra él, y lo despidió por los aires, cayendo en el cofre de un Jetta Negro, partiendo por completo su parabrisas.

—Eso… dolió… un poquito.

James logró apartarse del mismo que lo había atacado el día anterior. Debía mantener a Dianne a salvo. No podía perderla de nuevo… 

—¡Quédate quieto, hombrecito! —Kevin Smith soltó un golpe, y luego otro. 

En cuanto soltó un tercero, James lo detuvo frente a su rostro, se lo regresó directo a la cara, para luego atacarlo él. Dos simples puñetazos y Kevin Smith cayó al suelo, con sangre de color negro saliendo por su nariz. Al mirar su puño, James vio el mismo líquido en sus nudillos. ¿Sería por las Tinieblas? ¿De aquella extraña sustancia estaban hechos aquellos…?

Otro Pasajero de Tinieblas lo tomó descuidado y distraído, golpeándolo directo en rostro. James no se inmutó. Dio un traspié y retrocedió un par de metros para seguir enfrentando a su nuevo atacante. ¿Serían doscientos Pasajeros? ¿Cuántas seguidoras de Pandora? ¿Aquél sería el ataque final de Ben?

—¡Abajo!

James se agachó al instante en el que Owen volvió a disparar. La bala que golpeó al Pasajero de Tinieblas quemó parte de su rostro y pecho, reduciendo a cenizas gran parte de éste. 

—No mueren —dijo James en cuanto se levantó con ayuda de Owen—. Aquél de ahí lo maté ayer, liquidando a Scott con él, y míralo —señaló a Kevin Smith, quien seguía farfullando debido al dolor que sentí—. ¿Cómo puede ser eso posible?

—Las Tinieblas son…

El edificio que estaba al lado del que ya había sufrido daños estalló en otra capa de humo, junto con un gran estruendo. Las Tinieblas estaban ganando terreno.

—¿Qué demonios? —Owen alzó la mirada.

—¿Qué son, bombas? ¿Granadas?

—Es Pandora.

—¡Pues vamos! ¡Miles de personas corren peligro! —James se dio la vuelta para tomar a Dianne de las manos e indicarle que regresaría en breve, luego comenzó a correr, a través de la gente, las discípulas de Pandora, los Pasajeros de Tinieblas, e incluso algunos miembros de la MI6.

—¡James, espera! 

Owen comenzó a correr detrás de él, y en el trayecto enfrentó a varios Pasajeros que no tuvo el tiempo de liquidarlos uno por uno. En cuanto llegó al lobby del edificio que llevaba pocos minutos bajo las Tinieblas, Allori se topó con él.

—¿Qué demonios?

—Johnson está a pocos minutos, con miembros del Ejército —indicó—. Y Chase está en la furgoneta, preparando la bala para atravesar a Pandora y salvar a Luna.

—Espero que se apresure, no quiero que James, o Max, sean testigos de…

—¡Cuidado!

Allori logró empujar a Owen al mismo segundo en el que unas garras afiladas intentaban asestar un zarpazo. Una seguidora de Pandora lo bastante valiente como para enfrentarlo a él. La chica sacó una pistola y con un tiro limpio liquidó a su adversario.

—Andando, andando.

Owen tomó a Allori del brazo para apartarla de en medio. Un escritorio grande caía desde alguno de los pisos superiores del edifico y se partió en mil pedazos al impactar con el suelo. 

Les tomó poco más de quince minutos subir por las escaleras de la estructura dañada y encontrar a James. Por doquier había humo, y la gente intentaba salir por donde pudiera. Los elevadores ya no estaban en servicio, y las escaleras estaban abarrotadas de clientes, empresarios, compradores, proveedores e incluso miembros de seguridad. James estaba en el piso treinta y cinco.

El Pasajero revisaba cada oficina, cada cubículo, cada pasillo y hasta incluso cada sala de juntas, que hasta ese momento, estaban vacías con varias carpetas en los suelos, papeles por doquier, y algunas tazas de café derramadas por encima de la mesa.

¿Qué importaba la limpieza? Si no lograban detener a Ben, todo aquello desaparecería en cuestión de minutos.

—¿Qué demonios, James? —exclamó Owen, llegando a su lado y dandole una palmada—. ¿Acaso estás…?

—Hay alguien en la sala continua a esta —indicó el Pasajero.

Tanto Owen como Allori fruncieron el ceño. ¿Quién estaría dispuesto a quedarse en las alturas ante un caos catastrófico como aquél? 

Avanzaron lentamente a través de la sala de juntas hasta llegar a la puerta que daba a una sala de espera. En cuanto la abrieron se toparon con dos personas, poco normales, que platicaban entre sí frente al ventanal, apreciando todo lo que ocurría a su alrededor.




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