El silencio golpeó Times Square de repente. Pandora había desaparecido, al igual que todas sus seguidoras, y los Pasajeros de Tinieblas también se retiraron de la zona donde las Tinieblas comenzaban a engullir la ciudad. La calle principal ya estaba vacía. Varios miembros de la MI6 habían perdido la vida durante los enfrentamientos recientes.
James se levantó poco a poco, y fue a andar hasta donde el cuerpo de su hermana estaba. Respiraba tranquilamente, pero le preocupaba el hecho de que siguiera siendo ella. ¿Qué tanto habría sufrido con Pandora en su interior?
—¡Eso estuvo increíble! —bramó el chico que no conocía, mientras se bajaba de la furgoneta y seguía de cerca a Owen.
—No hay que cantar victoria, Chase —dijo él—. ¿James?
Él no respondió. Se limitó a asentir con la cabeza, y sujetar a su hermana entre sus brazos.
—¿Luna? —susurró.
Ella tosió, mientras abría los ojos con lentitud, y le dedicaba una sonrisa cansada.
—Hola, hermano…
—¡Gracias al cielo! —James la sujetó con más fuerza, en un abrazo envolvente, y no supo cuánto tiempo permaneció de ese modo.
Sabía quién era, sabía qué había vivido. La pérdida de Jim, y luego la muerte de su hermano que no era su hermano. Sin embargo, James se mantuvo así, sin querer soltarla, mientras disfrutaba cada segundo de aquél encuentro. Fue explorando cada uno de sus recuerdos, mientras sus manos se aferraban a la chica que había perdido en más de una ocasión.
Durante las siguientes horas, Luna estuvo dentro de una camilla, en una ambulancia que a Chase le costó conseguir. Descansaba con tranquilidad, siendo atendida por el novato.
Allori, ayudando a los pocos miembros de la MI6 que quedaban, no apareció hasta mucho rato después, indicando que no había rastros de Pandora, de Ben, o incluso de su hermano Patrick, quien había resultado ser el aliado de Ben desde que había regresado de la Isla.
Sin embargo, lo que mantenía en preocupación al único Pasajero que estaba ahí era el hecho de no saber dónde estaban sus amigos. Dylan, Bill, Max, Cooper y Miranda habían desaparecido bajo las capas de oscuridad que estallaron el edificio. Incluso Johnson formaba parte del grupo. Lo que más miedo le causaba era pensar en Dianne. Era quién más le importaba de todos sus amigos.
—Las nubes de oscuridad cubrirán toda la ciudad —señaló Owen al cielo. Ambos estaban sentados en la orilla de la furgoneta, mientras comían algo. Necesitarían energía para lo que se avecinaba a partir de ahí—. Se extenderán hasta cada distrito de Nueva York, y después de ahí, seguirán a lo largo de la Costa Este.
—¿Se habrán ido así nada más? ¿Causan el caos y desaparecen? —preguntó James.
—Pandora recuperó su cuerpo, eso nos da muchos problemas por delante, aunque… ¿no saben nada acerca de Dylan y los demás…?
James negó con la cabeza.
Al cabo de unos minutos, dos miembros de la MI6 aparecieron entre los escombros del tercer edificio que había sido engullido por la oscuridad, y traían a Han con ellos. El coreano estaba herido por un zarpazo en el hombro, pero se mostraba bastante agradecido con los hombres que lo escoltaban.
En cuanto Chase lo recibió en la furgoneta, el cielo comenzó a tronar.
—Quiero pensar que es una tormenta —dijo Owen—, pero… ¿Cuándo llueve oscuridad?
—
El local de Starbucks seguía lo suficientemente considerable para estar en su interior a pesar de que el caos seguía tomando parte de la ciudad de Nueva York. No había ningún ciudadano dentro, por lo que la camilla de Luna, así como las cosas y herramientas de Chase, fueron colocadas dentro del mostrador.
—Hay poco para comer, pero será suficiente para sobrevivir hasta la mañana —dijo Chase.
—No sé si exista una mañana —murmuró Han.
Él estaba sentado en uno de los sillones, con una bolsa de hielo sobre su herida. James, asintiendo con la cabeza, seguía de pie frente a los ventanales quebrados y observaba con tranquilidad a la lluvia caer.
Su grupo de amigos podría estar en cualquier parte de la existencia misma.
—Sea donde sea que estén, Dylan está con ellos —Owen se percató de su preocupación.
—Confío en ello. Bill también está presente.
—¡Aghj! —soltó Owen—. No menciones ese nombre con…
—No quiero más mentiras, Owen —James se giró sobre sus talones, y encaró directamente al hombre que lo había salvado en más de una ocasión—. Quiero saber qué pasó entre Dylan y tú. Quiero saber porqué tratas con tanto desprecio a Bill. ¿Qué pasó en tu dimensión? ¿Acaso Dylan fue culpable de su destrucción? ¿Acaso se alió con Bill o algo por el estilo? Quiero respuestas. ¡YA MISMO!
Owen se sorprendió, al igual que Han y Chase, y antes de que pudiera responder, James agregó:
—Necesitamos confiar en nosotros. Necesitamos saber cómo detener a Ben, liquidarlo de una vez por todas, y henos aquí, guardando secretos. Así que quiero saber la verdad. ¿Qué pasó con Dylan?
Esa pregunta llevaba haciéndole vueltas en la cabeza desde hacía ya muchísimo tiempo, y aquél momento era perfecto para averiguar la verdad.
—Te responderé lo de Bill primero —suspiró Owen—, aunque quizás sea un poco difícil de procesar.
—Acepté que soy creado directamente de la Pirámide, dejando morir a mi yo mismo hace unas semanas. Puedo digerirlo.
—Bien, bien… para empezar. Bill y yo no somos de este tiempo.
—¡WOW! —soltó Chase—. ¿Qué es lo que…?
—¡Chico, chico! ¿Quieres dejarme acabar? —Owen se volteó y con una seña lo silenció—. Por Dios. Max y tú van a darme un infarto un día de estos.
Después de acomodarse en un sillón, y con James sentado frente a él, junto con Chase, Owen aclaró su garganta.
—Antes de Dylan, la Isla no tuvo un líder durante varios siglos. La última en serlo fue Pandora. Ahora retomaré ese tema, comenzaré con mi versión de los hechos. Cuando tenía veinticinco años, recibí una herencia por parte de mi padre. Algo que nunca creí posible tener. Indicaciones que llevaban directamente al Triángulo de las Bermudas, el mito revelado, la verdad oculta.